miércoles, 11 de agosto de 2010

ECO DAMUNT DE LA PEDRA DE L’ESCUMA/ECO SOBRE LA PIEDRA DE LA ESPUMA

De bategar i fondre’m estic cansat. De suar la foscor estic
Cansat. De recordar sense aixopluc està feta aquesta orfenesa
De les sabates. Els carres cecs engoleixen el meu alé.
El rovell mossega la porta de la carn. L’enderroc és un catecisme
Propens al bulliment de les baldes.
Fotografía de Jerry Uelsmann








ECO DAMUNT DE LA PEDRA DE L’ESCUMA
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó








And I forget
Just why I taste
Oh yeah, I guess it makes me smile
I found it hard
It was hard to find…
NIRVANA, [SMELLS LIKE TEEN SPIRIT]







De bategar i fondre’m estic cansat. De suar la foscor estic
Cansat. De recordar sense aixopluc està feta aquesta orfenesa
De les sabates. Els carres cecs engoleixen el meu alé.
El rovell mossega la porta de la carn. L’enderroc és un catecisme
Propens al bulliment de les baldes.
Què hi ha darrere d’aqueix eco de l’escuma damunt de la pedra?
—Maromes on no es poden penjar hamaques, ni tan sols
La promesa puntual dels espills.
En el llim de la consciència, no hi ha llei diàfana que valga,
Ni agonia més perversa que els miralls.
Mosseguem l’embut de les promeses estranyes, —aqueixa sort de voler
Filtrar les síl·labes en el fum, en l’escuma,
Com si la mà pogués florir per sí mateix.
La vida, sovint, és una mena de telefonia muda: una pedra
De fangoses transpiracions, una mà sense dits, una bassa de llits
No compartits. Una enruna de sal sense enhorabones.
—Valga’m, almenys, la fortuna d’ésser viu:
No sempre desentranyem la reciprocitat de magatzems i armaris de paret;
No sempre trobem la música adient en els crisantems.
No sempre l’emoció és germana del bon auguri.
Caminem a peu i descalços damunt dels ixcanals.
Damunt del còdol que ens aguaita en secret, damunt de la pedra agrest
Que repeteix i duplica les parets, damunt del cuir adobat del llot
Indesxifrable. Damunt d’allò que mai s’enllumena, encara que caiga el llamp
I trenque amb les temples i el tafetà de les pestanyes.
Devem renunciar fins i tot a la volença de la nit. Als missatges
Destinats a nosaltres al coixí. —És necessari desconfiar
De tot: de l’ull cec i pertorbat dels records, del fluir de la ràfega
Davant de la nostra casa: —és a dir, d’aqueixa ràfega que trenca l’ànima
I et fa vulnerable en la intempèrie.
Ara dec descreure de la polida taula i ara, del miccionar
A la gatzoneta o a cel ras, damunt de les fumaroles del fum o les onades.
Mai no sabem si l’escuma és una postil·la damunt de la pedra,
O un simple ornament del quequeig de les enfiladisses del pit.
Mai no acabem de capir l’hora domèstica del zodíac,
El desencert transversal dels rellotges,
El plural armari dels laberints,
—aqueixa forma d’abandonar-se en la precarietat total de la serradura. Mai
No se sap, al capdavall, cap a on se’n van els ecos d’allò viscut,
Cap a on el menjadiners dels reductes,
La declaració de l’afeixugament,
Aquesta manera d’abdicar en la flama de la pluja, amb les mans buides.
De sobte, ja no podem esperar dies millors, ni renàixer
En els somnis. Ja no es pot confiar en l’altaveu del subconscient.
Ja no quan tot el misteri el consumeix la gran nit del sentit
I queda desvelat el mausoleu o la catacumba.
Barataria, 11.VIII.2010








ECO SOBRE LA PIEDRA DE LA ESPUMA








And I forget
Just why I taste
Oh yeah, I guess it makes me smile
I found it hard
It was hard to find…
NIRVANA, [SMELLS LIKE TEEN SPIRIT]









