Vacío habitado. André Cruchaga (El Salvador)
Vacío habitado de André Cruchaga o la poesía como búsqueda de un lenguaje
aprehensor
del sentido/ sin sentido de la existencia
José Siles1
1 Narrador,
poeta y catedrático de Universidad. Universidad de Alicante (España).
André Cruchaga es un poeta salvadoreño
que nació en Nueva Concepción (Chalatenango, 1957). Cruchaga se inició en la poesía
allá por la década de los ochenta empezando a compatibilizar su actividad
lírica con su trabajo como docente y gestor educativo. Su amplia obra ha sido
traducida a varios idiomas llegando a obtener un importante reconocimiento
internacional: “Alegoría de la palabra”
(1992), “Visión de la muerte” (1994),
“Enigma del tiempo” (1996), “Roja Vigilia” (1997), “Rumor de pájaros” (2002),"Oscuridad
sin fecha”
(2006), “Pie en tierra” (2007), “Caminos cerrados” (2009), “Viajar de la Ceniza” (2010), “Cielorraso” (2017), etc.
André se incorporó al universo poético ante la necesidad de dar rienda
suelta a su humanismo sensorial…, una faceta que explica en gran medida la
insaciable transversalidad sensitiva de
sus poemas; tal vez eso tenga que ver con su infatigable actividad creativa y con
la repercusión internacional que han tenido sus poemas que han atravesado
fronteras geográficas, lingüísticas y culturales. Sin duda, una muestra de esta
proyección internacional la constituyen la aparición de “Memoria de Marylhurst” en Estados Unidos, “Caminos cerrados” en Méjico y “Poeta en Barataria” en Cuba.
El poeta salvadoreño nos vuelve a sorprender con una nueva y extensa
obra: “Vacío habitado” editada por Teseo e integrada por nada menos que 112
poemas. Una de las características primordiales de esta nueva entrega consiste,
de nuevo, en una radicalidad (de raíz, de
profundidad, de ignota trascendencia) que confiere un gran calado al
conjunto de la obra. Efectivamente, leyendo cualquiera de estos poemas al azar,
el lector podrá confirmar tras su detenida lectura la persistencia de una
estética que trasciende y aglutina la diversidad temática en cualquiera de
ellos. Tal como afirmamos cuando escribimos la reseña de Cielorraso: “(…) Cruchaga no se ampara en la supuesta sencillez del
fenómeno sujeto de su acción poética, sino que su indagación profundiza en las
raíces siguiendo todas las vías posibles del ser poético…,ser que observa,
siente, huele, ama, odia, toca, disfruta, sufre y, sobre todo, respeta la esencia del sentimiento. Respeta
porque ante todo se esfuerza por mantener la complejidad de su naturaleza.
Cruchaga es un poeta sinestésico abierto al polisensualismo y esto lo convierte
en alguien que busca casi obsesivamente la trascendencia de cada acto
perceptivo yendo siempre al mismo fin: despertar la conciencia del ser humano
ante la fatal incomprensión de una realidad tan confusa y aplastante como la
misma muerte” (Siles, 2017: 246).
Etiquetar a los poetas según las
características de sus obras no es tarea sencilla y, muchas veces resulta
artificioso, pero en el caso que nos ocupa es aún una tarea mucho más ardua.
También es posible escudriñar las influencias de otros poetas y otros
movimientos: modernismo, surrealismo, creacionismo, ultraísmo, etc. En este
sentido, Cruchaga admira y ha leído a muchos poetas y seguramente tendrá
influencias de muchos de ellos, pero es difícil que se reflejen en su poesía de
forma evidente. Vicente Huidobro es uno de los poetas cuya influencia sí se
puede atisbar nítidamente en el trabajo de Cruchaga. Huidobro equiparaba el
arte poético al ejercicio divino pues éste rezumaba la libertad y la pulsión
creadora que le permitía escribir poemas como “Ella”[1]
en cuyos versos, como en una barrena que atraviesa las paredes de habitaciones
donde todo es “Vacío habitado”…, se
aprecia el potencial sintetizador de la
sinestesia[2]
“Tenía
una boca de acero
Y
una bandera mortal dibujada entre los labios
Reía
como el mar que siente carbones en su vientre
Como
el mar cuando la luna se mira ahogarse
Como
el mar que ha mordido todas las playas”.
