sábado, 4 de agosto de 2012

L’INFERN DE LA POESIA/ EL INFIERNO DE LA POESÍA. INTRUDUCCIÓN AL POEMA Y TRADUCCIÓN PERE BESSÓ

Imagen tomada de fisicacf.blogspot.com



L’INFERN DE LA POESIA/ EL INFIERNO DE LA POESÍA. INTRUDUCCIÓN AL POEMA Y TRADUCCIÓN PERE BESSÓ



Querido André: Joseph Joubert afirmaba que la alta poesía es casta y piadosa por esencia. Sin duda alguna, el periodo de la Ilustración francesa marcaba el tono moral de tal ‘pensée’. La cita que has escogido de María Zambrano está, sin embargo, más cerca de la comprensión de la bajada al Hades de Orfeo o del viaje a los círculos hasta el Cocito de Dante, es más proclive al pensamiento de las ‘hierbas secretas’ que envenenan el alma, a la manera que escribió Jorge Manrique en sus coplas o entendieron los románticos de todos los empeños y pelajes. Y es que la cita de María Zambrano tiene la virtud de huir de encasillamientos estériles, al tiempo que desafía el no-topos. Ella sabía por experiencia que la poesía no es una experiencia religiosa ajena al fluir de la vida. Ella sabía que la poesía nace primigenia, a despecho de Rousseau, en el estado del ‘cazador salvaje’, en que la construcción de la moral vale media higa.
En ese sentido lo sintió –y vivió- como un personaje de sí mismo, Jean Arthur Rimbaud, y supo, además, plasmarlo en su temporada o estación en el infierno, recogiendo así la apuesta donjuanesca de Lord Byron… No parece, pues, aventurada ni peca de exagerada la metáfora nutriente del poema que me dedica –y traduzco- André Cruchaga: el infierno de la poesía.

La poesía nos arrastra al infierno desde la concepción misma del lenguaje. La verdad de la poesía en la realidad del infierno. Tal afirmación conlleva la disquisición de la ‘condena’. Sólo los auténticos poetas lo saben y lo aceptan. Se lo sabía Antonin Artaud con su ‘pesanervios’ y bien que lo acepta inexorablemente André Cruchaga. De aquí la esencia oscura del poema que tantas veces salpica el credo poético de nuestro amigo. Oscuridad que acerca la poesía a la novela negra americana con la pintura de tableaux de natura humana, sea a la manera de Dashiell Hammet, Raymond Chandler, Jim Thompson o Chester Himes…

Oscuridad en el más oscuro centro que deviene la luz de otra manera, capaz de nuevo de convivir en el mito (¿mito?) y en el espacio de toda Sodoma. De nuevo el desafío a la moral del templagaitas, que nunca olerá ni de lejos el perfume fuerte y obsceno del almizcle o del benjuí de las putas viejas del bosque de Baudelaire.

Tanto menos las ‘correspondencias’ del amigo André en buenas cuitas castellanas… Los golpes de ficción en el poema no son, pues, sino pura realidad. Acaso no es real el poema? Lugar éste - el de la escritura- en donde aprende a convivir/sobrevivir como huella de paraíso perdido el burdel y la virtud extrema. El vuelo de pájaros y los ríos subterráneos en donde el poema puede bañarse junto al reclamo pornográfico. Provocación por provocación: ¿ No nos resultan en ocasiones 'pornográficas' las confesiones deserotizadas del poeta?

Pocas veces el poeta ha desnudado tan descarnadamente su aliento. El poeta, lacra social, que en su paroxismo de criatura del inferus amontona el material en desuso o en deshecho, el escombro de palabras desnortadas e inútiles, para cumplir en su miseria el destino de Diógenes. Mucho más, frente a los viejos cenáculos, André Cruchaga sabe que ésta es su elección, a solas en las sombras de su erebo, aunque no tan lejos como pudiere parecer del código de los buenos viejos gánsteres frente a los sicarios desendemoniados del Nuevo Orden.
Mislata, Valencia, 04.VIII.2012





L’INFERN DE LA POESIA




A Pere Bessó

La poesía es realmente el infierno.
MARÍA ZAMBRANO



Semblant a aquest món de novel•la negra, la poesia es torna cada vegada una necessitat per a morir en aquesta realitat de contaminacions. Més enllà de l’udol d’aquesta Sodoma, el tambor dels cementeris equival al plat diari de menja, la ficció ens ha ficat en un riure sarcàstic: cada vegada ens trobem més a prop dels patetismes que del llit càlid de la llum. En tu, poesia, els pseudònims de l’escriptura, les fal•làcies del teatre convertides en pànic, l’alé dels ocells socarrimats com l’odi que esdevé immaculat. Com els colps de les ombres, l’infern pertorbador de la pornografia. Tinc ganes de trencar l’alfabet, amb el risc de restar sense paraules; de tota manera, aquestes són poc útils quan els cantons no són subjectes de judicis finals ni sumaris. Diògenes, ací, en la seua resplendent misèria de llàgrimes, fosforescent en l’extrema virtut, somorgollats els seus peus en les seues aigües terrestres. En l’ombra somorta, el sol escapçat; en el diluvi, les portes batudes, la pluja panteixant de llengües petrificades; en el filtre dels somnis, la càrcer amb el seu rostre espiritual de col•lectiu, de riu marginal i malalt. Així, poesia, em poses en aquests designis de l’amor al proïsme i la democràcia, de la hipoteca de l’absurd. Així, poesia, et tornes cos rabiós, sexe insuls, desvetlament orgàsmic de la moral, personatge de bordell. Tot i això, estime la teua nuesa de bèstia polititzada en el mercat de puces, estime el teu carnaval proper al delicte, estime les bones maneres dels gàngsters i les seues butxaques expansionistes.





EL INFIERNO DE LA POESÍA




A Pere Bessó

La poesía es realmente el infierno.
MARÍA ZAMBRANO




Parecido a este mundo de novela negra, la poesía se vuelve cada vez una necesidad para morir en esta realidad de contaminaciones. Más allá del aúllo de esta Sodoma, el tambor de los cementerios equivale al plato diario de comida, la ficción nos ha metido en una risa sarcástica: cada vez estamos más cerca de los patetismos que del lecho cálido de la luz. En vos, poesía, los seudónimos de la escritura, las falacias del teatro convertidas en pánico, el aliento de los pájaros chamuscados como el odio que se ha vuelto inmaculado. Como los golpes de las sombras, el infierno perturbador de la pornografía. Tengo deseos de romper el alfabeto, con el riesgo de quedarme sin palabras; de todas formas, éstas son poco útiles cuando las esquinas no son sujetas de juicios finales ni sumarios. Diógenes, aquí, en su resplandeciente miseria de lágrimas, fosforescente en la extrema virtud, sumergidos sus pies en sus aguas terrestres. En la sombra mortecina, el sol decapitado; en el diluvio, las puertas abatidas, la lluvia jadeante de lenguas petrificadas; en el filtro de los sueños, la cárcel con su rostro espiritual de colectivo, de río marginal y enfermo. Así, poesía, me metes en estos designios del amor al prójimo y la democracia, de la hipoteca del absurdo. Así, poesía, te vuelves cuerpo rabioso, sexo desabrido, desvelo orgásmico de la moral, personaje de burdel. Con todo, amo tu desnudez de bestia politizada en el mercado de pulgas, amo tu carnaval próximo al delito, amo los buenos modales de los gánsteres y sus bolsillos expansionistas.