De latir y fundirme estoy cansado. De sudar la oscuridad estoy
Cansado. De recordar sin refugio, está hecha esta orfandad
De los zapatos. Las calles ciegas tragan mi aliento.
La herrumbre muerde la puerta de la carne. El escombro es un catecismo
Propenso al hervor de las aldabas.
¿Qué hay detrás de ese eco de la espuma sobre la piedra?
—Maromas donde no se pueden colgar hamacas, ni siquiera
La promesa puntual de los espejos.
En el limo de la conciencia, no hay ley diáfana que valga,
Ni agonía más perversa que los espejismos.
Mordemos el embudo de las promesas extrañas, —esa suerte de querer
Filtrar las sílabas en el humo, en la espuma,
Como sí, como si la mano pudiese florecer por si sola.
La vida, a menudo, es una suerte de telefonía muda: una piedra
De fangosas transpiraciones, una mano sin dedos, una balsa de lechos
No compartidos. Un escombro de sal sin parabienes.
—Válgame, al menos, la fortuna de estar vivo:
No siempre uno desentraña la reciprocidad de almacenes y alacenas;
No siempre uno encuentra la música apropiada en los crisantemos.
No siempre la emoción es hermana del buen augurio.
Caminamos a pie y descalzos sobre los ixcanales.
Sobre el guijarro que nos espera en sigilo, sobre la piedra agreste
Que repite y duplica las paredes, sobre el cuero curtido del lodo
Indescifrable. Sobre lo que nunca se alumbra, aunque caiga el rayo
Y rompa con las sienes y el tafetán de las pestañas.
Uno debe renunciar has a la querencia de la noche. A los mensajes
Destinados a uno en la almohada. —Hay necesidad de desconfiar
De todo: del ojo ciego y perturbado de los recuerdos, del fluir de la ráfaga
Frente a nuestra casa: —es decir, de esa ráfaga que rompe el alma
Y te hace vulnerable en la intemperie.
Ahora debo descreer de la atildada mesa y altar, del miccionar
En cuclillas o a cielo raso, sobre las fumarolas del humo o el oleaje.
Uno nunca sabe si la espuma es una apostilla sobre la piedra,
O un simple adorno del tartamudeo de las enredaderas del pecho.
Uno nunca termina por entender la hora doméstica del zodíaco,
El desatino transversal de los relojes,
El plural armario de los laberintos,
—esa forma de abandonarse en la precariedad total del aserrín. Nunca
Se sabe, después de todo, hacia dónde van los ecos de lo vívido,
Hacia dónde el tragamonedas de los reductos,
La declaración del agobio,
Esta manera de abdicar a la flama de la lluvia, con las manos vacías.
De pronto, uno ya no puede esperar días mejores, ni renacer
En los sueños. Ya no se puede confiar en el altavoz del subconsciente.
Ya no cuando, todo el misterio lo consume la gran noche del sentido
Y queda desvelado el mausoleo o la catacumba.
Barataria, 11.VIII.2010
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André:Un poema que da de sí. Un poema que se debate, se ovilla y desovilla para volver de modo recurrente a la visión tormentosa de la vida. Una visión personal, muy tuya y que acaba por ser paradigma de tu poesía. Y, como siempre, un poema largo de a trallazos en que principio y fin se identifican substancialmente. Así, las coordenadas del mausoleo o la catacumba -últimamente reaparece con frecuencia esa vida interior soterrada, subterránea- del verso zaguero se alinean con los vaivenes y remolinos de la superficie en el título más que significativo por su aporte en haz exo. Y habría que atenerse en la búsqueda de una larga tradición en donde el símbolo matriz de la "piedra" cobra vida: eco, palpitación, rumor. Y, si bien la piedra animada, puede responder a la reverberación de la caracola -el teléfono del juego de niños que el poeta se reivindica-, la presencia metonímica del mar está servida. Una piedra, como se temía, por ejemplo Rubén Darío, la piedra sensitiva. Al fin y al cabo, el maestro no hacía más que revirginizar la lexia expresiva de base metafórica: "el corazon de piedra". Pero ahora no sólo es piedra que palpita, capaz de sentir y sufrir, es piedra que lleva y trae las olas -las ondas- el rumor profundo del mar.

Si somos capaces de "comprender" -ley de la aceptación, Bousoño dixit- mediante los complejos mecanismos transracionales, por ejemplo, el ámbito de las analogías y la base panteísta que las sustentan, ya no tendremos por qué quedarnos siempre en el análisis del poema -y del sentido- de sesgo surrealista, al menos no cabrá hablar de manera socorrida del surrealismo academicista. Pero ése es otro cantar, una etiqueta que siendo rica queda demasiado estrecha para la definición totalizadora de poema en André Cruchaga.

***La cita de Nirvana resitúa los ecos a través de la música del sentido. Una dimensión que le permite al amigo Cruchaga alargar los plazos a través del humor ácido -bromera de espuma- sin tratar de soslayar cierto descreimiento. Olvidarse de por qué saboreamos. Tarea difícil, tanto como lamer una piedra esperando que el friegue del ápice de la lengua nos envíe las señales oportunas: las respuestas papilares que certifiquen que estamos vivos.
Pere Bessó

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