Ya en la Biblia y en la poesía clásica se encuentran antecedentes del
enfoque poético sinestésico: Cantar de los Cantares (oleum efusum nomen tuum), Homero (voces color lirio), Platón (oscuro
oír), Virgilio, los barrocos
españoles, el simbolismo francés decimonónico
los románticos ingleses y alemanes, los
modernistas, especialmente Rubén Darío y Juan Ramón (Schrader, 1975;
Ynduráin, 1969; Córdoba, et al, 2012). Pero la amplitud del enfoque sinestésico
desborda los límites de los ismos y las generaciones. Así podemos ver como
Vicente Alexandre, representante de la generación del 27, integra en su
universo poético la visión “fundidora” de los sentidos tanto a través de la
mística de San Juan de la Cruz y Fray Luis de León como en los románticos
decimonónicos ingleses. En definitiva, como Cruchaga, se trata de un poeta
afincado en la necesidad de fusionarse con el cosmos para huir de la soledad,
de la condena a la mortalidad. Por eso Alexandre también está influenciado por
la sinestesia de los románticos ingleses que buscan una trascendencia emocional
que los rescate de la nimiedad del ser: “Yo en estas tardes leo Shelley, hermano cuya luminosidad me
deslumbra. ¿Qué naturaleza dorada, melancólica o estática, ebria de luz o de
tristeza y de amor (…)” (López Martínez, 1991: 284).
En Cruchaga encontramos esa misma
poesía saturada de dinamismo y síntesis en la que el cosmos, la naturaleza y el
ser humano aparecen simultáneamente tan luminosos, ebrios de luz y amor como
melancólicos, dorados por atardeceres
declinantes y profundamente hundidos en una amarga y triste melancolía, tal
como se muestran los sentimientos del poeta en “Transparencia”: Mirar la gota en el ojo que la ansía./La gota
solamente en lo profundo./—Pero, no mires la claridad, en la claridad
misma,/sino en la salida de los rostros y los nombres;/todo tiene su ritmo, el
fuego y la muerte, el tiempo que nos alcanza y nos deja, el grano de mostaza en
la estatura, la roca fiel al río/en su propio espejismo./No mires los colores
volcados en el arcoíris,/sino en la rama disuelta del designio,/que la palabra
compartida es silencio (…)” (Cruchaga, 2020:37).
Esta estética pan-sensorial y
sinestésica en la que el poeta traspasa el límite impuesto por la lógica
ordenada de la realidad transformándose en un creador (creacionismo) sin ambages a imagen y semejanza de un dios, se
aprecia en muchos de los poemas de Cruchaga y en “Vacío habitado” nos
encontramos con varios poemas en los que la visión fractal de la realidad se
viste de poesía como en “Invocación a la saliva” (Cruchaga, 2020: 169).
“En
la boca, la saliva brama sus litorales.
¿De
qué estás hecha para morder los crepúsculos
el
pulso claro de las palabras,
los
peces del fuego?
Gira
alrededor la ráfaga de los minutos
Deambula
la ebriedad de los sótanos,
los
superhombres de la ficción (…)”.
