Cada vegada aquest País és menys cert. El terror i la impunitat
no tenen nom, tampoc no calen els miracles per a eixir
d’aquestes aigües d’albelló.
Només la sal depredadora brilla en les axil•les; ací perdé
la dialèctica la seua mateixa placenta.
Fotografía: Jon Sullivan
ENDERROCS/ESCOMBROS: TRADUCCIÓN Y COMENTARIO DE PERE BESSÓ
Querido André:
Vaya poema! En la mejor línea del texto que se remonta a la Decadencia Barroca española. Aquí Quevedo -no es la primera vez que lo digo- estaría sonriente, aplaudiendo y pidiendo bises. Pero tu cantas tu patria con un poema que recuerda, incluso, las llamas y cenizas de la “Oración Fúnebre”, una nueva ars moriendi…
Sin duda, también tú te acercas con la mirada y la observación interiorizada a los muros de la patria, con una salmodia, que no soneto, que te permite alargar el verso y remontar o cercenar, sajar el ala, el vuelo.
Vivimos encerrados en el resuello de las migajas: migajas de todo;
no puedo amar a un País que sólo deja desposarte con la miseria,
con la destrucción del ala,
con la expropiación de la propia conciencia.
En el poema de resuelta denuncia y lamento cívico hay lugar para enumeración, una tras otra, de las lacras sociales que impiden que el País pueda avanzar, sueñe o tenga futuro. Hay, pues, pesimismo intenso, transido de lirismo. Un poema donde el poeta refleja la imposibilidad, incluso, de la realidad de la creación, en su doble vertiente, la afectivo-sexual y procreadora y la escritura. Un poema cuyo título Ruinas es la metáfora matriz que se desplegará en abanico, linealmente o como las muñecas rusas o matroskas. Lo que permitirá el efecto deseado del poeta por acumulación, en ocasiones, por intensificación en otras, y siempre desde el despliegue de principio a fin de los registros expresivos –fundamentalmente, la metáfora feísta- combinándose con los recursos de la figura de pensamiento que más gusta al poeta: la ironía como instrumento de honda raíz ética…
Pere Bessó
dijous 27 de gener de 2011
ENDERROCS
Matar a un enemigo no es difícil; matar
A un robot es matarse, bien pensado, a sí mismo.
GABRIEL CELAYA
Cada vegada aquest País és menys cert. El terror i la impunitat
no tenen nom, tampoc no calen els miracles per a eixir
d’aquestes aigües d’albelló.
Només la sal depredadora brilla en les axil•les; ací perdé
la dialèctica la seua mateixa placenta.
Crema la sang amb les seues fletxes fantasioses, el magma de l’huracà,
la ventúria muda de l’agonia, la disfressa enllumenant el subsòl.
No hi ha lloc segur per a estroncar els somnis, ni netejar
la respiració enmig d’onades sinuoses;
només hi ha temps i espai per a exaltar les Sumes tribulacions
en aquest camp soterrat d’ossos;
—no hi ha cap altre espill sinó el pedrissot sinistre del sutze
amb els seus tapials foscos: ací la presó és la ciutat o com si ho fóra,
en el missal de la cendra, en les aigües del desordre.
(De sobte es vol renunciar a aquest País on fugen
els ocells, a aquesta naturalesa fúnebre de la pols; ací crema
l’alé de l’escòria en cada voravia, en els carrers desordenats
de la bijuteria, en la febre de l’engany.
Cada ganivet procrea llàgrimes i futur: toquem el fil en cada
sabata; en cada consciència, la por és una altra mamella en secret.)
Vivim tancats en l’esbufec de les engrunes: engrunes de tot;
no puc estimar un País que només deixa desposar-te amb la misèria,
amb la destrucció de l’ala,
amb l’expropiació de la pròpia consciència.
Diàriament servim la boirina a taula: resem per a alimentar-nos
de fantasmes; al capvespre, la llum es converteix en blasfèmia;
en la foscor intensa, la boca respira les creus del dia.
en la llei no caben els descalços, ni el cadàver que construeix
a diari la vexació, ni el castell pintat d’arc del cel pels infants,
ni l’ull que pot veure més lluny certs laberints.
