He sigut durant anys, un nom entre tants noms:
davall dels cels que gasten el seu mateix ferment, la nit com un arbre
gegant, rostre cec invisible en el col•loqui,
on només bateguen litorals buits. On els dies són estrelles
nàufragues, herència d'entropessades en la gola.
Imagen tomada de Miswallpapers.net
PUNTUALITAT DE LA NIT/PUNTUALIDAD DE LA NOCHE. COMENTARIO Y TRADUCCIÓN PERE BESSÓ.
Aunque graves razones personales me impiden trabajar en tus textos como debiera, sigo leyéndote noche a noche con el deleite que sólo la madrugada alcanza. Te envío el poema traducido, después de haberlo hecho mío, en el sentido más desposeído, pero no paradójico. Tú me entiendes. El poema ha comulgado conmigo, como la dosis inversa de la lectura puntual, nocherniega, noctámbula. Y, claro, Ella no faltará a la cita. La noche, tema mayor de la lírica, que tú sostienes con tu riquísimo y coherente armazón conceptual, trufado de un aparato retórico-formal exquisito y que señalan la maniera tan tuya de trabajar la escritura, el artefacto del poema. Porque es el tuyo un poema de buen trabado lirismo. Un poema que permite leerse de un tirón, sin reposo, tal cual llega la noche para después, más sosegadamente, ir advirtiendo los juegos ocultos. Una vez que percibimos -sentimos- cómo André anima la Noche, el lector consciente advertirá las dos caras de la misma: la de la noche que llega, pero también sus huidas. Una noche, amante fiel, transcrita desde el borbotar de imágenes que se entrelazan y ensamblan para lograr el tono obscuro que celebra el texto. Sólo deseo destacar un elemento muy productivo en la poética de Andre Cruchaga: los ojos. Unos ojos que la noche rompe para ubicar el paisaje de las sombras. Unos ojos asociados sorpresivamente, por ejemplo, a una metáfora de hondo calado transracional: paraguas de ceniza. Y es que la asociación hay que preverla: se abre y se cierra un paraguas como se abren y se cierran los ojos. Por ese camino que un lector exigente debe cumplir, puede ensoñar, con la ayuda del poema, la sal, la mar, el pozo, los párpados y tantos elementos recurrentes para colegir -curioso que en el poema no se nombre aun estando en la retaguardia, la lluvia (aunque una lluvia de cenizas se presienta)- que ni siquiera nos cobija el árbol gigante de la Noche...
Mislata, Valencia, septiembre 30 de 2011-09-30
PUNTUALITAT DE LA NIT
Sempre arribes d'hora, sense repòs, armada de premeditades
ombres, puntual com l'esfera dels fanals en plena intempèrie;
omplis la meua boca de paraules fosques, trenques els meus ulls per a posar
paraigües de cendra, abandons i ossos esberlats.
Tot és així d'indefens en el paladar que acumula paraules
incertes. Batega la nit en la fotja de les hores, en aquesta lentitud
de viure dins de masmorres, de fer camins amb la sal
de les pestanyes, de defugir el cos entre corbs i teranyines.
—No hi ets. Mai no estàs filant l'horitzó amb d'altres colors
que no siga el color de les burilles desfent la seua espiral d'abelles;
Vespreja als vaixells i, també, en els peixos de la vida:
llavors cauen les enfiladisses al pou que els ocells han fet
als racons de les cantonades, en el niu perllongat que els braços
deleren. Aquestes ales fatigades envelleixen en l'ara de les parets,
i, encara que sobtoses, abasten cert vol,
gasten el seu cor en la feixuguesa que penja de les hores sense objecció.
He sigut durant anys, un nom entre tants noms:
davall dels cels que gasten el seu mateix ferment, la nit com un arbre
gegant, rostre cec invisible en el col•loqui,
on només bateguen litorals buits. On els dies són estrelles
nàufragues, herència d'entropessades en la gola.
Res no és tan puntual i precís com el rellotge d'aigua en la mar
que soscava els ulls, i escriu llegendes cegues i s'endinsa
en l'alé amb força furibunda; en cada mort que em deixa
la nit, els mesos sense retard, ombres llevades al poema,
larves gestant ombres en matèria i temps.
