jueves, 15 de septiembre de 2022

FOSCOR IL•LUSIONADA│ OSCURIDAD ILUSIONADA

 

Obra pictórica de Joan Mitchell


FOSCOR IL•LUSIONADA

 

 

Recuerdo aquel verano

Con sus púberes manzanas y sus árboles cautivos

Teófilo Cid

 

 

El cos darrere de la finestra com la pedra en aquest orb beuratge

tancat dels ulls i la sang en presència de la pluja

que mulla el rostre i y reflecteix una onada de núvols:

en aquesta foscor il•lusionada, sempre sorda la claredat, la llum fatigada

que sotsobra en el pensament i en la proclama dels ulls.

Sempre tan a prop encara que el seu basc estiga distant del meu galop.

Enganya el cadàver del dia i el fulgor cremat de la pluja.

Tot i així, acumule totes les imatges que poden agafar les meues mans.

(Hem begut el dol amb la semblança d’un mirall de febre,

quantes pors s’obren en les temples? ¿Quanta ombra parpelleja

al meu alè i esguita de llum el meu estimbador?

Quants altars de grafitti com a genets descolorits en el gris

del presene que ens dispara els seus malsons?)

Ens perd joiosament la foscor. Ens enfureix el cruixit

socarrimat, amerat de vertígens ardents, de caliu de bèstia.

Al no-res només hi ha els rius fluvials del silenci.

Els ossos i el seu dubte de rostres esperen submergir-se en l’etern.

L’alienació i els seus nusos intolerables ens transformen.

Nus anem enmig d’abismes fendits de mortalles;

entreobert el bisturí de l’abandó amb aroma esmorteïda.

Ací, resten tacats de mossegades els sentits: no és destral, però sí,

ganivet la follia que envolta els costats.

Ja el cansament es llig al front i, tanmateix, l’assossec

és distant. Tan distant que cada vegada es prolonga més l’horitzó.

Encara és alta l’ebriesa i la garrotxa espessa.

.

Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

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OSCURIDAD ILUSIONADA

 

 

Recuerdo aquel verano

Con sus púberes manzanas y sus árboles cautivos

Teófilo Cid

 

 

El cuerpo tras la ventana como la piedra en este ciego brebaje

cerrado de los ojos y la sangre en presencia de la lluvia

que moja el rostro y refleja un oleaje de nubes:

en esta oscuridad ilusionada, siempre sorda la claridad, la luz fatigada

que zozobra en el pensamiento y en la proclama de los ojos.

Siempre tan cerca aunque su vasco esté distante de mi galope.

Engaña el cadáver del día y el fulgor quemado de la lluvia.

Aún así, acumulo todas las imágenes que pueden asir mis manos.

(Hemos bebido el duelo con la semejanza de un espejismo de fiebre,

¿cuántos miedos se abren en las sienes? ¿Cuánta sombra parpadea

en mi aliento y salpica de lumbre mi despeñadero?

¿Cuántos altares de grafiti como jinetes descoloridos en el gris

del presente que nos dispara sus pesadillas?)

Nos pierde gozosamente la oscuridad. Nos enfurece el crujido

chamuscado, empapado de vértigos ardientes, de rescoldo de bestia.

En la nada solo están los ríos fluviales del silencio.

Los huesos y su duda de rostros esperan sumergirse en lo eterno.

La enajenación y sus nudos intolerables nos transforman.

Desnudos vamos entre abismos hendidos de mortajas;

entreabierto el bisturí del abandono con aroma mortecino.

Aquí, están manchados de mordidas los sentidos: no es hacha, pero sí,

cuchillo la locura que envuelve los costados.

Ya el cansancio se lee en la frente y, sin embargo, el sosiego

está distante. Tan distante que cada vez se prolonga más el horizonte.

Todavía es alta la ebriedad y espesa la breña.

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Del libro: «Mi memoria se ha cansado de llover y esperarte», 2022

© André Cruchaga


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