(Les falàcies ens serveixen d’umbrel•la i els aplaudiments, de pinyata:
hem caigut en els tatuatges de la disfressa,
en la pilota dominical de les diversions. L’ofici és tallar l’Esperança,
fins que l’extenuació siga la terra contundent de la misèria.
No puc estimar un País que fa de l’alfabet un balbuceig,
un circ, una porcatera, un llarg atzucac de ruïnes.)
Darrere de cada cos hi ha músiques sinistres, entumits boscos,
Un País escurçat, entranyes putrefactes, costelles delirants,
Trencs d’alba en pous macabres, bartolines on el foc
No dóna treva, morts cansats de morir en les peüngles,
Aigües lentes mossegades pel semen dels gossos, fem que envaeix
La memòria: tot es troba ací en aquesta follia de País que tenim,
Excepte, per suposat, l’alegria ferma del riure, excepte la finestra,
Sinó l’escalfred que repta pels porus…
Baratària.I.2011
ESCOMBROS
Matar a un enemigo no es difícil; matar
A un robot es matarse, bien pensado, a sí mismo.
GABRIEL CELAYA
Cada vez este País es menos cierto. El terror y la impunidad
no tienen nombre, tampoco son necesarios los milagros para salir
de estas aguas de alcantarilla.
Sólo la sal depredadora brilla en las axilas; aquí perdió
la dialéctica su propia placenta.
Arde la sangre con sus flechas fantasiosas, el magma del huracán,
el ventarrón mudo de la agonía, el disfraz alumbrando el subsuelo.
No hay lugar seguro para restañar los sueños, ni limpiar
la respiración en medio de oleajes sinuosos;
sólo hay tiempo y espacio para exaltar las Sumas tribulaciones
en este campo soterrado de huesos;
—no hay otro espejo, que el poyetón siniestro del hollín
con sus tapiales oscuros: aquí la cárcel es la ciudad o como si lo fuera,
en el misal de la ceniza, en las aguas del desorden.
(De pronto uno quiere renunciar a este País donde huyen
los pájaros, a esta naturaleza fúnebre del polvo; aquí arde
el aliento de la escoria en cada acera, en las calles desordenadas
de la bisutería, en la fiebre del engaño.
Cada cuchillo procrea lágrimas y futuro: tocamos el filo en cada
zapato; en cada conciencia, el miedo es otra ubre en sigilo.)
Vivimos encerrados en el resuello de las migajas: migajas de todo;
no puedo amar a un País que sólo deja desposarte con la miseria,
con la destrucción del ala,
con la expropiación de la propia conciencia.
A diario servimos la neblina en la mesa: rezamos para alimentarnos
de fantasmas; en el ocaso, la luz se convierte en blasfemia;
en la oscuridad intensa, la boca respira las cruces del día.
en la ley no caben los descalzos, ni el cadáver que construye
a diario el vejamen, ni el castillo pintado de arco iris por los niños,
ni el ojo que puede ver más lejos ciertos laberintos.
(Las falacias nos sirven de sombrilla y los aplausos, de piñata:
hemos caído en los tatuajes del disfraz,
en la pelota dominical de las diversiones. El oficio es sajar la Esperanza,
hasta que la extenuación sea la tierra contundente de la miseria.
No puedo amar a un País que hace del alfabeto un balbuceo,
un circo, una pocilga, un largo callejón de ruinas.)
Detrás de cada cuerpo hay músicas siniestras, entumecidos bosques,
Un País cercenado, entrañas putrefactas, costillas delirantes,
Amaneceres en pozos macabros, bartolinas donde el fuego
No da tregua, muertos cansados de morir en las pezuñas,
Aguas lentas mordidas por el semen de los perros, estiércol que invade
La memoria: todo está aquí en esta locura de País que tenemos,
Menos por supuesto, la alegría firme de la risa, menos la ventana,
Sino el escalofrío que repta por los poros…
Barataria, 23.I.2011
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