Sent la pluja al parpelleig dels penya-segats, al reüll roedor
De la humitat en el tràngol del cèrvol que rau el cel.
Bec la tinta gris de la boira. Els barrils de gotes als forats
Del cansament, en la cornamenta secreta de la viola, —dies d’intensos
Crepuscles, lianes lentes de les llengües endredant-se als ulls.
De la humitat en el tràngol del cèrvol que rau el cel.
Bec la tinta gris de la boira. Els barrils de gotes als forats
Del cansament, en la cornamenta secreta de la viola, —dies d’intensos
Crepuscles, lianes lentes de les llengües endredant-se als ulls.
Ilustración tomada de la red
ENTRE EL PARPELLEIG DE LA PLUJA
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó
Cuando llegue la mañana revestirán sus colores resplandecientes.
Ahora todo calla.
El cielo parpadea y la luna se oculta entre las chimeneas.
PHILIPPE SOUPAULT
Sent la pluja al parpelleig dels penya-segats, al reüll roedor
De la humitat en el tràngol del cèrvol que rau el cel.
Bec la tinta gris de la boira. Els barrils de gotes als forats
Del cansament, en la cornamenta secreta de la viola, —dies d’intensos
Crepuscles, lianes lentes de les llengües endredant-se als ulls.
Entre els himnes escapçats per les tisores,
Els ocells llisquen en el ríu augural de la respiració.
Les mans lleven el pòl·len dels sostres, el capell del núvol
Enmig del fum líquid de les llums tènues.
Bé aquest palpebreig de càbales. El gat muntés de les estrelles ocultes.
El forat negre de les pissarres on la llapissera dibuixa tamborets
Sense corretges. On el coixí colpeja els òrgans vitals.
El temps és etern en la sonoritat dels rellotges.
Els dits ajunten els fragments de l’aigua per a fer somrient
L’univers, aqueixes barcasses de síl·labes dels insectes.
—Diria que el rostre reparteix el sucre de l’aigua. La barba premuda
Caient de l’arbre, l’esborrany d’ombres dels ducs.
El llavi mossega el color clavat de les fulles.
La llavor del resplendor.
El peix de la foguera en les arrrels.
Les lluernes mosseguen les estelles de la nuesa. El ranxo ígni
Del palpebreig, els repeus de les temples al prestatge de les paraules.
De sobte el cresol abriga les ninetes. Aqueixa forma de tocar les dents
Amb la lluna, —el fanal de l’arc del cel com una escala.
De sobte torna el tren amb el seu melic líquid.
Els sons, la casa, els ulls. Torna la nadala de la memòria
Amb la seua rodalia llunyana.
Alguna vegada l’aigua soterrà les estàtues. El gnom en la gebrada.
Les entropessades als capells de les ombres. Sense treva, ací,
El fill pròdig dels pensaments, la mula disfressada de cavall,
La careta de l’abella a la finestra,
La xicona de l’escola per qui pregunte encara.
De sobte li somric a un espill afeblit pels anys.
A l’espill que tradueix els safareigs. Al tabac insà de l’èxtasi.
De sobte trenque la closca de la pluja amb el paraigües del palpebreig.
De sobte la flaçada de la suor, porta oberta del cos al líquid,
A l’amerat pou dels rastres.
Sagna el darrer riu de les flautes. —el riu somnolent de les gotes
En la sang. En la melodia feridora de les ales…
Baratària, 10.VI.2010
ENTRE EL PESTAÑEO DE LA LLUVIA
Cuando llegue la mañana revestirán sus colores resplandecientes.
Ahora todo calla.
El cielo parpadea y la luna se oculta entre las chimeneas.
PHILIPPE SOUPAULT
Sabe la lluvia al pestañeo de los acantilados, al reojo roedor
De la humedad en el trance del ciervo que raspa el cielo.
Bebo la tinta gris de la niebla. Los barriles de gotas en los agujeros
Del cansancio, en la cornamenta secreta del alhelí, —días de intensos
Crepúsculos, lianas lentas de las lenguas enredándose en los ojos.
Entre los himnos decapitados por las tijeras,
Los pájaros resbalan en el río augural de la respiración.
