miércoles, 15 de mayo de 2019

TOT PUT

Imagen FB de Pere Bessó





TOT PUT




Señor, perdóname si te hablo en un lenguaje profano,
Mas no podría hablarte de otro modo pues soy esencialmente pagano.
Vicente Huidobro




Les aigües del cel són tan profanes com l’ull en l’avantsala
dels engolidors, com el parpelleig del vent, transhumant,
en el llindar del peix indefinit.
A vegades l’horitzó se’ns obri en una ciutat fosca de testos
on només crida la nit.
Amb qui parlem quan les pregàries es tornen rius,
i els paraigües no arriben per cobrir catedrals,
ni els paracaigudes són ocells o libèl·lules.
Fa pudor tot aquest temps de proxenetes i de putams barats.
Put qualsevol divagació lúcida a contrallum d’un far
foradat per la sal fosa de l’onatge.
Put la llanterna del quinqué en un tapaboques mullat
de somnis, en les paraules que naufraguen totes els matins,
o en aqueixos genolls clavats en la terra de la nuesa tardívola.
Un és la gola mentre badallen les ulleres.
Agonitzen els fullatges amb una innocència de crepuscles vidus.
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Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ




HUELE MAL TODO




Señor, perdóname si te hablo en un lenguaje profano,
Mas no podría hablarte de otro modo pues soy esencialmente pagano.
Vicente Huidobro




Las aguas del cielo son tan profanas como el ojo en la antesala
de los tragantes, como el parpadeo del viento, trashumante,
en el umbral del pez indefinido.
A veces el horizonte se nos abre en una ciudad oscura de tiestos
donde sólo grita la noche.
Con quién hablamos cuando las plegarias se convierten en ríos,
y los paraguas no alcanzan para cubrir catedrales,
ni los paracaídas son pájaros o libélulas.
Huele mal todo este tiempo de proxenetas y de puteríos baratos.
Huele mal cualquier divagación lúcida al trasluz de un faro
agujereado por la sal derretida del oleaje.
Huele mal la linterna del quinqué en una bufanda mojada
de sueños, en las palabras que naufragan todas las mañanas,
o en esas rodillas clavadas en la tierra de la desnudez tardía.
Uno es la garganta mientras bostezan las ojeras.
Agonizan los follajes con una inocencia de viudos crepúsculos.
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Del libro “Huidobro redivivo”, 2019
©André Cruchaga