DE L’ALTRE COSTAT, EL MATEIX TEMPS
Del otro lado de la isla se oye
débilmente
el silbido de la tormenta.
Gustaf Munch-Petersen
De l’altre costat de la finestra i
les parets, se sent la nit minvant
dels parracs fixats a aquesta folla
porfídia d’un dia que es buida
la súplica dels seus engonals. A la
solapa del vent em ve el desvari
fantasmal de la nuesa, el xiprer del
pati de darrere que s’enreda
en el meu alè, la boirina a seques
entre les fulles i les pedres.
Hi ha un joc pervers del so als porus,
un vas de carn
davant dels meus ulls, una paret
sense ales que em desempara i no il•lumina.
Així transcorre la meua ombra, mentre
vetla l’esfonsament
entre escletxes, aquesta manera de
ser de l’espill entre espines antigues.
Si tan sols existires en la meua
despulla, fosc desig de l’espera.
Si tan sols vingueres a sagnar al meu
costat aquesta música tèbia i volàtil,
el paladar, en un instant, sería
l’escó per trobar el camí.
L’arbre de la soledat s’ha tornat una
sentinela adusta.
En l’humà que sóc, pense en la
humitat que es construeix
als prostíbuls, en aquesta llavor
estranya del foc en l’entranya.
Al lluny se sent la ràfega d’aigua
sense pudor caure damunt de la terra.
.
. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en
català per PERE BESSÓ
.
DEL OTRO LADO, EL MISMO TIEMPO
Del otro lado de la isla se oye
débilmente
el silbido de la tormenta.
Gustaf Munch-Petersen
Del otro lado de la ventana y las
paredes, se oye la noche menguante
de los andrajos adheridos a esta loca
porfía de un día que vacía
la súplica de sus ingles. En la
solapa del viento me viene el desvarío
fantasmal de la desnudez, el ciprés
del traspatio que se enreda
en mi aliento, la neblina a secas
entre las hojas y las piedras.
Hay un juego perverso del sonido en
los poros, un vaso de carne
frente a mis ojos, una pared sin alas
que me desampara y no alumbra.
Así transcurre mi sombra, mientras
vela el hundimiento
entre rendijas, esta manera de ser
del espejo entre espinas antiguas.
Si tan solo existieras en mi despojo,
oscuro deseo de la espera.
Si tan solo vinieras a sangrar junto
a mi esta música tibia y volátil,
el paladar, en un instante, sería el
peldaño para encontrar el camino.
El árbol de la soledad se ha vuelto
un centinela adusto.
En lo humano que soy, pienso en la
humedad que se construye
en los prostíbulos, en esa semilla
extraña del fuego en la entraña.
A lo lejos se oye la ráfaga de agua
sin pudor caer sobre la tierra.
.
Del libro: ‘Fuego de llaves
invisibles’, 2021
©André Cruchaga
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