En definitiva, se encuentran en
Cruchaga, algunas reverberaciones esenciales del creacionismo que lideró el
poeta Chileno Vicente Huidobro, que
consideraba la poesía como una divinidad creadora de realidades dinámicas que
fluyen a través del tiempo en un inaparente
y desconcertante equilibrio en el que la muerte juega un papel
organizador crucial. En este sentido, André Cruchaga dedica varios poemas de su
“Vacío habitado” a la muerte y a sus
manifestaciones: Cada día la muerte,
Fosa, Féretros, Cada día nuestra fosa,
Cadáver; porque conoce la sórdida necesidad de muerte que tiene la
existencia para que prevalezca cierto orden, tal como afirma Siles en Paradoja: La muerte/ esa fulana
maldita/con fama de puta/es la asalariada peor retribuida/ por la vida/ causa y
fin de su existencia/…y su principal explotadora (Siles, 2014:16).
Así, en “Féretros” el poeta
vislumbra con el sosiego de los sabios cautos la irreversible llegada del
porvenir: “Siempre me ha cautivado la madera al poniente de mis zapatos. /En el
callejón sin salida de la tumba,/las honras fúnebres del océano. /Y la
turbiedad de los espejos (…)” (Cruchaga, 2020: 54).
En “Cada día la muerte”: “Sube a la
memoria el prensapapel de los ataúdes./ Todo está escrito, allí, después de
todo en la respiración (…)”(Cruchaga, 2020:22)
se aprecia la preexistencia del final desde el primer aliento vital,
pero no como un drama, sino más bien como la constatación de una realidad que
todo el mundo necesita soslayar para seguir su camino con cierta higiene
diaria.
Pero sería poco ajustado a la
realidad centrar la estética de Cruchaga en el creacionismo porque, en el
fondo, lo que busca el poeta no es sino el entendimiento de la realidad, el tan
traído y llevado “sentido de la vida”. El problema para Cruchaga como para
otros grandes poetas, es la enorme impotencia que el ser humano tiene para
detectar el auténtico sentido de la existencia, tal vez porque, en el fondo, no
existe tal sentido…, al menos dentro de
los límites del lenguaje convencional que sigue subordinado a una realidad
ordenada con una lógica incontrovertible. Sí, el lenguaje y sus limitaciones
para expresar la complejidad contradictoria y múltiple de la realidad
constituye una de las constantes y obsesiones de Cruchaga que, como Sísifo,
emprende una y otra vez la fatigosa tarea de empujar la enorme piedra de la poesía montaña arriba en una búsqueda
incesante de sentido…a pesar de que tal vez es una tarea imposible; así lo
expresa en “Césped en el ansia”: Nunca supe,/ qué cosa es el destino;/ y sin
embargo, entendí los tiestos de ceniza alrededor de los zapatos,/ sobre la
joroba de la pesadumbre,/ en la voz desmembrada de la espuma con toda su pureza
de sal,/ salmos galopantes de las sombras (…)” (Cruchaga, 2020:20).
En esta pundonorosa y continua
búsqueda de una nueva forma de expresión, de adaptación del lenguaje a las
raíces ignotas de la realidad, hay que interpretar el denominado lenguaje
fractal en cuyo territorio se adentra el poeta salvadoreño. En este sentido,
Jiménez Simón (2018) sostiene que Cruchaga concilia su obra en un universo
ético donde impera el caos, pero solo aparentemente, porque en el fondo de su
poesía persiste una geometría matemática cuyo orden es tan fundamental como
inaparente.
Con los descubrimientos de la física
cuántica se reconoce, por fin, la impotencia del lenguaje para conciliar la
realidad emergente con una nueva lógica diametralmente opuesta a todo lo
preexistente, a todo el entramado previamente interpretado. Y se llega admitir
que la existencia de una realidad y su contraria (el famoso gato que puede estar vivo y muerto simultáneamente según
vengan dadas) forma parte de una verdad tan esencial como inaccesible al
entendimiento y a su expresión mediante el lenguaje neopositivista. Emily
Dickinson escribió un poema a mediados del XIX, Posibilidad, “(…) que bien podría haber sido esgrimido por Bohr o
Heisenberg para ilustrar lo esencial de la realidad cuántica (…)” (Durán,
2017): “(…) Habito la posibilidad,/una casa más bella que la prosa,/más
numerosa de ventanas/y más rica de puertas (…)” .
Así Cruchaga sostiene en “Trama” la
incidencia del cromatismo en la plasmación de una realidad que tan sólo es una
muestra diminuta de todas las opciones, de todas las situaciones posibles:
“Realidad,/ —¿Cuántas bocas encantadas en tu nombre?/¡Cuánta saliva en tu
cuerpo?/(…)/—La realidad, ¿es sólo una aventura del cromatismo, acaso la
oscuridad/enardecida, o la polea que nos provoca los sueños,/o el estatuto del
caos que se rearma en el horizonte?” (Cruchaga, 2020: 108). No en vano poetas y
hasta narradores como Michel Houellebecq ya se han posicionado sobre esta
cuestión y en “El mundo como supermercado” el novelista francés apuesta por la
necesidad de que la ciencia acepte la poesía como herramienta imprescindible en
la construcción de un nuevo lenguaje que asimile y facilite la digestión intelectual
de las contradicciones propias del universo cuántico (Cervantes, 2013). Leer
los poemas de Cruchaga facilita, sin duda, una gestión diferente de la
percepción del mundo y esto, en sí mismo, creo que transgrede el ámbito
poético; así, en “Fermentos”, nos encontramos con el carácter invertebrado de
toda certidumbre: “(…) En la pira del extravío,/ lo fugitivo de las
certezas,/el hilillo del ansia como huella de piedra mientras existimos./Algo
quedará en las estrofas del horizonte,/quizás el horizonte mismo/con sus aguas
revestidas, el barullo o la muerte de nuestras horas,/el lindero o el obelisco
de la espuma… (Cruchaga, 2020:69).
Pero más allá del lenguaje fractal,
los avances de la ciencia cuántica, el creacionismo o la sinestesia empleada
por diferentes ismos a los que ya
hemos aludido, tal vez lo crucial en la poesía de Cruchaga radique en algo que
es mucho más elemental y compartido por el universo poético: la falta de sentido de la vida. Ya Heidegger
recurrió a la poesía para lamerse las heridas provocadas por su lacerante
afirmación sobre lo absurdo de la vida en “El ser y el tiempo”: El hombre es un
ser arrojado a la vida para la muerte (Siles y Solano, 2007). En El salto, Heidegger reincide en su
desesperanza por hallar un significado a la existencia: Toma, arroja y abriga/
Y el salto sea/Desde el más amplio recuerdo/Hacia un infundado circuito (…)”
(Heidegger, 2008).
Cruchaga anda envuelto en una búsqueda existencial donde aparece una y
otra vez el salto hacia el absurdo,
calificativo que ha dado lugar a un “ismo” que va más allá del creacionismo: el
“absurdismo” que surge como toma de conciencia del poeta de la imposibilidad de
encontrar un sentido a la vida y que acaba convenciéndose de que la postura
menos indecorosa consista en asumir ese hecho. El absurdismo hunde sus raíces
en el existencialismo donde destacan Sartre y Camus, pero tal como afirma Cohen
la poesía, aunque rompe la cadena causal para aprovechar el impacto
desintegrador de la irracionalidad, no es en absoluto absurdo (solo es un absurdo en apariencia), porque
mediante la creación poética vinculada al absurdismo se construye el sentido de
la existencia que resulta inalcanzable por otros medios. Soní Soto (2009) analizando el absurdismo del peruano César Vallejo
sostiene que el absurdo es la consecuencia de la reacción contra el orden
normal para transmitir la propia concepción de la realidad que deviene de sus
vivencias y sensaciones. ¿Nos suena esto en la obra de Cruchaga? En
definitiva, siguiendo a Jean Cohen, los
esfuerzos de Cruchaga se centran en lograr una convergencia entre la criptica
realidad y el lenguaje: “La misión propia de la poesía es ofrecer a lo más
sólido del lenguaje y a lo más misterioso del mundo un lugar para una
misteriosa coincidencia” (Cohen, 1973; Cervantes, 2013).