Las manos quitan el polen de los techos, el sombrero de la nube
En medio del humo líquido de las luces tenues.
Bien este pestañeo de cábalas. El gato montés de las estrellas ocultas.
El agujero negro de las pizarras donde el lápiz dibuja taburetes
Sin correas. Donde la almohada golpea los órganos vitales.
El tiempo es eterno en la sonoridad de los relojes.
Los dedos juntan los fragmentos del agua para hacer sonriente
El universo, esas barcazas de sílabas de los insectos.
—Diría que el rostro reparte el azúcar del agua. La barba apretada
Cayendo del árbol, el borrador de sombras de los búhos.
El labio muerde el color hincado de las hojas.
La semilla del resplandor.
El pez de la hoguera en las raíces.
Las luciérnagas muerden las astillas de la desnudez. El rancho ígneo
Del parpadeo, las repisas de las sienes en el anaquel de las palabras.
De pronto el candil abriga las pupilas. Esa forma de tocar los dientes
Con la luna, —el farol del arcoíris como una escalera.
De pronto vuelve el tren con su ombligo líquido.
Los sonidos, la casa, los ojos. Vuelve el villancico de la memoria
Con su cercanía lejana.
Alguna vez el agua soterró las estatuas. El gnomo en la escarcha.
Los tropezones en los sombreros de las sombras. Sin tregua, aquí,
El hijo pródigo de los pensamientos, la mula disfrazada de caballo,
El antifaz de la abeja en la ventana,
La muchacha de la escuela por cual pregunto todavía.
De pronto le sonrío a un espejo debilitado por los años.
Al espejo que traduce las albercas. Al tabaco insano del éxtasis.
De pronto rompo el cascaron de la lluvia con el paraguas del pestañeo.
De pronto la manta del sudor, puerta abierta del cuerpo a lo líquido,
Al inundado pozo de los rastros.
Sangra el último río de las flautas. —el río somnoliento de las gotas
En la sangre. En la melodía hiriente de las alas…
Barataria, 10.VI.2010
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“De pronto rompo el cascarón de la lluvia con el
paraguas del pestañeo.”
De nuevo, querido Cruchaga, traduzco uno de tus poemas que me lleva al deleite de sus juegos de metáforas como muñecas rusas. Te lo he dicho en más de una ocasión, pero esta tarde me dejo llevar por los saltos asociativos súbitos de un irracionalismo de corte surrealista, sí, pero diferencial y controlado a tres niveles: un yo (el sujeto lírico de primera persona) que contempla como la primera vez. Un yo que pestañea (como quien descorre la cortina de la realidad compleja). Un yo que rompe el cascarón, y acá recupera la expresividad de la metáfora lexicalizada y aceptada comúmente: 'romper el cascarón'. Hasta acá, querido Cru, un lector gozoso, puede llegar fácilmente y captar el sentido. Pero llegamos a un segundo nivel de lectura autónoma para descubrir, en medio de la senda, que la lluvia también tiene vida, también nace, también, como un ave, rompe su cárcel oval. Hay, de nuevo empatía con el yo lírico, con el poeta. El poeta que parpadea (qué bien se comprende la cita de Soupault)/la lluvia que sale del cascarón. Una empatía o, mejor, una traslación y fusión poética. El poeta es lluvia/la lluvia parpadea. Y, por fin, la tercera cala: el homenaje surrealista en toda regla: el objeto surreal por excelencia, el paraguas. Un paraguas junto a la máquina de coser o en la mesa de disección de cadáveres para Breton, Picabia, Magritte o Péret... El paraguas que en Cruchaga es el medio mágico, el catalizador de la química de la lluvia, la vara mágica del poeta que convoca, la aguja de plata del niño que pincha la natura ex ovo. El palillo del ‘niño terrible’ que se bebe las aguas turbias de las chimenas de la vida. Y vuelve, como yo ahora mismo, a los tres peldaños de su entrecejo. Y pestañea:
De sobte
trenque la closca (1)
de la pluja (2)
amb el paraigües
del palpebreig (3).
Pere Bessó,
Valencia, 12.VI.2010
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