©Fotografía de El Faro:
Víctor Peña.
TERRITORI DEL SOBRESALT
A mí no me gusta andar con discursos, pero los recuerdos
de aquellos días terribles me hacen hervir la sangre y me exaltan
hasta hacerme echar lágrimas de furia.
Roque Dalton en Miguel Mármol
De tant en tant, som éssers
permeables per la nit i el seu terròs
de foscor; un ese debat en el
claustre d’una habitació tancada.
Arrosseguem pensaments comestibles
d’irremeiable tortura.
Tot s’obri a aquest treball silenciós
de formigues en l’espessor
de la gola, en el rellotge que
entranya, per cert, l’inestroncable.
Mai no ixírem del territori del
sobresalt del dubte, sempre peus
i cor desbocats en aquest desvari
d’anar peus nus
buscant el calor del primer esclat:
és costum somiar a la vora
de l’horitzó, però som criatures
vulnerables,
éssers que només aprofundeixen en
l’abandó,
en
la mateixa llàgrima desbocada
d’un país confús, fet d’odis i
crueltats, d’immòbils cresols,
de mocadors que han après a degotar
entre moltes intempèries.
Cap fortalesa no sostè el món al qual
hem estat llançats.
Inventem la paraula amor com un joc
de paraules en la foscor,
sempre al servei de l’oferta i la
demanda.
Inventem verdors en les venes, enmig
d’esquerdes i ferides.
Supose que la paraula amor, com
d’altres, ja és roba usada i en desús.
“Les hores de la nit” són cementiris
per al pobre.
.
. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en
català per PERE BESSÓ
.
TERRITORIO DEL SOBRESALTO
A mí no me gusta andar con discursos, pero los recuerdos
de aquellos días terribles me hacen hervir la sangre y me exaltan
hasta hacerme echar lágrimas de furia.
Roque Dalton en Miguel Mármol
De vez en cuando, somos seres
permeados por la noche y su terrón
de oscuridad; uno se debate en el
claustro de una habitación cerrada.
Arrastramos pensamientos comestibles
de irremediable tortura.
Todo se abre a ese trabajo silencioso
de hormigas en la espesura
de la garganta, en el reloj que
entraña, por cierto, lo irrestañable.
Nunca salimos del territorio del
sobresalto de la duda, siempre pies
y corazón desbocados en ese desvarío
de andar descalzos
buscando el calor del primer
destello: es costumbre soñar al borde
del horizonte, pero somos criaturas
vulnerables,
seres que solo ahondan en el
abandono, en la misma lágrima desbocada
de un país confuso, hecho de odios y
crueldades, de inmóviles candiles,
de pañuelos que han aprendido a
gotear entre muchas intemperies.
Ninguna fortaleza sostiene el mundo
al que hemos sido lanzados.
Inventamos la palabra amor como un
juego de palabras en la oscuridad,
siempre al servicio de la oferta y la
demanda.
Inventamos verdores en las venas, en
medio de grietas y heridas.
Supongo que la palabra amor, como
otras, ya es ropa usada y en desuso.
“Las horas de la noche” son
cementerios para el pobre.
.
Del libro: ‘Fuego de llaves
invisibles’, 2021
©André Cruchaga
©Fotografía de El Faro:
Víctor Peña.
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