ALS ULLS JA NO HI HA PARAULES
Un día llegará en que te preguntes
¿de ti, de mí, qué fue de todo aquello?,
y de los ojos
ya no vendrán palabras.
Andrés Trapiello
En aquesta terra de molts comensals
també s’esgoten les paraules.
És la deriva el nostre plat i
territori on la set no minva,
ni el cos deixa de polsar la seua
pròpia eternitat de batecs impossibles.
Poques vegades un es prepara per a
afrontar el final d’una batalla:
és així quan les ombres allarguen la
seua pell de finitud i estremeix
la seua canilla de dubtes; malgrat la
desolació, la corda de l’ànima penja
de la biga del bes primer del
pol•len: és un ocell en l’alt del bosc.
O tot l’hivern de sobte allotjat al
pit.
Ara ja és de nit i m’hi toquen els
records.
Ni en el teu cos ni en el meu no té
cabuda l’alba; només aquesta respiració
que ens recorda que el cor fou jove
alguna vegada i que l’arc
moradenc del llenguatge, fou l’espiga
del vol, el vals de goig i suor.
També l’ala del desig es bada com un
punyal amb fissures.
Ahir tan lluny i claca enmig d’un
túnel de pàl•lides aigües.
Fet el recompte, res no fou aquell
paisatge sinó un farcell de filferros;
o pitjor, dues boques amenaçades per
la por, a punt de la destrossa.
.
. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en
català per PERE BESSÓ
.
EN LOS OJOS YA NO HAY PALABRAS
Un día llegará en que te preguntes
¿de ti, de mí, qué fue de todo aquello?,
y de los ojos
ya no vendrán palabras.
Andrés Trapiello
En esta tierra de muchos comensales
también se agotan las palabras.
Es la deriva nuestro plato y
territorio donde la sed no mengua,
ni el cuerpo deja de pulsar su propia
eternidad de latidos imposibles.
Pocas veces uno se prepara para
afrontar el final de una batalla:
es así cuando las sombras alargan su
piel de finitud y estremece
su jauría de dudas; pese a la
desolación, el mecate del alma cuelga
de la viga del beso primero del
polen: es un pájaro en lo alto del bosque.
O todo el invierno de súbito alojado
en el pecho.
Ahora ya es de noche y en ella me
tocan los recuerdos.
Ni en tu cuerpo ni en el mío tiene
cabida el alba; solo esa respiración
que nos recuerda que el corazón fue
joven alguna vez y que el arco
cárdeno del lenguaje, fue la espiga
del vuelo, el vals de júbilo y sudor.
También el ala del deseo se quiebra
como un puñal con fisuras.
Ayer tan lejos y grazna en medio de
un túnel de pálidas aguas.
Hecho el recuento, nada fue aquel
paisaje sino un petate de alambres;
o peor, dos bocas amenazadas por el
miedo, al punto del destrozo.
.
Del libro: ‘Fuego de llaves
invisibles’, 2021
©André Cruchaga
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