En definitiva, en “Vacío habitado” el lector encontrará
los hermosos, intensos y dramáticos poemas de un poeta irreductible en su
complejidad que resulta difícil de etiquetar, y que utiliza la sinestesia para
cruzar a nado la existencia…, una existencia poética en la que Cruchaga
transita sin renunciar en ningún momento a su sensualismo sinestésico desde un creacionismo “sui géneris”, en el
que la percepción de la realidad es tan radical como la raíz de una secuoya
milenaria, a una poética insurgente
creadora de un metalenguaje que se rebela pacíficamente desde el absurdismo
lírico contra el absurdo de la existencia; y en medio de todo, los versos como
instrumento para cambiar el mundo…, aunque sólo sea en la entrañable e
irrenunciable órbita del universo
íntimo.
Referencias
—Cervantes,
J. (2013). El absurdo creador (por Michel Houellebecq
en ‘El mundo como supermercado’). Recuperado de
https://amanecemetropolis.net/el-absurdo-creador-por-michel-houellebecq-en-el-mundo-como-supermercado/
—Cohen, J. (1973). Estructura del lenguaje poético. Madrid:
Gredos.
—Córdoba,
M.J. (et. al.) (2012). Sinestesia. Los
fundamentos teóricos, artísticos y científicos. Granada: Ediciones
Fundación Internacional Artecittà.
—Cruchaga,
A. (2020) Vacío habitado. El
Salvador: Teseo.
—Durán, A.J. (2017) Poesía del mundo cuántico (Emily Dickinson). Píldoras. Recuperado
de https://institucional.us.es/blogimus/2017/04/poesia-del-mundo-cuantico/
—Heidegger, M.
(2008) Meditación. Madrid: Biblos.
—López
Martínez, M. I. (1991). Sinestesias en la poesía de Vicente Aleixandre. Anuario de Estudios Filológicos, 14,
283-299
—Martínez Simón,
J.R. (2018). El realismo fractal de la
palabra. Recuperado de Schrader, L. (1975). Sensación y sinestesia. Madrid: Gredos.
—Siles,
J. (2017). Cielorraso, la poesía sinestésica de André Cruchaga. Cultura de los Cuidados, 21(48), 245-246. Recuperado de
http://dx.doi.org/10.14198/cuid.2017.48.27
—Siles, J., &
Solano, C. (2007). El origen fenomenológico del “cuidado” y la importancia del
concepto de tiempo (…). Cultura de los
cuidados. 11(21) 19-27
—Ynduraín,
F. (1969). Sinestesia en la poesía de
Juan Ramón. Madrid: Gredos.
—Soní Soto, (2009).
Trilce, la poética del absurdo. Revista,
Casa del Tiempo, II-IV, (22-23), 13-28.
Recuperado de
https://aracelisoni.wordpress.com/2009/08/23/trilce-la-poetica-del-absurdo/
José Siles González, (prologuista, España)
José Siles González
Biografía
Su infancia transcurre en su ciudad natal,
Cartagena, donde cursa sus estudios de primaria en el Patronato de Cartagena
(1962-1969), y de secundaria en el Instituto de Enseñanza Media Isaac Peral.
Tras un breve periodo en la Marina inicia su periodo universitario en Murcia
(licenciado en historia y pedagogía, ATS), gracias a esta última titulación, lo
que hoy se conoce como “enfermería”, trabaja en ciudades andaluzas como Cabra,
Córdoba y Almería. A finales de los ochenta recala en Alicante, donde realiza
su doctorado en historia y comienza a impartir clases en la Universidad de
Alicante, en la cual ocupa actualmente un puesto de Catedrático en la Escuela
de Enfermería. Haciendo alusión a su faceta de escritor, el propio autor señala
«Desde el principio hasta el final, me he sentido atraído por la literatura, y
gracias a ella en general y a autores como: Goytisolo, Landero, Joyce, Faulkner
o José María Álvarez, me ha sido más fácil sobrellevar eso que llamamos
"las cosas de la vida" ».
