Poeta en Barataria
ANDRÉ CRUCHAGA
prólogo de Roberto Manzano
HACIA BARATARIA EN TRES ENVÍOS*
PRIMER ENVÍO
Amigo André, he corrido por encima de sus páginas, y luego he entrado a saco en las opiniones sobre su obra que me envía. Ando con la mente llena de unas luminosas estrías que son sus visiones, absorbentes, enérgicas, pegadizas, como luciérnagas de metal que cantan.
Qué depósito hirviente, que borbotón colorido, que oscuridad que tropieza en la luz, qué racimo de lagartos de fuego, de palomas de gas, caracoleando en la sintaxis, en los períodos febriles, en los puntos que se enciman unos sobre otros, como clavos de fuego. Y el sujeto que lo enuncia todo, que es usted, indudablemente, pero que indudablemente también lo desborda a usted, trabaja la palabra como un rapsoda, como un hombre bueno que ha enloquecido hacia la justicia que no conoce aristas de desdén.
Una parábola ya sin argumentos, sólo con centellas que se arriman sobre la mesa, como peces escapándose del dolor, en una enérgica esperanza que no teme decir el fracaso terrible, la tragedia que asoma en medio de la ilusión destrozada del hombre de hoy.
Pasa así uno la mano sobre el poema, y palpa vidrios frenéticos, astillas del mundo que suben con lágrimas y horizontes que se buscan, y levanta la mano sorda de sinfonía, ahíta de luces sonoras que revientan en la superficie hechizada de sus textos.
Va uno, entre crítico y poseso, en la velocidad imaginativa que usted imprime
a la lectura, y a veces siente cómo se enzarcilla, cómo crece rizomático su silencio de hombre solo y acompañado, entre el tableteo azul de un ánima invasora que no para.
Le escribo con las primeras impresiones, después de asomarme rápido al conjunto, y saliendo antes que la masa organizada del caos, con sus disciplinados abismos, con sus rompientes húmedas, me empujen o deslicen hacia sus aguas primordiales.
(El Canal, 5 de mayo de 2008)
SEGUNDO ENVÍO
Amigo André, ya he leído todos los libros suyos que me ha enviado. Cuando se lee un poema solo suelto se siente una energía asociativa muy especial. Procedente del surrealismo, pero movida por una autenticidad grande. A veces, en algunos textos, el verso desciende de lo asociativo hacia alguna que otra mención periodística, que entronca de pronto el texto con la poesía latinoamericana de los sesenta. Pero son líneas, la masa textual se levanta del dato inmediato hacia una imaginación en vilo, de continua sorpresa, densa en símbolos.
Pero cuando se leen conjuntos, y de modo seguido, hay una torrencialidad de asociaciones tremenda, un calor imaginativo, una ebullición de planos de la realidad que le ofrece a sus textos una marca muy singular en el actual coro de la poesía en lengua española. No sé cómo se la arreglan los traductores con sus textos, pues su impronta emocional desafía cualquier lógica cartesiana y da paso a un inconsciente trabajando a todo vapor.
En términos imaginativos, su poesía crea una red de asociaciones que moviliza
toda su experiencia como ser humano atento, y lo emocional y lo sensorial afloran con fuerza increíble en cada poema. Hay en su psiquis un depósito abundante de vivencias, de mirajes, de sucesos, de informaciones ajenas y propias, de espacios fijados y asociados —reales y deseados—, que constituye un arca inagotable de donde usted saca su alta capacidad representativa.
Aunque usted no se considera exactamente un poeta social, yo veo en su poesía una denuncia muy poderosa del catastrófico mundo de hoy. Con una fuerza artística, y una honestidad humana muy grandes, dignas de ser reconocidas. Lo que pasa es que nuestra tradición poética latinoamericana nos ha estereotipado qué es un poema social. En muchos poetas todavía vive, con vigor excluyente, la idea de que un poema revolucionario ha de acercarse al menos a los típicos del coloquialismo, del exteriorismo, de la antipoesía que reinaron en los años sesenta y setenta. Sus poemas tienen un sujeto de una rica psicología, que sufre con la injusticia, el extravío social y la pérdida de futuro. No traza ningún programa, pues la realización artística verdadera no es escritura directa de tesis. Y sube hasta el hermetismo, pues su eficacia comunicativa consiste precisamente en sacudirnos en aquellas áreas de la conciencia que no logramos entender aún.
(El Canal, 11 de mayo de 2008)
TERCER ENVÍO
Amigo André, la poesía es una batalla sustancialmente trágica, pero muy hermosa. Se entabla de todos modos (uno no puede dejar de comparecer), aunque las probabilidades de perderla son cuantiosas. Lo mejor de uno salta al ruedo, sobre arena de locura, y en la quijotesca gesticulación de la palabra poética el universo se gana para un orden, aunque conserve su caos primigenio. No ha sabido nadie explicarla bien, ni hace falta tampoco que nadie la explique. Lo único que haría falta es que esa energía se compartiera más por los hombres de hoy, que la miran como a la hija loca del vecino.
Usted tiene plena conciencia de lo que va dicho, y en sus versos se encuentra
el testimonio —lleno de cifras y exabruptos, como todo testimonio lírico— de esa pérdida inevitable, que sale con energía a esculpir en el viento, con la secreta esperanza de alguna ganancia, aunque sea la de que el bucle angustioso de la asfixia general que hoy se vive sostenga un segundo la bordada burbuja expelida, esa joya aérea lanzada desde el corazón, contraído como un gimnasta para el salto definitivo.
Sus versos son la donación que usted hace, que no puede dejar de hacer, que parece que no tienen volición alguna, pero que emergen de adentro, en oleadas sísmicas, hacia la oreja global del mundo, hacia la frialdad de escucha que se gastan las muchedumbres y los grupos selectos, hacia la gelidez asesina que va llenando de calor el planeta, hasta que todo brille como la moneda de oro que aman, y ya la poesía no pueda más, expulsada por los mercaderes del templo.
Yo veo su dolor en cada poema: al menos para mí, que el lenguaje pueda representar con eficacia el dolor —y a ratos, esa alegría que le sopla como un relente de la gran catástrofe que usted describe— es ya un gran acierto estético, y una conquista poética dignos de encomio. La poesía es el arte de plasmar con autenticidad, y como si fuera una escena con figuras, el mundo interior. Alcanzar plásticamente la revelación de nuestro mundo interior de hoy es propósito difícil, que verdaderamente están alcanzando pocos. No es fácil pintar el magma en el mismo ojo de la erupción.
Así que le agradecemos mucho sus versos, su peculiar manera de encarar nuestra realidad —toda América se encuentra traspasada por la misma sustan cia—, y la presencia de una obra lírica que ya constituye una de las más fascinantes de Centroamérica y de la lengua española. Ancho es el coro de la poesía, y tiene, como Briaerio, mil brazos diferentes para asir el sueño, y da un gusto especial presentar a los lectores cubanos, siempre ávidos de poesía, su voz nacida desde lo hondo de la nación salvadoreña.
EL Canal, julio de 2009
ROBERTO MANZANO, [Poeta, investigador y ensayista cubano]
Ciudad de La habana, Cuba, julio de 2009.
* Prólogo al libro antológico: Poeta en Barataria, compilado por el poeta Roberto Manzano, de próxima edición en Cuba.
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