És possible que un dia trenque les ales, el soroll, el passa-muntanyes
dels camins, el cigarret que relata els meus racons;
és possible perforar la ferida del granit que esberla l'alé,
la molsa que fa llunyana la claror.
Sovint tan sols és possible la intempèrie tacada de violència,
la dificultat de fer soroll en la garrotxa, damunt de les verdures
podrides en mocadors, ombres buscant la seua ferida.
En aquesta llenya del terra habiten els voltants del caos amb tots
els seus matisos: pàgines nuvolades, esvanides amb els matins,
torrencials vísceres del desordre, altures invertides
de sobretaula, escales de doble vertigen.
Hi ha fugides, també, en cada puntualidad de la nit;
diluvis esperant la següent hora, poemes oblidats en la pell,
aguaits rajant mapes, a la vorera dels cementeris,
teulats on naufraga l'arc de Sant Martí, mesos amb sobrecàrrec
de puntades, trinxeres sense palpebres.
Quan el rumb és un tren incert, són preferibles les veredes:
Ara udola el niu de les parpelles, els resquills de la nit
llampeguen en la boca, en la taca de la tempesta.
Baratària, setembre de 2011
PUNTUALIDAD DE LA NOCHE
Siempre llegas puntual, sin descansar, armada de premeditadas
sombras, puntual como la esfera de los faroles en plena intemperie;
llenas mi boca de palabras oscuras, rompes mis ojos para poner
paraguas de ceniza, abandonos y desquebrajados huesos.
Todo es así de indefenso en el paladar que acumula palabras
inciertas. Late la noche en la foja de las horas, en esta lentitud
de vivir dentro de mazmorras, de hacer caminos con la sal
de las pestañas, de sortear el cuerpo entre cuervos y telarañas.
—No estás. Nunca estás hilando el horizonte con otros colores
que no sea el color de las colillas deshaciendo su espiral de abejas;
atardece en los barcos y, también, en los peces de la vida:
entonces caen las enredaderas en el pozo que los pájaros han hecho
en los rincones de las esquinas, en el nido prolongado que los brazos
Anhelan. Estas alas fatigadas envejecen en el altar de las paredes,
y aunque de pronto, alcancen cierto vuelo,
gastan su corazón en la torpeza que cuelga de las horas sin reparo.
He sido por años, un nombre entre tantos nombres:
bajo los cielos que gastan su propio fermento, la noche como un árbol
gigante, ciego rostro invisible en el coloquio,
donde sólo laten litorales vacíos. Donde los días son estrellas
náufragas, herencia de tropezones en la garganta.
Nada es tan puntual y preciso como el reloj de agua en la mar
que socava los ojos, y escribe leyendas ciegas y se adentra
en el aliento con fuerza furibunda; en cada muerte que me deja
la noche, los meses sin demora, sombras levadas en el poema,
larvas gestando sombras en materia y tiempo.
Es posible que un día rompa las alas, el ruido, el pasamontañas
de los caminos, el cigarro que relata mis rincones;
es posible perforar la herida del granito que rompe el aliento,
el musgo que hace lejana la claridad.
A menudo sólo es posible la intemperie manchada de violencia,
la dificultad de hacer nido en la breña, sobre las verduras
podridas en pañuelos, sombras buscando su herida.
En esta leña del suelo, habita la cercanía del caos con todos
sus matices: páginas nubladas, desvanecidas con las mañanas,
torrenciales vísceras del desorden, alturas invertidas
de sobremesa, escaleras de doble vértigo.
Hay huidas, también, en cada puntualidad de la noche;
diluvios esperando la siguiente hora, poemas olvidados en la piel,
acechanzas chorreando mapas, al borde los cementerios,
tejados donde naufraga el arco iris, meses con sobrecargo
de puntadas, trincheras sin párpados.
Cuando el rumbo es un tren incierto, son preferibles las veredas:
Ahora aúlla, el nido de los párpados, las esquirlas de la noche
Relampaguean en la boca, en la mancha de la tormenta.
Barataria, 12.X.2011
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