lunes, 25 de julio de 2022

Imagen FB de Pere Bessó



NOMÉS COMPTA EL QUE SOMIEM

 

 

En la foscor la intempèrie no té fronteres ni cap altre univers diferent a un túnel d’insomnis i conjurs. Pel nostre avenir els somnis ho amaguen tot, els castells de naips cremats per la foguera, l’animal que ens rosega el deliri, el llenguatge que ens escanya amb el tall d’amargs ganivets. Alguna cosa es trencà als ulls i això és evident. L’ocell del desert com l’ànima que fuig del clauer de l’ombra medrosa dels nostres noms. Sempre hi restem com animals cansats en la foscor: som ànimes a l’espill del qual es perdé l’amor, i només respirem la tempesta de taüts a la boca. A la riba dels cantons de l’espera, éssers del no-res en la trama de la indiferència. (Vostè alguna vegada pensà en l’amor, però ningú no se’n recorda. Ningú. Ni tan sols al coixí que acostuma a ser el confident dels nostres braços plens d’avidesa.)

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Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

 

 

SOLO CUENTA LO QUE SOÑAMOS

 

 

En lo oscuro la intemperie no tiene fronteras ni otro universo diferente a un túnel de insomnios y conjuros. Para nuestro porvenir los sueños lo ocultan todo, los castillos de naipes quemados por la hoguera, el animal que nos roe el delirio, el lenguaje que nos estrangula con el filo de amargos cuchillos. Algo se rompió en los ojos y eso evidente. El pájaro del desierto como el alma que huye del llavero de la sombra medrosa de nuestros nombres. Siempre estamos como animales cansados en la oscuridad: somos almas en cuyo espejo se perdió el amor, y solo respiramos la tormenta de ataúdes en la boca. A la orilla de las esquinas de la espera, seres de la nada en la trama de la indiferencia. (Usted alguna vez pensó en el amor, pero nadie lo recuerda. Nadie. Ni siquiera en la almohada que suele ser la confidente de nuestros brazos colmados de avidez.)

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Del libro: “Ahora es de noche y tú no tienes nombre”, 2022.

©André Cruchaga


 

sábado, 9 de julio de 2022

ALZAR EL VUELO

 

Obra pictórica de Joan Miró


ALZAR EL VUELO

  

 

Mi servidumbre es la palabra impura,…

Jorge Luis Borges

 

 Álzate pájaro sobre la rama gris del cielo en la música alada de los huesos sacude la angustia al borde de las palabras la nada siempre el fuego que purifica la sal de los caminos Louis Armstrong oculta el poema en su pipa caminar sin moscas sobre el gorrión de la mañana pájaro girasol del tren de mi vigilia aquí la actitud del ojo arraigado a las raíces siempre es extraño Rilke estar muerto verse uno muerto caminar muerto tocar los muertos envueltos en otros muertos escribo al oído de los ataúdes me importa poco los otros nombres que tienen los escapularios el hombre el hombre el tronco del árbol la incitación que provoca el sinfín al borde de tanta angustia  donde la duda socava los ocres posibles del otoño de las palabras desde el gozo de morir la noche respira sobre el petate de lo oscuro es sencillo morir en sosiego desvanecerse en los faroles de la luz disolver los zapatos en el agua despojarse de las criptas del poema —y vos en los despojos de mi memoria en la espuma del eco de lo mísero dónde crece el aire de la vida sin acabarse dónde la Nada o la irrealidad la misericordia aunque sea mero espejismo bebo la desnuda ceniza de las calles leo en cada piedra las certezas de las sombras y el espejo las sombras ruidosas que consumen y niegan la oscuridad que adivina los diálogos del silencio entre alegría y duelo descubro los platos rotos del hambre insidiada los comunicados de prensa como meros paisajes de los oscuros designios del tiempo en el agua sucia la memoria del tiempo los solitarios de siempre y sus presagios muere la conciencia y su delirio de muertos muere de vergüenza el tiempo mueren los zapatos sobre los andenes y la hojarasca desahuciada en el puño de semillas del pálpito quiero devolverle el aire a los espejos quiero regresar a remover el aullido de los perros callejeros que de vez en cuando lamen la esperanza los ojos visibles del granito ¿ves? ¿me ves ahuyentado del tiesto de café de los tantos imaginarios que incomodan a otros del prensapapel de los orgasmos en medio de la turba de los astros? como vos yo rompiendo el aire el calendario que se adueña de mis días felices dulce amargor del poro indecible de la madera indivisible en la sombra de los ojos como vos descendiendo al camposanto de los recuerdos persiguiendo trenes con gaviotas (mañana a la luz de otras vidas es posible el reencuentro no del ultraje ni el rastrojo sino de la voz y la luz sé que todo es transitorio y que cada cosa tiene su propia escoria: la historia el abandono la rama del deseo aun la agitación del cántaro de la esperma) habrá otros horizontes que seduzcan Nietzsche el prodigio de lo nuevo y lo viejo la caverna y la fatalidad la intemperie con espigas atormentadas la mesa confundida de bocas la cacerola del invierno como desvarío nunca supe otra cosa que no fuese alzar el vuelo: partir partir siempre ante el bajo mundo de la borrasca lustrar mis zapatos ante lo indefinible cerrar los ojos al óxido del espantapájaros Borges por Dios nunca vi a plenitud los ahoras sino siempre las partidas…

