viernes, 7 de mayo de 2021

ESCLATS FERMENTATS│ ESTALLIDOS FERMENTADOS

 

Imagen Pinterest



ESCLATS FERMENTATS

 

 

No te apoyes en la tiniebla, ella vendrá

vendrá como un estallido de algodón, un pecho fustigado

que en silencio se quiebra en lo más recóndito de la habitación

Thomas Boberg

 

 

Des de l’estació de tren del pretèrit desbordada en fum, la llavor

enganyosa del seu embolcall, el llindar prolix d’ortopèdies.

És el silenci que se abalança sobre tots els objectes que m’envolten,

el llit sumit en el no-res, o una mínima ombra de llum com l’abís

de la set que anihila els mons pensats en l’escorça de l’arbre.

Sé que tot es trenca en el desconegut de l’evaporació dels ulls;

queda, si de cas, el tuf del cel amb les seues ulleres galopants.

Qualsevol amb trellat pot sentir el pessigolleig dels esclats

fermentats de les habitacions soles: el silenci en la seua broma,

la pedra d’embriaguesa on reposen els àngels dissoluts de l’ara.

Com tants oprimits, mossegue els parcs perduts del món,

i gaudesc, en certa manera, els malsons i els dies petrificats en l’oïda.

Al cap i a la fi mai no sé on ha d’anar la llança dels llampecs,

ni quin destí tenen els meus braços i pit als racons dels ossos.

Una cosa, però, és definitiva: mai el fem no abrigarà les meues illades,

ni el crit substituirà un pany, malgrat el desvari.

.

. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

.

 

ESTALLIDOS FERMENTADOS

 

 

No te apoyes en la tiniebla, ella vendrá

vendrá como un estallido de algodón, un pecho fustigado

que en silencio se quiebra en lo más recóndito de la habitación

Thomas Boberg

 

 

Desde la estación de tren del pretérito desbordada en humo, la semilla

engañosa de su envoltura, el umbral prolijo de ortopedias.

Es el silencio el que se abalanza sobre todos los objetos que me rodean,

la cama sumida en la nada, o una mínima sombra de luz como el abismo

de la sed que aniquila los mundos pensados en la corteza del árbol.

Sé que todo se quiebra en lo desconocido de la evaporación de los ojos;

queda, si acaso, el ijillo del cielo con sus ojeras galopantes.

Cualquiera en sus cabales puede sentir el cosquilleo de los estallidos

fermentados de las habitaciones solas: el silencio en su bruma,

la piedra de embriaguez donde reposan los ángeles disolutos del ahora.

Como tantos oprimidos, muerdo los parques perdidos del mundo,

y gozo, en cierto modo, las pesadillas y los días petrificados en el oído.

Al cabo nunca sé a dónde debe ir la lanza de los relámpagos,

ni qué destino tienen mis brazos y pecho en los rincones de los huesos.

Algo, sin embargo, es definitivo: jamás el estiércol abrigará mis ijares,

ni el grito sustituirá una cerradura, pese al desvarío.

.

Del libro: ‘Fuego de llaves invisibles’, 2021

©André Cruchaga


No hay comentarios: