martes, 30 de agosto de 2022

CERTITUDS DE LA MEMÒRIA│ CERTIDUMBRES DE LA MEMORIA

 

Imagen FB de Pere Bessó


CERTITUDS DE LA MEMÒRIA

 

 

Mi corazón te busca debajo de las piedras

donde hay pájaros muertos, caracoles.

Armando Uribe

 

 

Per què cercar en el temps quan ja tot s’ha perdut

i només resten records al coixí i somnis que sonen

com espetecs, mobles obscurs i pors com els de l’infant

quan dorm separat de la calor d’un cos.

Els ulls es lliuren al somiat: un mai no desperta de l’insomni

ni escapa de la mitjanit amb les seues parpelles marcides.

Sempre els records són diferents als viscuts, la imatge borrosa

del primer moment, la commoció que ens causa la foscor

enmig d’una habitació que gira vacil•lant.

Del costat ponent de la finestra dormen ocells cansats,

l’altre cos que endevine al llindar, aqueix cos transcorregut,

divers hui, a la lluna que veig des de lluny.

Galopa el cavall de la incertesa, un camí del qual desconec

el seu rumb, un disbarat de ferides subterrànies, rodejat de tions

impalpables, contorn d’una caverna disfressada de finestró.

A l’alçada del sostre, la total indiferència revestida de un pèndol,

l’espill que s’afanya i es disloca com un embut,

mentre l’ànima dissimula les alegries reduïdes a mortalla.

Ara estic immobilitzat per les meues certituds:

ocorre que la memòria s’ha cansat i només queda l’opacitat

del vitrall suportant la llanterna de la tristesa, el tren desossegat

sobre dorments afonats en l’espera.

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Poema d'ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

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CERTIDUMBRES DE LA MEMORIA

 

 

Mi corazón te busca debajo de las piedras

donde hay pájaros muertos, caracoles.

Armando Uribe

 

 

Para qué buscar en el tiempo cuando ya todo se ha perdido

y solo quedan recuerdos en la almohada y sueños que suenan

como chasquidos, muebles oscuros y miedos como los del niño

cuando duerme separado del calor de un cuerpo.

Los ojos se entregan a lo soñado: uno nunca despierta del insomnio

ni escapa de la medianoche con sus párpados ajados.

Siempre los recuerdos son distintos a lo vivido, la imagen borrosa

del primer momento, la conmoción que nos causa la oscuridad

en medio de una habitación que gira vacilante.

Del lado poniente de la ventana duermen pájaros cansados,

el otro cuerpo que adivino en el umbral, ese cuerpo transcurrido,

distinto hoy, a la luna que veo desde lejos.

Galopa el caballo de la incertidumbre, un camino del que desconozco

su rumbo, un disparate de heridas subterráneas, rodeado de tizones

impalpables, contorno de una caverna disfrazada de postigo.

A la altura del techo, la total indiferencia revestida de un péndulo,

el espejo que se afana y se disloca como un embudo,

mientras el alma disimula las alegrías reducidas a mortaja.

Ahora estoy inmovilizado por mis certidumbres:

ocurre que la memoria se ha cansado y solo queda la opacidad

del vitral soportando la linterna de la tristeza, el tren desosegado

sobre durmientes hundidos en la espera.

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Del libro: «Mi memoria se ha cansado de llover y esperarte», 2022

©André Cruchaga


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