Aldo Luis Novelli, Argentina
PRÓLOGO
[Prólogo al libro Ataúdes de André
Cruchaga, febrero de 2015.]
Aldo Luis Novelli, [Neuquén, Argentina]
Ataúdes del poeta salvadoreño André Cruchaga es un libro que pega
como un boxeador en un cuadrilátero de poesía. Me subo al ring.
primer round poético
Fintas y estudio previo.
“Hay una fuerza en el hombre, proveniente
del simple hecho de vivir, que condiciona su destino de modo fatal. Esta fuerza
se vuelve visible a cada momento a través de las manifestaciones del amor, que
tiende a trascender del individuo en una comunión con el todo, tiene sus
propias leyes irreductibles a los esquemas racionales. La poesía aparece como
expresión de ese impulso hacia el cumplimiento de un destino vital, y la
fatalidad de ese destino se revela en la poesía como un hecho indiscutible. La
poesía no es, por consiguiente, un lujo o un divertimiento, sino una necesidad,
del mismo modo que lo es el amor. (Aldo Pellegrini: en “La acción subversiva de
la poesía”). En André Cruchaga la poesía es un impulso vital que va hacia un
destino fatal: Ataúdes.
segundo round poético
El primer golpe, desacomoda al lector en la silla.
“¿calla la escarcha concreta que se
disputa mi osamenta el ansia corporal que también se va con el viento? —es
tiempo —me digo a manera de testamento— de escuchar y escucharme de hablarle a
la lluvia mientras el agua corre en el borde la piedra de la oscuridad”. (del
poema “Ataúdes”). La bella e irracional definición de surrealismo del
inclasificable Conde de Lautréamont, ese escritor francés nacido en la tierra
americana de Uruguay. «Bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de
disección, de una máquina de coser y un paraguas». La palabra poética de André
Cruchaga bien podría definirse como el encuentro de un volcán en erupción y la
conciencia, sobre una superficie escabrosa, superficie análoga a la tierra
salvadoreña.Palabra y superficie conformando el cinturón de fuego del Pacífico.
tercer round poético
Un “uno –dos” perfecto me hace trastabillar... “Asedian tantos
caminos a la hora en que los puntos cardinales deslían el viento.” del poema
‘Asedio’. “—Un niño reza en los sombreros del viento. La tempestad muerde los
ojos. ¿Habrá luz en este viaje inefable en el momento cuando crece la niebla?”
del poema ‘Fosa’. “Vive quien respira lo trashumante, vive quien mira el
horizonte de la nada rehaciéndose cada día en las pupilas.” del poema ‘Fuga del
día’. La poesía de Cruchaga nos asedia permanentemente, nos lleva al borde de
la fosa, allí donde la fuga del día es la fuga de toda palabra hacia la poesía.
cuarto round poético
Un jab al arco superciliar izquierdo… En
el ’Rumor de la sombra’: “—Te veo venir —me has dicho siempre desde lo
inmóvil—, desde el soy o fui, fijo como la losa perdurable de la oscuridad,
(veo en el caudal de mis manos los límites).” y es en ese pliegue amoroso que:
“¿Puedo no saber y saber al mismo tiempo de la sed, destruir la fantasía del
orgasmo o imaginar otro laberinto secándose las lágrimas?”. …y lloramos por la
amada como un chico que no puede subir al camión de bomberos de juguete.
quinto round poético
Un gancho poético al plexo…
“(La cópula es sólo la señal de haber
estado: escrito está. Después morimos.)” (Braceo).
“vienes, —me dices. /Voy, —digo, como va
la desnudez decantada de lo póstumo.”
y ese braceo del deseo nos lleva
irremediablemente al ‘Fin de la pasión’.
sexto
round poético
Arrinconado contra las cuerdas… “Ante el
fin del aliento, la brasa ciega en su asfixia, el despojo que delata el
tránsito de la llama. (Siempre uno es aprendiz aunque la muerte sea
vitalicia, aunque el sonambulismo sea
perenne.)” Es el ‘Fin de la pasión’, donde: “—Aquella hora sombría colgada de
las paredes se hace cierta.”.
séptimo round poético
Hago vista y esquivo una andanada de
golpes… “También la intemperie corroe las palabras” (Corrosión) “—De pronto, me
corroes; de pronto, me desmiento aquí en la tierra, único ojo el ojo del pájaro
en medio del gozne de los caballos cansados de la piel seca.” (Sea la tierra). “procuro
—claro— redimir ciertas palabras (la miseria del tiempo es también una especie
de fantasía kafkiana)” (Ciega fosa). “Bebemos el acecho negro de los días abominables”
(Brebajes). “Nada vuelve a los días quebrados de olvidos. La penumbra es
semejante al olvido, el cardo que punza en el asedio como escarcha de cansados
estíos.” (Olvidos). Pienso que el olvido es la zona en penumbras de la memoria.
octavo round poético
Entre las cuerdas pienso en una salida
posible del ‘Territorio post morten’. (Todo territorio/ sirve para vomitar la
ceniza, la niebla anudada a las palabras) (la fábula antecede/ a la historia:
el violín del abrigo de los sueños) (la misma imagen molida/ de las espigas,
antes y después de la invención de mi sangre.) (Territorio post morten). Pensar
es un acto poético, aún cuando estamos acosados por la palabra o la dura
realidad.
noveno round poético
Un cross a la mandíbula me hace tocar la
lona con las rodillas…“Desde aquí la fuerza de mis abismos, los juegos del
delirio a la hora de pensar en los jardines; (desde aquí, confuso el animal que
soy, la corteza del fuego en la boca.)” (Ventanas). “¿Qué me queda después del
destiempo? —Debo seguir vivo para que las raíces de la ventana, me prodiguen el
frescor profundo de la tarde y sostengan la luz necesaria…” (Ventanas). Me
levando y abro la ventana, necesito respirar sol ante el abismo.
décimo round poético
Un gancho alto me derriba finalmente,
tendido sobre la lona veo las luces que me iluminan (aún no se apagan), es una
imagen surreal… “Muero cada día cuando resbalo/en la cuerda floja del tiempo.”
(Muerte). Sin embargo él (el poeta) y yo (el lector) venimos del mismo lado:
“vengo del hambre y la bofetada, no de los afrodisíacos,
vengo del disparo y del fastidio de los perros,
vengo del incesto de los mares y del terror de las religiones,
vengo de la violencia y del deseo,
vengo del vértigo clandestino de las neumonías,
vengo de la tormenta donde se deshace la tristeza
vengo del desorden y el olvido, vengo de los insultos a la
esperanza,
vengo de la perversión de la poesía. ¿Existe otra amenaza más
fuerte
que el deshielo, el racimo de trementina en las sienes…”.
(Muerte).
después del pugilato
Finalizó el combate. He perdido por knock
out. Ganó la poesía. Así debe ser. Herido pero vivo, más vivo que antes. Leer
la poesía de André Cruchaga es una hermenéutica compleja (al menos para mí, un
precario poeta del fin del mundo) pero: Vale la pena!, no se sale indemne de
ese ‘combate’. La buena poesía siempre es una herida. La buena poesía duele
pero es un dolor que hace bien, nos quita de la cómoda rutina diaria, de la
falaz tranquilidad de una vida banal. La poesía nos hace mirarnos más de cerca.
La poesía del poeta André Cruchaga nos intensifica esa mirada.
aldo luis novelli – desde los bordes del
desierto del fin del mundo
poeta. narrador – ensayista
neuquén – patagonia – argentina.-
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