SOLEDAT
AQUIETADA
Al fin me doy cuenta de que tanta
palabra no puede brotar de mí,
del cuerpo que
es, justamente, la soledad
aquietada, el abismo sin aire,
el filo de un paisaje congelado.
José Carlos Cataño
Cap aquesta altra riba d’aigües quietes, el llarg taüt de pell
que configura l’aire en la seua travessia d’ombres i pensaments ferits.
Tallat ja l’espill de la gebrada, i l’abisme de la història fet,
sorgeixen els presagis com a veritats avaluades al pit.
En la marxa comprenguí que un funeral es també quedar-se
al costat de tantes cicatrius, de vegades el cos a soles al final d’un
viatge.
Repassades totes les fotografies de la condemna de la llum apagada,
i les paraules que excedeixen qualsevol vol, la bossa d’ulleres denoten
la gesta d’un vell cor cobert de crepuscles.
Sobre el bolic de la nit, queda remeiat el toll dels carrers
i aquest indefens racó de la meua malenconia.
Sóc conscient de tot: del duel i el seu llenguatge, de l’os i la seua
cendra.
Enmig de la podridura de pedra, un plugim renta la pols.
La fatiga té l’espessor de la nit, la soledat nua del país.
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. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ
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SOLEDAD
AQUIETADA
Al fin me doy cuenta de que tanta
palabra no puede brotar de mí,
del cuerpo que
es, justamente, la soledad
aquietada, el abismo sin aire,
el filo de un paisaje congelado.
José Carlos Cataño
Hacia esa otra orilla de aguas quietas, el largo ataúd de piel
que configura el aire en su travesía de sombras y pensamientos heridos.
Tallado ya el espejo de la escarcha, y el abismo de la historia hecho,
surgen los presagios como verdades aquilatadas en el pecho.
En la marcha entendí, que un funeral es también quedarse
junto a tantas cicatrices, a veces el cuerpo solo al final de un viaje.
Repasadas todas las fotografías de la condena de la luz apagada,
y las palabras que exceden a cualquier vuelo, el bolso de ojeras denotan
la hazaña de un viejo corazón cubierto de crepúsculos.
Sobre el petate de la noche, queda remediado el charco de las calles
y este indefenso rincón de mi melancolía.
Soy consciente de todo: del duelo y su lenguaje, del hueso y su ceniza.
En medio de la podredumbre de piedra, una llovizna lava el polvo.
La fatiga tiene el espesor de la noche, la soledad desnuda del país.
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Del libro: ‘Fuego de llaves invisibles’, 2021
©André Cruchaga
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