sábado, 4 de febrero de 2012

FINESTRES BELLUGADISSES/ VENTANAS MOVEDIZAS-COMENTARIO Y TRADUCCIÓN: PERE BESSÓ


(No poguérem entendre altrament aquest univers:
ara ens diluim com requincalla; mai no aprenguérem el secret
de l’escriba en la seua vigília d’ermàs esculpit en senderes
de foscor, en el límit de pluja i vent a doll.)
Imagen tomada de Miswallpapers.net





FINESTRES BELLUGADISSES/ VENTANAS MOVEDIZAS-COMENTARIO Y TRADUCCIÓN: PERE BESSÓ


Mi querido André:

No es poca cosa –como tú dices: no es para menos- contemplar desde la escritura propia los tiempos del destino que a cada quien le otorga la vida. Al cabo esa es la función del poeta en tanto que escriba y que ha de salvarle no ya de la especulación de cada noche sino de la desesperación. No es poca cosa sentir –aceptar, asumir- en la vigilia que se es parte de un universo que no se nos permite desmadejar a lo largo de nuestra existencia. Lo dice tu voz más íntima entre paréntesis -y en simbiosis con el lector cómplice o testimonio- a través de la (in)comprensión de la entropía universal, aquella que nos diluye como tiliches, bagatelas, cachivaches en la propia memoria, conciencia o leyenda dando palos de ciego en el propio poema a la deriva.

No es poca cosa una contemplación desde las ventanas movedizas y, al mismo tiempo, desde los senderos que descienden al horizonte. Una visión contraria, la de quien en vela mira desde la ventana –movediza, no lo olvidemos, como las aguas enarenadas de una ciénaga que nos engulle- y la de quien se resuelve a caminar por un páramo, desierto tan en zigzag que tuviere como lindes los umbrales de la lluvia y el viento. No es poca cosa la invitación constante de tu escritura al velo y al desvelo, a la complejidad de lo más simple, y al viceversa. La pulsión y el desvarío hasta doler el aliento.

Nos escinde este furioso mercado que andamos
como un encaje de cadenas, a punto de hacernos desfallecer
en el intento de vivir

Una contemplación desde el poema que es pregunta irresuelta tanto para el daguerrotipo del pasado devuelto en mal sueño (“hojarasca del sepia”), como para el presente huidizo cuanto iluminado (“ciervo del asedio y la embriaguez”) y, sin embargo, con entrada del cazador de símbolos macabros. [Figura metafórica ésta que permitiría en su dualidad la atracción mágica del cazador en su caverna, por un lado, y la Danza de la Muerte, por otro.] Ya hablé de la contrariedad, sic, en tu discurso:

¿Qué hacemos de los recuerdos, sino suculentas pesadillas,
pastores eternos de la hojarasca del sepia,
diletantes rieles, hundidos, en el trazo de las hormigas,
en la arista de la alacena,
prominente del falo dentro del ombligo, cuyo cielo sirve de santuario?

¿Qué hacemos ante las ventanas movedizas del presente,
de nuestro presente cazador de símbolos macabros,
de nuestro presente, ciervo del asedio y la embriaguez?

Ese principio de contrariedad en la escritura de André que integra –a no confundir con la mera contradicción lineal ‘lógica’, lejos de la paradoja como instrumento en no pocas ocasiones de la luz que nos absuelve o nos ciega:

en el vuelo que emprenden los ámbitos de la metáfora
cuando repta ensimismada sobre la campana honda del vilano.

Así, los ámbitos de la metáfora son ventanas movedizas en línea recta hacia el horizonte, que es el morir, por volver a Manrique. Porque el existir vuela y repta, llevando -tal el poema- en sí mismo la campana honda que repta pesadamente y el vuelo en ascensión sutil y leve del vilano.





FINESTRES BELLUGADISSES



El camí mai no dorm en les finestres bellugadisses
de la policromia, mai el cerç no redimeix l’espina
per molt misteri que l’envolte,
mai no és un únic sudari el que ens vist als mòbils braços
del llençol acostumat als porus de la nit o del dia.
Des de l’albor del foc, l’espill bellugadís de les aigües,
l’ebriesa d’ossades,
la pedra en la gelatina del tacte, els camins temptejats
de la pols dels símbols que estenen la pell fins a l’atzar
del vent, —el fluir de les formes, el rail del sender de la pluja,
per on descendeix la fi de l’incert.