Bibliografía
Publicaciones
NARRATIVA
-Resaca estigia. Osario, Cartagena, 1986.
-La última noche de Erik BiKarbonato. Aguaclara, Alicante, 1991. (Premio Café Iruña, Bilbao.)
-El hermeneuta insepulto y otros relatos. Ayuntamiento de Villajoyosa, 1992. (Premio ciudad de Villajoyosa, 1991).
-La delirante travesía del soldador borracho y otros relatos. Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante, 1995.
-Incluido en la antología: Nueva narrativa Alicantina, con la obra "La Utopía Reptante". Eediciones Tucumán, Alicante, 1997.
-El latigazo. Huerga & Fierro, Madrid, 1997. (Finalista en premio de novela Ciudad de Barbastro).
-La Venus de Donegal. Libertarias Prodhufi, Madrid, 2012.
-La Utopía Reptante y otros relatos. Verbum, Madrid, 2015.
POESÍA
Poemarios Protocolo del hastío. Vitruvio/ Colección Covarrubias, Madrid, 1996.
El sentido del navegante. Instituto de Estudios Modernistas, Valencia, 2000.
Incluido en la antología: Poetas Valencianos del 90. Antología y Diccionario (Editor Ricardo Llopesa). Instituto de Estudios Modernistas, Valencia, 2000.
La sal del tiempo. Huerga & Fierro, Madrid, 2006. Los Tripulantes del Líricus. Editorial Devenir, Madrid, 2014.
Poemas en diferentes revistas literarias de España e Hispanoamérica
Ladridos de agua. Revista Perito en Lunas nº 10, p-23; 2006.
La metamorfosis del mercader. Letralia nº 291, 2013 La loca. Letralia nº 291, 2013. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Siles_Gonz%C3%A1lez
NARRATIVA
-Resaca estigia. Osario, Cartagena, 1986.
-La última noche de Erik BiKarbonato. Aguaclara, Alicante, 1991. (Premio Café Iruña, Bilbao.)
-El hermeneuta insepulto y otros relatos. Ayuntamiento de Villajoyosa, 1992. (Premio ciudad de Villajoyosa, 1991).
-La delirante travesía del soldador borracho y otros relatos. Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante, 1995.
-Incluido en la antología: Nueva narrativa Alicantina, con la obra "La Utopía Reptante". Eediciones Tucumán, Alicante, 1997.
-El latigazo. Huerga & Fierro, Madrid, 1997. (Finalista en premio de novela Ciudad de Barbastro).
-La Venus de Donegal. Libertarias Prodhufi, Madrid, 2012.
-La Utopía Reptante y otros relatos. Verbum, Madrid, 2015.
POESÍA
Poemarios Protocolo del hastío. Vitruvio/ Colección Covarrubias, Madrid, 1996.
El sentido del navegante. Instituto de Estudios Modernistas, Valencia, 2000.
Incluido en la antología: Poetas Valencianos del 90. Antología y Diccionario (Editor Ricardo Llopesa). Instituto de Estudios Modernistas, Valencia, 2000.
La sal del tiempo. Huerga & Fierro, Madrid, 2006. Los Tripulantes del Líricus. Editorial Devenir, Madrid, 2014.
Poemas en diferentes revistas literarias de España e Hispanoamérica
Ladridos de agua. Revista Perito en Lunas nº 10, p-23; 2006.
La metamorfosis del mercader. Letralia nº 291, 2013 La loca. Letralia nº 291, 2013. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Siles_Gonz%C3%A1lez
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