lunes, 12 de abril de 2021

TOT PERDURA MENTRE PERSISTEIX LA FEBRE│ TODO PERDURA MIENTRAS PERSISTE LA FIEBRE

 

Imagen FB de Pere Bessó




TOT PERDURA MENTRE PERSISTEIX LA FEBRE

 

 

Me voy. A través del pequeño puente de piedra, cubierto de memoria,

Me estoy alejando, escapando de los sonidos que me encadenan.

Milena Letić

 

 

M’allunye del mur de pedra de les golfes cremades al rostre.

Sota d’els ulls els ocells que mai no arribe a veure,

la memòria que s’ofega en els passos perduts de les exsudacions

de l’ací i de l’ara dels despropòsits de la pols i l’abominable.

No puc fugir, però, de la proclama del ros i la seua albada,

no puc gelar-me en els lladrucs de la nostàlgia i l’espill

despietat que em mossega les paraules,

els engonals, els peus, el respir del cos del desig, el tumult

d’ofecs en l’ombra d’una llàgrima clavada a les venes.

En realitat sempre em trobe ací vetlant el fruit de la vida del cadàver.

En realitat el paisatge s’ageganta en el peix del pecat ancestral,

en el gratacel irracional de la cabellera amarrada a la panna

del teu excels paisatge, al cigne humit del paladar,

al celatge del capoll que el vent desfà amb el rem de l’alè.

Sempre mamprenc la marxa, però em queda al cel de la boca

aquesta pèrdua de còpula, cega i fosa, com la melassa a l’espill.

.

. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

.

 

TODO PERDURA MIENTRAS PERSISTE LA FIEBRE

 

 

Me voy. A través del pequeño puente de piedra, cubierto de memoria,

Me estoy alejando, escapando de los sonidos que me encadenan.

Milena Letić

 

 

Me alejo del muro de piedra de los desvanes quemados en el rostro.

Bajo los ojos los pájaros que nunca alcanzo a ver,

la memoria que se ahoga en los pasos perdidos de las exudaciones

del aquí y del ahora de los despropósitos del polvo y lo abominable.

No puedo huir, sin embargo, de la proclama del rocío y su alborada,

no puedo helarme en los ladridos de la nostalgia y el espejo

despiadado que me muerde las palabras,

las ingles, los pies, el respiro del cuerpo del deseo, el tumulto

de ahogos en la sombra de una lágrima clavada en las venas.

En realidad siempre estoy aquí velando el fruto de la vida del cadáver.

En realidad el paisaje se agiganta en el pez del pecado ancestral,

en el rascacielos irracional de la melena amarrada al témpano

de tu excelso paisaje, al cisne húmedo del paladar,

al celaje del capullo que el viento deshace con el remo del aliento.

Siempre emprendo la marcha, pero me queda en el cielo de la boca,

ese extravío de cópula, ciego y derretido, como la melaza en el espejo.

.

Del libro: ‘Fuego de llaves invisibles’, 2021

©André Cruchaga



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