ZONA REMOTA DE LA SON
Ya no duermes más, tus ojos se han abierto
sobre la noche sin dilatada reserva
tú conoces el canto de las gargantas
y su asfixia
Sabine Dewulf
Hem tornat a la zona remota dels ara
sense cap reserva.
En un ressort de nostàlgies i
silencis, l’ull allà, en la constel•lació
de la son compartida del vell llit de
la fullaraca.
Des de l’anatomia insomne del
matossar, la brevetat perduda
de les flassades i l’espetec dels
porus vessats de l’asfíxia.
Ningú, per cert, no sap on para el calc
de l’alè de les hores,
ni la nit supervivent a la gola,
ni les cames precipitades a la
fondalada de la meua gola,
ni tan sols el càntir de la memòria
del vent en la descaradura
desmesurada de la tinta esgarrifosa
dels excessos.
Tota l’ànsia ens colpejà com un blues
de mugrons dilatats.
Ara hi ha una quietud balba, un dol
entendridor, un cos
tancat a les lliçons de la pols del
desamor complit.
I, però, dins de la son, alguna cosa
ens vigila com una veu
de terra en la carícia, com una
ensopegada enmig de la tempesta.
.
. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en
català per PERE BESSÓ
.
ZONA REMOTA DEL SUEÑO
Ya no duermes más, tus ojos se han abierto
sobre la noche sin dilatada reserva
tú conoces el canto de las gargantas
y su asfixia
Sabine Dewulf
Hemos vuelto a la zona remota de los
ahoras sin reserva alguna.
En un resorte de nostalgias y
silencios, el ojo allá, en la constelación
del sueño compartido del viejo lecho
de la hojarasca.
Desde la anatomía insomne del
matorral, la brevedad perdida
de las cobijas y el chasquido de los
poros derramados de la asfixia.
Nadie, por cierto, sabe dónde queda
el calco del aliento de las horas,
ni la noche sobreviviente en la
garganta,
ni las piernas precipitadas en la
hondonada de mi garganta,
ni siquiera el cántaro de la memoria
del viento en la desfachatez
desmedida de la tinta estremecedora
de los excesos.
Toda el ansia nos golpeó como un
blues de pezones dilatados.
Ahora hay una quietud aterida, un
duelo enternecedor, un cuerpo
cerrado a las lecciones del polvo del
desamor cumplido.
Y sin embargo, dentro del sueño, algo
nos vigila como una voz
de tierra en la caricia, como un
tropiezo en medio de la tormenta.
.
Del libro: Fuego de llaves
invisibles, 2021
©André Cruchaga
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