jueves, 30 de agosto de 2012

FULLATGE CLAUSTRAL/ FOLLAJE CLAUSTRAL. COMENTARIO INTRODUCTORIO Y TRADUCCIÓN PERE BESSÓ

Imagen tomada de m.forocoches.com




FULLATGE CLAUSTRAL/ FOLLAJE CLAUSTRAL. COMENTARIO INTRODUCTORIO Y TRADUCCIÓN PERE BESSÓ



Mi querido André: Si en anteriores poemas en prosa podíamos advertir un desnudamiento de tu laberinto de lenguaje, hoy vuelves con este poema a la exuberancia formal y la agitación del pensamiento inducido por las estructuras a-lógicas de la sintaxis y semántica del texto. En efecto, tal afirmación merece un punto de inflexión: acá no se trata de ruptura de puntuación o de meras reglas sintácticas (y 'gramaticales'). Demasiado fácil y André no lo necesita para su propósito. Hablamos, pues, de otra sintaxis, la del encadenamiento de las pautas lógicas del pensamiento hecho carne: la substancia del pensamiento lingüístico.

Vuelve nuestro poeta André Cruchaga a la liberación de la estructura lógica del pensamiento que deviene lenguaje mediante el cultivo, fundamentalmente, de la metáfora irracional clásica, cabeza de puente de los primeros surrealistas, la metáfora de metáforas y metáfora-río a las que se abocó Breton tras el fracaso (literario, sentimental y suicidio) de su amigo Jacques Rigaud, tan ignorado por los demás como honesto para sí mismo. Tal poema, pues, se inicia en la práctica tan conocida de la agitación y conmoción de los sentidos para adentrarse a lo que el poeta decididamente y sin reparo alguno llama: follaje claustral. Y, desde luego, no pensamos en follaje de foresta ni en claustro de monjes o novicias, sino en la densidad extrema y suma del cruce connotativo de los términos 'follaje' y 'claustro' como encrucijada de hábitats posibles del poeta:

Desde las rendijas de la corteza láctea de los sueños, cualquier coleccionista de antigüedades ve colgado el calendario de la luna en el el ruiseñor que volando emerge del subsuelo del pétalo clandestino del oleaje.

Y sólo he escogido el inicio que el lector habrá de desentrañar para poder adentrarse en la foresta nocturna y marina del poema. Comencemos, pues, al juego y apuesta: Hay rendijas en la corteza de los sueños a través de los que poder contemplar la Vía Láctea... ¿Sí?, pues sigamos: El poeta contempla, tal el coleccionista de antigüedades, un calendario colgado de la luna que se anima en un ruiseñor... ¿ah? que emerge/renace de un pétalo... ¿y? un pétalo capaz de recordarnos a Boticelli y su Nacimiento de Venus, entre la espuma, las valvas de la concha y el intenso oleaje. Todo ese universo capaz de conjugar lo Uno y su diversidad cabe en el poema. ¿Personne ne va plus? La senda espera.




FULLATGE CLAUSTRAL




Des de les esquerdes de l'escorça làctia dels somnis, qualsevol col•leccionista d'antigüitats veu el calendari penjant de la lluna, en el rossinyol que emergeix volant del subsòl del pètal clandestí de l'onada. Enmig de la fondor de la tornada del pessic, la dansa quasi apocalíptica de l'anyell incaut de les penes, la remulla de la brasa del pou dels desigs, al damunt el bosc de corbs sargint cada branca del crit, gitat en el sucre del melic. El claustre és absorbent. Em quede ací, jugant a hoste de cactus dins del reremón esclarit de l'oblit, al florit furt de les ninetes que reclama arcs del cel fluvials, o coàguls de nuesa damunt de la mola del nixtamal, el pedrís cap a la fi del desvari. Intuesc que aquest puls no és transferible a la cendra, sinó a l'espill fluctuant del suc de la pedra tocada per les mans de la pluja, túnica insomne del ros sobre el diàmetre seminal del sabor. No hi ha temps per al badall quan al cràter braceja inevitable el campanari al domicili de l'argila. En la terra de les ulleres de la nit, els panys del temps destinats a la pols, els cadàvers bategants de les voravies, el clivell fins al fons de la pluja. Ací, en aquest fullatge claustral on busque els graons del rostoll, hi ha llençols trencats i sospirs, i fantasmes agosarats que tallen les branques de l' aire. Lllavors, busque la porta per a entrar a la normalitat, jugue a les possibilitats del rent.

Baratària, 29.VIII.2012




FOLLAJE CLAUSTRAL




Desde las rendijas de la corteza láctea de los sueños, cualquier coleccionista de antigüedades ve colgado el calendario de la luna en el ruiseñor que volando emerge del subsuelo del pétalo clandestino del oleaje. En medio de la hondura del estribillo del pellizco, la danza casi apocalíptica del cordero incauto de las penas, el remojo del ascua del pozo de los deseos, encima el bosque de cuervos zurciendo cada rama del grito, echado en el azúcar del ombligo. El claustro es absorbente. Me quedo aquí, jugando a huésped de cactus dentro del trasmundo entresacado del olvido, al florecido hurto de las pupilas que reclama fluviales arco iris, o coágulos de desnudez sobre la piedra de moler del nixtamal, el poyetón hacia el final del desvarío. Intuyo que este pulso no es transferible a la ceniza, sino al espejo fluctuante del zumo de la piedra tocada por las manos de la lluvia, insomne túnica del rocío sobre el diámetro seminal del sabor. No hay tiempo para el bostezo cuando en el cráter bracea inevitable el campanario en el domicilio de la arcilla. En la tierra de las ojeras de la noche, las cerraduras del tiempo destinadas al polvo, los cadáveres palpitantes de las aceras, la grieta hasta el fondo de la lluvia. Aquí, en este follaje claustral donde busco los peldaños del rastrojo, hay rotas sábanas y suspiros, y atrevidos fantasmas que cortan las ramas del aire. Entonces, busco la puerta para entrar a la normalidad, juego a las posibilidades de la levadura.

Barataria, 29.VIII.2012