Barataria, 01.I.2015


viernes, 8 de julio de 2022

EPÍSTOLA PER A PERE BESSÓ│ EPÍSTOLA PARA PERE BESSÓ

Imagen FB de Pere Bessó


EPÍSTOLA PER A PERE BESSÓ

 

 

Es desmarxa el cabdell de pinces esplèndides

dels cèrvols volants cap a l’horitzó del dubte.

Pere Bessó

 

 

A la ranura del cerç, l’himen de l’infinit. Tal el cor secret

dels dies mutilats. A la tinta de l’arbre, acut en devoció

l’ocell per mossegar les secretes arrels de l’alfabet.

Als exteriors del paradís, l’hivern d’esca del temps

de Bachelard, o Thomas de Quincy el formiguer kantià

del desvari. Quelcom així com «la novetat de la vida nova».

Sempre creixen els ocells a manera d’enyorança de les Èglogues

del llampec capturat per la ullera anterior a les finestres.

Dins del joc del paragües descurat de l’alfabet,

caben els dies impossibles de les barquetes de paper,

la gola demolidora de les ombres, els coralls ultramarins

de la llengua damunt del picactxo horacià de les perdius.

Un dia en la diversitat dels melics,

el desvetllament dins de la parcel•la del soterrani en què vivim.

Sedimentat el mite de la sabata inexorable del que ara,

—veu possessa de certa arqueologia: arador de les llampades

en pupil•la de foc. Tot cap en la novetat del temps incipient.

La imatge del pètal sempre ens evoca el dard del gènesi

a les illades. Aquella olor a records sense equívocs

del que dóna fe Caballero Bonald en el seu llibre de «Las horas muertas.»

A diferència dels vestíbuls, el poema és una criatura deseixida,

en les mans d’André Gide, que no és fill de Santa Teresa,

ni del darrer deliri íntim en la salvació de l’home.

Dilucidada la virginitat de la molsa, es pot transparentar

l’inescrutable de la consumació teològica del temps.

Això en diría el jo profund quan bullen les fusteries.

—El jo de Bob Dylan o Jimi Hendrix, en la redempció del poema,

mentre la punta de l’alba punxa el moll del pit.

O es dissolen vigorosament les coses, com en diria Sant Pere.

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EPÍSTOLA PARA PERE BESSÓ

 

 

Se desmadeja el ovillo de pinzas espléndidas

de los ciervos volantes hacia el horizonte de la duda.

Pere Bessó

 

 

En la ranura del cierzo, el himen del infinito. Tal el corazón secreto

de los días mutilados. En la tinta del árbol, acude en devoción

el pájaro para morder las secretas raíces del alfabeto.

En los exteriores del paraíso, el invierno de yesca del tiempo

de Bachelard, o Thomas de Quincy el hormiguero kantiano

del desvarío. Algo así como «la novedad de la vida nueva».

Siempre crecen los pájaros a manera de añoranza de las Églogas

del relámpago capturado por la ojera anterior a las ventanas.

Dentro del juego del paraguas desaliñado del alfabeto,

caben los días imposibles de los barquitos de papel,

la garganta demoledora de las sombras, los corales ultramarinos

de la lengua sobre el picacho horaciano de las perdices.

Un día en la diversidad de los ombligos,

el desvelo dentro de la parcela del sótano en que vivimos.

Sedimentado el mito del zapato inexorable del que ara,

—voz posesa de cierta arqueología: arador de los destellos

en pupila de fuego. Todo cabe en la novedad del tiempo incipiente.

La imagen del pétalo siempre nos evoca el dardo del génesis

en los ijares. Aquel olor a recuerdos sin equívocos

del que da fe Caballero Bonald en su libro de «Las horas muertas.»

A diferencia de los vestíbulos, el poema es una criatura despejada,

en las manos de André Gide, que no es hijo de Santa Teresa,

ni del último delirio íntimo en la salvación del hombre.

Dilucidada la virginidad del musgo, se puede transparentar

lo inescrutable de la consumación teológica del tiempo.

Eso diría el yo profundo cuando bullen las carpinterías.

—El yo de Bob Dylan o Jimi Hendrix, en la redención del poema,

mientras la punta del alba pincha el muelle del pecho.

O se disuelven vigorosamente las cosas, como diría San Pedro.

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Del libro: «Objetos para armar», 2005

André Cruchaga