Cuaderno de Ceniza
ANDRÉ CRUCHAGA, UN ESCRITOR
UNIVERSAL
Ricardo Llopesa
André Cruchaga es el escritor salvadoreño más universal. Nacido en
1957, en el departamento de Chalatenango, su obra ha sido traducida al francés,
el griego, el holandés, el rumano, el portugués, el vasco y el catalán. La
dimensión de su personalidad es similar a su obra, amplia, rica, de gran
aliento y resonancia, que inició en 1992, con “Alegoría de la palabra”, hasta
dos libros suyos que me han llegado recientemente, titulados “Cuaderno de
Ceniza” y “Viaje póstumo”.
La obra de Cruchaga ha
despertado mi interés desde aquellos días cuando me tocó analizar “Blasfemia
del subsuelo”, un libro donde el poeta persigue el poema total, ese verso que
persigue alcanzar el todo, a través de la palabra y el ritmo. No es fácil. Los
caminos actuales de la poesía son muchos, pero tenemos que avanzar por donde
comenzaron los juglares y sumar lo que lograron las vanguardias. Aunar, en
lugar de separar, para convertir el poema en lo que tiene de latino y de
moderno.
“Cuaderno de ceniza”
lo integran 37 poemas que vienen traducidos al rumano por Alice Valeria Micu,
Elena Liliana Popescu, Elisabeta Botaan y Andrei Langa. A este respecto no
puedo opinar por desconocer el idioma, pero sí puedo decir que los traductores
tuvieron que trabajar tanto como el poeta, porque se trata de versos largos,
que rozan el límite de lo prosaico, donde reside precisamente el mérito de la
poesía total, porque ofrece un verso nuevo en ritmo y contenido. Y, por tanto,
en este punto debe diferenciarse de la prosa. La poesía latinoamericana ha
sabido explorar esta frontera de la poesía desde el modernismo. Sirvan de
ejemplo los primeros versos del libro, para comprender la energía vital que
canta el poeta:
¿Qué nos queda, pues, del techo y del día? ¾La
urgida desazón
de
la lágrima, la torpe mordida de la vehemencia, el aire viciado
de
las manos, el camino incierto del palpito.
Buenos versos éstos, fragmentados para perseguir el ritmo y los giros
que dan alegría al contenido, en beneficio del arte de elaborar la palabra. En
rumano el libro se llama “Tablou de cenusâ”, un título bonito para un canto
elegíaco de altura.
Viaje póstumo
Con mejor
conocimiento, puedo decir que la traducción al catalán de Pere Besó, del libro
“Viaje póstumo”, no sólo me gusta, porque el catalán es una lengua elegante
para el ritmo la precisión. Tiene algo mágico, a tal punto que el catalán nació
con un libro de poesías y el modernismo catalán dio lo mejor de España, a pesar
de Juan Ramón Jiménez, que los críticos españoles nos lo quieren vender por
modernista, cuando en realidad todos sus rasgos fueron posmodernistas.
De nuevo Cruchaga se
lanza a la aventura del verso largo, como quien tiene mucho que decir y se
siente obligado a dejar atrás la técnica de la síntesis para optar por el verso
intenso, denso, nuevo y distinto al verso tradicional. El léxico es rico. Esto
hace que el poema se convierta en torrencial, para disfrute de los buenos
lectores de poesía. El libro alcanza las doscientas páginas, el cómputo que la
vieja tradición decimonónica exigía para dejar de ser folleto. Es decir, se
trata de una obra perfectamente acabada en su conjunto, que viene a confirmar
la autenticidad de una voz centroamericana que se proyecta como una realidad.
Ricardo Llopesa,
Miembro
Correspondiente de la Academia Nicaragüense de la Lengua
Instituto
de Estudios Modernistas, Valencia, España
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