FA MAL EL DECÈS DE LA DEMOCRÀCIA
Ni mi vida es completa ni mi muerte ha fracasado completamente.
Físicamente no existo, por mi carne destrozada, incompleta,
que ya no alcanza a nutrir mi pensamiento.
Antonin Artaud
Ara es consagra la nit i cobreix els
atris més foscos del país.
Algú vol rentar la roba amb l’aigua
servida de les clavegueres.
Amerat de terra vull respirar sense
el degoteig perenne de la por,
resistir-me a les tantes disfresses
que dessagnen les meues vísceres,
he perdut la noció del bé i només
veig la màscara de riallades
del mal i potser el punt final de la
pietat.
Ací tot instant és ombra: hi ha hores
vençudes i corbs despietats
Al costat del tèrbol silenci d’una
soledat dissecada en el dolor.
Tot ací és abisme. L’ofec d’un país
asfixiat cap a dins.
El despullament de l’amor dansa
damunt de l’asfalt i les aixelles.
L’ull es perd als penya-segats i ens
mutila el desempar del plor.
D’ací a poc, entre el real i
l’il•lusori, serem imatge eqüestre
transitant la brisa prisada de
l’opacitat.
Davant de la llibertat tot és un
cadàver desconegut i fa mal el decès
de la democràcia i el seu espectre de
cendra. Fa mal el tall d’aquesta hora.
.
. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en
català per PERE BESSÓ
.
DUELE EL DECESO DE LA DEMOCRACIA
Ni mi vida es completa ni mi muerte ha fracasado completamente.
Físicamente no existo, por mi carne destrozada, incompleta,
que ya no alcanza a nutrir mi pensamiento.
Antonin Artaud
Ahora se consagra la noche y cubre
los atrios más oscuros del país.
Alguien quiere lavar la ropa con el
agua servida de las alcantarillas.
Empapado de tierra quiero respirar
sin el goteo perenne del miedo,
resistirme a los tantos disfraces que
desangran mis vísceras,
He perdido la noción del bien y solo
veo la máscara de carcajadas
del mal y quizás el punto final de la
piedad.
Aquí todo instante es sombra: hay
horas vencidas y despiadados cuervos
junto al turbio silencio de una
soledad disecada en el dolor.
Todo aquí es abismo. El ahogo de un
país asfixiado hacia dentro.
La desnudez del amor danza sobre el
asfalto y las axilas.
El ojo se pierde en los acantilados y
nos mutila el desamparo del llanto.
Dentro de poco, entre lo real y lo
ilusorio, seremos imagen ecuestre
transitando la brisa plisada de la
opacidad.
Ante la libertad todo es un cadáver
desconocido y duele el deceso
de la democracia y su espectro de
ceniza. Duele el filo de esta hora.
.
Del libro: ‘Fuego de llaves
invisibles’, 2021
©André Cruchaga
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