viernes, 1 de enero de 2021

EN LA DISTÀNCIA│ EN LA DISTANCIA

 

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EN LA DISTÀNCIA

 

 

Te parecía volver a una dulce costumbre

desde lo extraño y distante.

Luis Cernuda

 

 

Hi ha un cor de reixes de ferro a fora del batec.

Allà en la distància, una estàtua de xiprers i el recòndit de la llum

de les teulades: només delere el dret al retorn a aquesta altra terra

de desvaris o almenys estranya en el seu riu de congoixes.

És tasca difícil continuar agonitzant en aquesta asfíxia imprecisa.

Tot açò, potser, siga el declivi inesgotable d’un jardí pretèrit,

o l’ombra que mai no es rendeix penjada del coll.

He resolt no aferrar-me ja al que la memòria dicta:

per on caminem i furtem l’alegria, ja no caminem,

ni tan sols en aquel riu revolt dels antidepressius,

ni en la rosa dels cossos que estimem amb foc irresistible,

ni tan sols en aquella mort vesprejada en el bolic amuntegat

dels dies infames, consumidors insaciables del vertigen.

La gran pregunta, ara, és cap a on anem. Cap a on.

L’espera fou un llarg joc de follia, endivinació, hipnosi.

Un joguet de disfresses es fa inevitable:

supose que només ens queden els ulls per a veure la penombra.

.

. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

 

 

 

EN LA DISTANCIA

 

 

Te parecía volver a una dulce costumbre

desde lo extraño y distante.

Luis Cernuda

 

 

Hay un coro de verjas de hierro afuera del latido.

Allá en la distancia, una estatua de cipreses y lo recóndito de la luz

de los tejados: solo ansío el derecho al retorno a esta otra tierra

de desvaríos o al menos extraña en su río de congojas.

Es tarea difícil seguir agonizando en esta asfixia imprecisa.

Todo esto, acaso, sea el declive inagotable de un jardín pretérito,

o la sombra que nunca se rinde colgada del cuello.

He resuelto ya no aferrarme a lo que la memoria dicta:

por donde caminamos y hurtamos la alegría, ya no caminamos,

ni siquiera en aquel río revuelto de los antidepresivos,

ni en al rosa de los cuerpos que amamos con fuego irresistible,

ni siquiera en aquella muerte anochecida en el petate agolpado

de los días infames, consumidores insaciables del vértigo.

La gran pregunta, ahora, es hacia dónde vamos. Hacia dónde.

La espera fue un largo juego de locura, adivinación, hipnosis.

Un juguete de disfraces se vuelve inevitable:

supongo que solo nos quedan los ojos para ver la penumbra.

.

Del libro: “Invención de la espera”, 2020

©André Cruchaga



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