© André Cruchaga: Ars moriendi
EL GUSANO Y LA ROSA:
BREVE ACERCAMIENTO AL ARTE DE MORIR
DE ANDRÉ CRUCHAGA*
Por Josué Andrés Moz
Porque vivir es
morir constantemente
y cada sílaba
pronunciada predice
el punto final.
-Eliot Preston-
Todo poema corre
el riesgo de
carecer de
sentido y no sería
nada sin ese riesgo.
-J. Derrida-
Qué es el hombre
Pregunta la mano
que escribe.
-Leopoldo María
Panero-
André Cruchaga, uno de los poetas contemporáneos más prolíficos e
interesantes de El Salvador, forma parte de aquellos autores que mantienen
palpitando la vena surrealista en su producción literaria de los últimos 10
años, mientras que de manera simultánea busca reinventarse sobre la base de su
propio código lingüístico y conceptual.
Ars Moriendi, libro de reciente factura y el que nos ocupa en esta
ocasión, abre con una pareja de epígrafes pertenecientes a dos autores
representativos del surrealismo, siendo estos André Bretón, fundador y redactor
del manifiesto estético-literario y Pedro García Cabrera, poeta canario
coetáneo de la Generación del 27, quien asimiló las raíces de la vanguardia; a
través de ellos, el poeta declara el tono pesimista y delirante de su nueva
propuesta.
Este poemario, estructurado de manera predominante por poemas escritos
en verso libre y únicamente por tres poemas en prosa, resulta –como esboza en
su título – un monumento de la visión particular del autor para afrontar la
muerte, su concepción de la misma y la forma en que esto se relaciona con sus
experiencias vitales, con la memoria y con el proceso creativo. Lo dicho hasta
el momento abre paso para explorar el plano del contenido, donde inicialmente
el poeta se cuestiona acerca de la
condición humana cuando se está condenado a vivir en un país como El
Salvador, donde declara que nadie saldrá
ileso por más amor que le tenga a esta tierra, posteriormente, es posible
identificar la infancia como puerta a la soledad, como el génesis de lo
terrible tal como ocurre en el poema ‘‘Destino de trenes’’e inmediatamente el
pesimismo del hombre nacido escombro
reflejado en el poema ‘‘Puerta amanecida’’, hasta acá, los poemas son
enunciados desde la individualidad del ‘‘yo’’, hasta llegar al poema
‘‘Salvación de la armonía’’, en el cual
se da el cambio a un
‘‘nosotros’’, que se va alternando en el resto del libro. Más adelante nos encontramos con poemas que
datan sobre la vejez, la negación de la
eternidad, la inutilidad de la esperanza y la construcción de la identidad a
partir del dolor además de la presencia constante de la pérdida y la derrota. A
estos los acompaña un ritmo marcado por estrofas breves o extensas, por ideas
que concluyen en un verso, por versos con tono sentencioso y en muchas
ocasiones por la enumeración, la cual entrega mayor dinamismo.
De especial atención, resultan los poemas no enumerados y bautizados con
el título del libro, hablo de los cinco ‘‘Ars moriendi’’ donde se puede definir
al primero como una declaración de desapego a lo terrenal, tanto a lo material
como a lo afectivo y se visualiza en su término: la intención de devolver a la
tierra el tiempo recibido, luego el segundo que transita por la costumbre hacia
la muerte como en las palabras del poeta norteamericano Eliot Preston, el
tercero por las virtudes de afrontar la muerte desde el espíritu de niño, el
cuarto (y particularmente mi favorito),
circula por el aprender a morir a través de la tortura constante y apoyado por
el epígrafe de Jacinta Escudos donde la idea principal es aprender a sentir el
dolor para recordar que se está vivo, y finalmente, el quinto de la serie
resulta más sereno y parco al decir que está listo para morir en cualquier
momento.
En el plano de la forma, se revela un recurso que podría definirse como
una segunda voz, o como la voz inconsciente que se encarga de entregar leves y
esporádicas luces en algunos de los poemas, cumpliendo además con el papel de
sacudir al lector en medio del discurso poético. Esta voz se identifica a
partir de la letra cursiva encapsulada entre paréntesis y permite (sin ser
explicativa) dirigir la atención a ciertos elementos que en primera instancia
podrían pasar desapercibidos.
La lectura que exige ‘‘Ars
Moriendi’’ es una lectura cuidadosa y pausada, una lectura donde el
interpretante sea capaz de identificar cuando el poeta nombra las acciones,
conceptos y sensaciones a través de los objetos que están en función de estas o
que poseen características afines, algunos ejemplos de ello son: utilizar la
sal en reemplazo del llanto, los relojes en consecuencia del tiempo, los
pañuelos por la tristeza, las bóvedas para un pasado oculto y difuso en la
memoria, la semillas (la mayoría de las
veces) como génesis, los insectos para nombrar las cosas pequeña, la harina
equivalente a la ceguera y por supuesto la mutación de estos mismos elementos
acordes al contexto del poema ejecutado. Es también interesante, ver cómo algunos
de los elementos que oscilan en la obra, son particulares de países
centroamericanos, al menos en su forma de ser nombrados, entre estos
tendríamos: el talpetate, el guacal, el matorral, el tapial, los cuáles podrían guardar una intención de adscripción
identitaria.
Para cerrar este breve
acercamiento, es necesario recordar que el poemario es dinámico, en el sentido
que algunos conceptos como el hecho de lamentar que el poeta no tendrá el
tiempo suficiente para escribir todo lo que desearía, cambia radicalmente en el
poema que cierra el libro, es decir ‘‘La muerte del poema’’ que a todas luces
es una ars poética donde Cruchaga reflexiona más hondamente sobre la edad y
aquello que se quedará sin ser dicho en la obra interrumpida por el ciclo
natural de la vida, para mí, este es uno de los poemas mejor logrados de todo
el libro y el más maduro que contiene en su nómina de escritura automática. La
poesía de André, al ser desbordante puede coquetear con la idea de la nada en
muchas ocasiones y confundir al lector en sus pasillos herméticos, pero
paralelo a ello, nos encontramos con la seguridad de que como aquel que habita
El Salvador y no sale ileso, tampoco lo harán quienes transiten por las páginas
de este libro.
Josué Andrés Moz,
Poeta salvadoreño,
San Salvador, 23 de mayo de 2018
*Presentación
de “Ars moriendi”, en los Tacos de Paco, el día 23 de mayo de 2018. San
Salvador.
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