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GEOGRAFIA
PROFUNDA
Abans, ningú no havia entrat a aquestes cavitats profundes de la geografia.
Ningú no sabia de tanta duresa: despertí en la nit llançat per les ombres;
embolicat en sutge, el desensonyament en la pell i l’aspra despulla de la pedra.
No sé en quin revoltí de bèsties la set emergeix intacta,
quan en totes les direccions es viu el diluvi, l’abandó i les carnisseries.
Desconec si els robers esperen desenllaços millors, al desplom
de la nit i el seu cordell d’ocells cremant al foc. La por és tot
el que tinc d’aquesta geografia, tot deixant-me la roba: tu ho saps perquè vius
també aquests jocs perillosos, aquestes agres fondalades de consciència.
En cada vorera o camí hi ha cicatrius obertes, cantonades impactades
per l’emboscada i olors amb residus d’històries diàries, horitzons rovellats capaços d’encegar els ulls. Capaços d’ennuvolar el migdia.
(Arquejat l’alé i amortallada aquesta tragèdia de falses claus i vastos panteixos,
què em queda? A qui acudesc amb aquest florit de les setmanes, a qui
més que a aquest escorxador que és el país, on hi ha una fascinació inexplicable
per la mort? Hi ha en tot açò certa farsa i certa anul·lació: ho saben
els parèntesis, els símbols patris i la saliva i les crides a la no violència:
després de tot es parla de qualsevol cosa menys de la imaginació.)
En la disfressa de l’arc del cel, la sobretaula possible és l’esplendor de la cendra
i el botxí amb sòrdids arguments. D’altres, —mentrestant—, escruten
les finestres, les portes i fins i tot la sintaxi de la multitud…
Poema d'ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE
BESSÓ
GEOGRAFÍA PROFUNDA
Antes, nadie había entrado a estas cavidades profundas de la
geografía.
Nadie sabía de tanta dureza: desperté en la noche arrojado por las sombras;
envuelto en hollín, el desvelo en la piel y el áspero despojo de la piedra.
No sé en qué remolino de bestias la sed emerja intacta,
cuando en todas direcciones se vive el diluvio, el abandono y las carnicerías.
Desconozco si los roperos esperan desenlaces mejores, al desplome
de la noche y su cordel de pájaros ardiendo en el fuego. El miedo es todo
lo que tengo de esta geografía, la ropa dejándome: vos lo sabés porque vivís
también estos juegos peligrosos, estas agrias hondonadas de conciencia.
En cada acera o camino hay cicatrices abiertas, esquinas impactadas
por la emboscada y olores con residuos de historias diarias, horizontes oxidados capaces de cegar los ojos. Capaces de nublar el mediodía.
(Arqueado el aliento y amortajada esta tragedia de falsas llaves y vastos jadeos,
¿qué me queda? ¿A quién acudo con este moho de las semanas, a quién
sino a este matadero que es el país, donde existe una fascinación inexplicable
por la muerte? Hay en todo esto cierta farsa y cierta anulación: lo saben
los paréntesis, los símbolos patrios y la saliva y los llamados a la no violencia:
después de todo se habla de cualquier cosa menos de la imaginación.)
En el disfraz del arcoíris, la sobremesa posible es el esplendor de la ceniza
y el verdugo con sórdidos argumentos. Otros, —entretanto—, escrutan
las ventanas, las puertas y hasta la sintaxis de la muchedumbre…
Barataria, 2015
Nadie sabía de tanta dureza: desperté en la noche arrojado por las sombras;
envuelto en hollín, el desvelo en la piel y el áspero despojo de la piedra.
No sé en qué remolino de bestias la sed emerja intacta,
cuando en todas direcciones se vive el diluvio, el abandono y las carnicerías.
Desconozco si los roperos esperan desenlaces mejores, al desplome
de la noche y su cordel de pájaros ardiendo en el fuego. El miedo es todo
lo que tengo de esta geografía, la ropa dejándome: vos lo sabés porque vivís
también estos juegos peligrosos, estas agrias hondonadas de conciencia.
En cada acera o camino hay cicatrices abiertas, esquinas impactadas
por la emboscada y olores con residuos de historias diarias, horizontes oxidados capaces de cegar los ojos. Capaces de nublar el mediodía.
(Arqueado el aliento y amortajada esta tragedia de falsas llaves y vastos jadeos,
¿qué me queda? ¿A quién acudo con este moho de las semanas, a quién
sino a este matadero que es el país, donde existe una fascinación inexplicable
por la muerte? Hay en todo esto cierta farsa y cierta anulación: lo saben
los paréntesis, los símbolos patrios y la saliva y los llamados a la no violencia:
después de todo se habla de cualquier cosa menos de la imaginación.)
En el disfraz del arcoíris, la sobremesa posible es el esplendor de la ceniza
y el verdugo con sórdidos argumentos. Otros, —entretanto—, escrutan
las ventanas, las puertas y hasta la sintaxis de la muchedumbre…
Barataria, 2015
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