Imagen FB de Pere Bessó
ESBÓS
DE PENOMBRA
En esta encrucijada
El vértigo es lo más hermoso que he conocido
André Breton
El vértigo es lo más hermoso que he conocido
André Breton
Ningú no camina per aquests carrers on les
osssades deixaren
de ser efímeres: una harmònica de penes s’esquinça a les mans
com un tronc de sang al peu de la humitat d’un bisturí.
Cada vegada caminem sense soterrar aquesta esperança cega de rosegó.
És fastigós aquest temps de motle i vassallatge.
Sabem que la foscor, arreu, ens mira maldestrament
les entranyes i brunzeixen llums moribundes.
Un paraigües pòstum agrupa la pluja al voltant dels ulls.
Un cavall de pedra esquinça el pit fins a l’abrupte d’un túnel.
.
Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ
de ser efímeres: una harmònica de penes s’esquinça a les mans
com un tronc de sang al peu de la humitat d’un bisturí.
Cada vegada caminem sense soterrar aquesta esperança cega de rosegó.
És fastigós aquest temps de motle i vassallatge.
Sabem que la foscor, arreu, ens mira maldestrament
les entranyes i brunzeixen llums moribundes.
Un paraigües pòstum agrupa la pluja al voltant dels ulls.
Un cavall de pedra esquinça el pit fins a l’abrupte d’un túnel.
.
Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ
BOSQUEJO DE PENUMBRA
En esta encrucijada
El vértigo es lo más hermoso que he conocido
André Breton
El vértigo es lo más hermoso que he conocido
André Breton
Nadie camina por estas calles donde las
osamentas dejaron
de ser efímeras: una armónica de penas, se desgarra en las manos
como un tronco de sangre al pie de la humedad de un bisturí.
Cada vez caminamos sin soterrar esta esperanza ciega de mendrugo.
Es asqueroso este tiempo de molde y vasallaje.
Sabemos que la oscuridad, en cualquier parte, nos mira torpemente
las entrañas y zumban luces moribundas.
Un paraguas póstumo agrupa a la lluvia en torno a los ojos.
Un caballo de piedra rasga el pecho hasta lo abrupto de un túnel.
.
Del libro: “Lejanías rotas”, 2020
de ser efímeras: una armónica de penas, se desgarra en las manos
como un tronco de sangre al pie de la humedad de un bisturí.
Cada vez caminamos sin soterrar esta esperanza ciega de mendrugo.
Es asqueroso este tiempo de molde y vasallaje.
Sabemos que la oscuridad, en cualquier parte, nos mira torpemente
las entrañas y zumban luces moribundas.
Un paraguas póstumo agrupa a la lluvia en torno a los ojos.
Un caballo de piedra rasga el pecho hasta lo abrupto de un túnel.
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Del libro: “Lejanías rotas”, 2020
©André Cruchaga
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