viernes, 25 de junio de 2021

NAVEGANT │ NAVEGANTE

 

Imagen FB de Pere Bessó



NAVEGANT

 

 

Sabedlo navegantes: el canto de las sirenas es estúpido y monótono,

su conversación aburrida e incesante; sus cuerpos están cubiertos

de escamas, erizados de algas y sargazo.

Su carne huele a pescado.

Salvador Elizondo

 

 

De vegades somie que sóc Ulisses en una mar de circumstàncies fredes.

O d’una criatura de sal assaonada de certa llum total de l’inframón.

Aglàope en el desballestament de les meues paranoies, àngel en flames

enmig d’aigües fosques: la criatura em desvist amb les seues mans

cegues, cegues les parets del cor que ens omplin de sorra,

cegues les ombres de l’aigua com monedes de pedra rovellada.

Als dits de les algues es difumina l’horitzó,

potser el magma de criatures verges que trauen el cap al meu camí.

En la rauxa un abís de peixos mossega les illades; i és tal

el seu embaladiment, que escolte tot el cor dels dards de naus

que creuen per damunt del meu tòrax: fins el meu cor amortallat s’alça

de les lloses romases d’aquest buit amb penyals de llindars

prohibits: tota la meua bogeria és en aquest turó de pits alts.

És l’hivern dels genitals que juga a prostíbul d’hiverns.

Entre tots els camins, aquest de bromera i baptismal accent.

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Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

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NAVEGANTE

 

 

Sabedlo navegantes: el canto de las sirenas es estúpido y monótono,

su conversación aburrida e incesante; sus cuerpos están cubiertos

de escamas, erizados de algas y sargazo.

Su carne huele a pescado.

Salvador Elizondo

 

 

A veces sueño que soy Ulyses en un mar de circunstancias frías.

O de una criatura de sal curtida por cierta luz total del inframundo.

Agláope en el desquicio de mis paranoias, ángel en llamas

en medio de aguas oscuras: la criatura me desviste con sus manos

ciegas, ciegas las paredes del corazón que nos colman de arena,

ciegas las sombras del agua como monedas de piedra oxidada.

En los dedos de las algas se difumina el horizonte,

quizás el magma de criaturas vírgenes que se asoman a mi camino.

En el arrebato un abismo de peces muerde los ijares; y es tal

su arrobamiento, que escucho todo el coro de los dardos de naves

que cruzan sobre mi tórax: hasta mi corazón amortajado se levanta

de las losas quedadas de ese vacío con peñascos de umbrales

prohibidos: toda mi locura esta en esa colina de pechos altos.

Es el invierno de los genitales que juega a prostíbulo de inviernos.

Entre todos los caminos, este de espumarajo y bautismal acento.

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De ‘Camino disperso’, 2021

©André Cruchaga