sábado, 29 de junio de 2019

PULSACIÓ D’OCELLS CECS

Imagen FB de Pere Bessó






PULSACIÓ D’OCELLS CECS




Razón del día no es razón de la noche
Cada tiempo tiene insinuación distinta
Vicente Huidobro




Ja només en mirar-te als ulls creixen les solapes del corc:
en les cintes gastades de les sabates,
s’amaguen glopets de boirina i andanes porgades.
Palpe la finestra de l’espill i aquestes petites escletxes del cos
que no cobreix la roba. I les alteritats que pacten amb la mort.
Busque en les tenalles de la insinuació, la saba àcida de les pors
i l’ombra d’agonia de les agulles de cap. O de l’escalpel.
Cadascú té les seues raons per a la vetla,
el càncer sord del temps,
destrava la soga fúnebre dels costats.
Les nits polsen ocells cecs, escanyen escales,
malbaraten el paladar. I el brunzir dels aquaris.
El segueix el dia en algun lloc on les parets es pinten
de solituds i els esquinçalls de pols són inevitables.
Un captaire compta les monedes que li esguiten els ulls;
a ‘altra banda del carrer, aquestes monedes prostituïdes alleugen
la fam dels que viuen en la foscor.
.
Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ





PULSACIÓN DE PÁJAROS CIEGOS




Razón del día no es razón de la noche
Cada tiempo tiene insinuación distinta
Vicente Huidobro




Ya al sólo mirarte a los ojos crecen las solapas de la carcoma:
en las cintas gastadas de los zapatos,
se esconden puchitos de neblina y purgados andenes.
Palpo la ventana del espejo y esas pequeñas rendijas del cuerpo
que no cubre la ropa. Y las otredades que pactan con la muerte.
Busco en las tenazas de la insinuación, la savia ácida de los miedos
y la sombra de agonía de los alfileres. O del escalpelo.
Cada quien tiene sus razones para la vigilia,
el cáncer sordo del tiempo,
destraba la soga fúnebre de los costados.
Las noches pulsan ciegos pájaros, estrangulan escaleras,
destruyen el paladar. Y el zumbido de los acuarios.
Le sigue el día en algún sitio donde las paredes se pintan
de soledades y los jirones de polvo son inevitables.
Un mendigo cuenta las monedas que le salpican los ojos;
al otro lado de la calle, esas monedas prostituidas alivian
el hambre de quienes viven en la oscuridad.
.
Del libro “Estación Huidobro”, 2019
©André Cruchaga