DE VEGADES, UNA LÀPIDA ENS SUBSTITUEIX
Las cosas no recordaban sus nombres y yo he comenzado a olvidarlos
la memoria es como un bolsillo agujerado que no puede guardar el cambio
Jaan Kaplinski
De vegades una làpida substitueix la memòria per no oblidar les ombres
ni els presagis, el cristall fosc de la gebrada als peus: sé que a ningú no els
importen les fissures que deixen els somnis en el torrent de la sang, els murs
de la nit com un ocell de pedra davant de la finestra. El teu nom mai no fuig
de la meua pell ni dels balcons, encara que la llum de primavera estiga sorda i
florida. En la distància em sembla escoltar els teus batecs, un món obstinat de
lloses envolta la redonesa de la brisa. Amb tot, mai no deixem de sobreviure a
les paraules i a aquest tabal de bandada d’ales enmig del foc imaginari de
l’avidesa.
.
. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en
català per PERE BESSÓ
.
A VECES, UNA LÁPIDA NOS SUSTITUYE
Las cosas no recordaban sus nombres y yo he comenzado a olvidarlos
la memoria es como un bolsillo agujerado que no puede guardar el cambio
Jaan Kaplinski
A veces una lápida sustituye a la memoria para no olvidar las sombras ni
los presagios, el cristal oscuro de la escarcha en los pies: sé que a nadie
importan las fisuras que dejan los sueños en el torrente de la sangre, los
muros de la noche como un pájaro de piedra frente a la ventana. Tu nombre nunca
huye de mi piel ni de los balcones, aunque la luz de primavera esté sorda y
mohosa. En la distancia me parece escuchar tus latidos, un mundo obstinado de
losas envuelve la redondez de la brisa. Con todo, nunca dejamos de sobrevivir a
las palabras y a ese tambor de bandada de alas en medio del fuego imaginario de
la avidez.
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De ‘Camino disperso’, 2021
©André Cruchaga