CERTITUDS DE LA MEMÒRIA
Mi corazón te busca debajo de las piedras
donde hay pájaros muertos, caracoles.
Armando Uribe
Per què cercar en el temps quan ja
tot s’ha perdut
i només resten records al coixí i
somnis que sonen
com espetecs, mobles obscurs i pors
com els de l’infant
quan dorm separat de la calor d’un
cos.
Els ulls es lliuren al somiat: un mai
no desperta de l’insomni
ni escapa de la mitjanit amb les
seues parpelles marcides.
Sempre els records són diferents als
viscuts, la imatge borrosa
del primer moment, la commoció que
ens causa la foscor
enmig d’una habitació que gira
vacil•lant.
Del costat ponent de la finestra
dormen ocells cansats,
l’altre cos que endevine al llindar,
aqueix cos transcorregut,
divers hui, a la lluna que veig des
de lluny.
Galopa el cavall de la incertesa, un
camí del qual desconec
el seu rumb, un disbarat de ferides
subterrànies, rodejat de tions
impalpables, contorn d’una caverna
disfressada de finestró.
A l’alçada del sostre, la total
indiferència revestida de un pèndol,
l’espill que s’afanya i es disloca
com un embut,
mentre l’ànima dissimula les alegries
reduïdes a mortalla.
Ara estic immobilitzat per les meues
certituds:
ocorre que la memòria s’ha cansat i
només queda l’opacitat
del vitrall suportant la llanterna de
la tristesa, el tren desossegat
sobre dorments afonats en l’espera.
.
Poema d'ANDRÉ CRUCHAGA traduït en
català per PERE BESSÓ
.
.
CERTIDUMBRES DE LA MEMORIA
Mi corazón te busca debajo de las piedras
donde hay pájaros muertos, caracoles.
Armando Uribe
Para qué buscar en el tiempo cuando
ya todo se ha perdido
y solo quedan recuerdos en la
almohada y sueños que suenan
como chasquidos, muebles oscuros y
miedos como los del niño
cuando duerme separado del calor de
un cuerpo.
Los ojos se entregan a lo soñado: uno
nunca despierta del insomnio
ni escapa de la medianoche con sus
párpados ajados.
Siempre los recuerdos son distintos a
lo vivido, la imagen borrosa
del primer momento, la conmoción que
nos causa la oscuridad
en medio de una habitación que gira
vacilante.
Del lado poniente de la ventana
duermen pájaros cansados,
el otro cuerpo que adivino en el
umbral, ese cuerpo transcurrido,
distinto hoy, a la luna que veo desde
lejos.
Galopa el caballo de la
incertidumbre, un camino del que desconozco
su rumbo, un disparate de heridas
subterráneas, rodeado de tizones
impalpables, contorno de una caverna
disfrazada de postigo.
A la altura del techo, la total
indiferencia revestida de un péndulo,
el espejo que se afana y se disloca
como un embudo,
mientras el alma disimula las
alegrías reducidas a mortaja.
Ahora estoy inmovilizado por mis
certidumbres:
ocurre que la memoria se ha cansado y
solo queda la opacidad
del vitral soportando la linterna de
la tristeza, el tren desosegado
sobre durmientes hundidos en la
espera.
.
Del libro: «Mi memoria se ha cansado
de llover y esperarte», 2022
©André Cruchaga
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