martes, 13 de abril de 2021

SOM LLOGATERS NOMÉS│ SOMOS INQUILINOS SOLAMENTE

 

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SOM LLOGATERS NOMÉS

 

 

somos inquilinos eternos

que esperamos el invierno

y su bufanda de fuego

Danijela Trajković

 

 

I no hi hares més: som llogaters de vells pedrissos del desús.

A cada aresta de sang, el cudol com a campana filial

als nostres peus, a aquest no-res que ens desperta en la foscor.

Cada ull de l’hivern s’evapora en les nostres palpebres i ens colpeja

Quan s’acreix la seua febre de negres ocells o peixos.

Davant de tanta espera només ens queda la flassada esbocinada

de la nit i les seues circumstàncies esgotades de pol•len i la seua fam

de braços i les abelles escapçades en la pell.

Ningú, per cert, és amo de res. La nuesa és condició en la llista

de proscrits, les faunes sordes que aixopluguen l’horitzó.

Sovint resulta inútil respirar davant de l’aurora.

O pensar en el caos de les trufes, en la calamarsa que s’escampa

en el llom dels gossos, en una carícia obligada al llit de mort.

Quan l’eternitat s’enquista en la ment, vénen els cascos

de la nit, aquestes veus que fantasiegen amb el seu dolor ocult.

És probable que en una llàgrima prisada d’hivern ens abrace el foc

i les seues mossegades de lladrucs al coll. I ens esquince en la seua borrufada.

.

. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

.

 

SOMOS INQUILINOS SOLAMENTE

 

 

somos inquilinos eternos

que esperamos el invierno

y su bufanda de fuego

Danijela Trajković

 

 

Y no hay nada más: somos inquilinos de viejos poyetones del desuso.

En cada arista de sangre, el guijarro como campana filial

a nuestros pies, a esa nada que nos despierta en la oscuridad.

Cada ojo del invierno se evapora en nuestros párpados y nos golpea

cuando arrecia su fiebre de negros pájaros o peces.

Ante tanta espera nos queda solamente, la cobija despedazada

de la noche y sus circunstancias agotadas de polen y su hambre

de brazos y las abejas decapitadas en la piel.

Nadie, por cierto, es dueño de algo. La desnudez es condición en la lista

de proscritos, las faunas sordas que cobijan el horizonte.

A menudo resulta inútil respirar frente a la aurora.

O pensar, en el caos de las patrañas, en el granizo que se esparce

en el lomo de los perros, en una caricia obligada en el lecho de muerte.

Cuando la eternidad se enquista en la mente, vienen los cascos

de la noche, esas voces que fantasean con su dolor oculto.

Es probable que en una lágrima plisada de invierno, nos abrace el fuego

y sus mordiscos de ladridos al cuello. Y nos desgarre en su ventisca.

.

Del libro: ‘Fuego de llaves invisibles’, 2021

©André Cruchaga


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