Tenim finestres en la línia recta de l’horitzó;
hi ha el zigzag al laberint de la caverna, la ferida fosca
del somni: els mocadors trascendeixen el pla cartesià
de l’alé; el batec es torna èter
en el vol que mamprenen els àmbits de la metàfora
quan repta abstreta damunt de la campana fonda del vil•là.
Davant de cada línia del zodíac, davant de l’espiral de l’ocell en la templa
dreta o esquerra, especulen els acords bellugadissos
del cresol en flames del destí, del peix en el bram
de la memòria, de la nit que es farta tota la foscor, el mar,
i tot el que la memòria converteix en llegenda.

Què fem dels records, sinó suculents malsons,
pastors eterns de la fullaraca del sèpia,
diletants rails, afonats, en el traç de les formigues,
en l’aresta de l’armari de paret,
preminent del fal•lus dins del melic el cel del qual serveix de santuari?
Què fem davant de les finestres bellugadisses del present,
del nostre present caçador de símbols macabres,
del nostre present, cèrvol del setge i l’ebriesa?
Ens escindeix aquest furiós mercat que trepitgem
com un encaix de cadenes, a punt de fer-nos defallir
en l’assaig de viure: sí, i no és per a menystindre aquest trànsit de cascos
al pit i que, en moments fereix fins i tot l’alé,
torna desert la carn, despulla la nuesa ja de l’ànima,
en tensa ferocitat de segle.

(No poguérem entendre altrament aquest univers:
ara ens diluim com requincalla; mai no aprenguérem el secret
de l’escriba en la seua vigília d’ermàs esculpit en senderes
de foscor, en el límit de pluja i vent a doll.)
Mai, dic. I és cert, tant batec pulso entre urpes, desvariaments
en el bram de les aigües de la fossa bruta de la desesperació.
Assumim la foscor sense reivindicar la claredat:
tot camí dins de la flama és incert…

Barataria, 22.I.2012





VENTANAS MOVEDIZAS




El camino jamás duerme en las ventanas movedizas
de la policromía, jamás el cierzo redime a la espina
por más misterio que la envuelva,
jamás es un solo sudario el que nos viste en los móviles brazos
de la sábana acostumbrada a los poros de la noche o del día.
Desde el albor del fuego, el espejo movedizo de las aguas,
la embriaguez de osamentas,
la piedra en la gelatina del tacto, los caminos tanteados
del polvo de los símbolos que extienden la piel hasta el azar
del viento, —el fluir de las formas, el riel del sendero de la lluvia,
por donde desciende el fin de lo incierto.

Tenemos ventanas en la línea recta del horizonte;
existe el zigzag en el laberinto de la caverna, la herida oscura
del sueño: los pañuelos trascienden el plano cartesiano
del aliento; el pulso se torna éter
en el vuelo que emprenden los ámbitos de la metáfora
cuando repta ensimismada sobre la campana honda del vilano.
Ante cada línea del zodíaco, ante el espiral del pájaro en la sien
derecha o izquierda, especulan los acordes movedizos
del candil en llamas del destino, del pez en el bramido
de la memoria, de la noche que se harta toda la oscuridad, el mar,
y todo cuanto la memoria convierte en leyenda.

¿Qué hacemos de los recuerdos, sino suculentas pesadillas,
pastores eternos de la hojarasca del sepia,
diletantes rieles, hundidos, en el trazo de las hormigas,
en la arista de la alacena,
preminente del falo dentro del ombligo, cuyo cielo sirve de santuario?
¿Qué hacemos ante las ventanas movedizas del presente,
de nuestro presente cazador de símbolos macabros,
de nuestro presente, ciervo del asedio y la embriaguez?
Nos escinde este furioso mercado que andamos
como un encaje de cadenas, a punto de hacernos desfallecer
en el intento de vivir: sí, y no es para menos este tránsito de cascos
en el pecho y que, en momentos hiere hasta el aliento,
vuelve desierto la carne, desnuda lo desnudo ya del alma,
en tensa ferocidad de siglo.

(No pudimos entender de otra manera este universo:
ahora nos diluimos como tiliches; jamás aprendimos el secreto
del escriba en su vigilia de páramo esculpido en senderos
de oscuridad, en el lindero de lluvia y viento a raudales.)
Jamás, digo. Y es cierto, tanto pulso entre garras, desvaríos
en el bramido de las aguas de la fosa sucia de la desesperación.
Asumimos la oscuridad sin reivindicar la claridad:
todo camino dentro de la flama es incierto…
Barataria, 22.I.2012