miércoles, 22 de mayo de 2019

PARLAVA DE LLUNY

Imagen FB de Pere Bessó





PARLAVA DE LLUNY





Y me habló la muchacha y sus palabras
Eran como lamidos de perro,
Tenían algo en sí que hacía daño,
Parecía que hablaba de lejos.
Vicente Huidobro




Des de la distància busque aquel cos que gemega amb un rumor
de terra ferida: un sanglot naix sempre com una au
apoltronada damunt de la gespa. Com set d’aberracions perverses.
Algunas voltes m’ofega el crit de la boirina i aquesta pèrdua
que de sobte impacta com un cementiri.
Ella i les seues paraules, llavors, porten una pluja de creus als meus ulls.
Veig en la seua ombra en els filats del buit,
o en l’espill de la finestra. O en el lavabo de pedra del pecat.
Creua el somni en la seua immòbil fugacitat de llàgrima inacabada.
També canta la seua nostàlgia un ocell en el niu remot de l’arbre,
mentre a dins de l’entranya nua els seus ardors el silenci.
Ella era un lent desvari que traspassava tota la nit.
Hi era la meua trista adolescència sense colors. Un triste gos.
Una ciutat amb les seues mentides il·lícites: alguna cosa que despullava
el foc, fins a la més pregona ebriesa.
.
Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ





HABLABA DESDE LEJOS





Y me habló la muchacha y sus palabras
Eran como lamidos de perro,
Tenían algo en sí que hacía daño,
Parecía que hablaba de lejos.
Vicente Huidobro




Desde la distancia busco aquel cuerpo que gime con un rumor
de tierra herida: un sollozo nace siempre como un ave
apoltronada sobre el césped. Como sed de aberraciones perversas.
Algunas veces me ahoga el grito de la neblina y ese extravío,
que de pronto impacta como un cementerio.
Ella y sus palabras, entonces, traen una lluvia de cruces a mis ojos.
Veo su sombra en las alambradas del vacío,
o en el espejo de la ventana. O en el lavabo de piedra del pecado.
Cruza el sueño en su inmóvil fugacidad de lágrima inacabada.
También canta su nostalgia un pájaro en el nido remoto del árbol,
mientras adentro de la entraña desnuda sus ardores el silencio.
Ella era un lento desvarío que traspasaba toda la noche.
Era, en ella, mi triste adolescencia sin colores. Un perro triste.
Una ciudad con sus embustes ilícitos: un algo que desnudaba
el fuego, hasta la más profunda ebriedad.
.
Del libro “Huidobro redivivo”, 2019
©André Cruchaga