martes, 14 de diciembre de 2010

ANDRÉ CRUCHAGA EN LA POESÍA SALVADOREÑA-POR MIGUEL FAJARDO KOREA

Miguel Fajardo Korea, Educador, Poeta y Ensayista Costarricense





ANDRÉ CRUCHAGA EN LA POESÍA SALVADOREÑA


POR MIGUEL FAJARDO KOREA,
EDUCADOR, POETA, ENSAYISTA COSTARRICENSE



(Costa Rica). La poesía tiene una virtud: es un encuentro y un desencuentro. Las posibilidades de convergencia desde la poesía son múltiples. En este caso, internet fue el acercamiento; los libros, su fortaleza. Una tercera fase, será conocernos personalmente, en el momento oportuno, en algunos de nuestros países centroamericanos.
El trabajo de difusión de André Cruchaga (1957) es excepcional. Sus páginas Web están al servicio de la extensión cultural sin distingos de nacionalidad e ideologías. Se esmera, cada día por ofrecer los mejores y más exquisitos portales a la luz intensa de la poesía. Muchísimas gracias, André Cruchaga, por ofrecernos espacios de conocimiento tan frescos y caminos humanos y literarios, tan vastos y reconfortantes para el espíritu.
El Lic. André Cruchaga es profesor de humanidades y Ciencias de la Educación. Ha sido académico en enseñanza media y universitaria. Su bibliografía es extensa, con 19 libros desde 1992 hasta la fecha, a saber: Alegoría de la palabra, Fantasía del agua, Fuego de la intimidad, Espejo de invierno, Memoria de Marylhurts, Visión de la muerte, Antigua soledad, Insomnio divagante, viento, Césped sobre el fuego, Fugitiva luz de los espejos, Fantasía del bosque, Enigma del tiempo, Roja vigilia, Querencia del follaje, Rumor de pájaros, Oscuridad sin fecha, Pie en tierra y Viajar de la ceniza —hasta ahora—.
De su sostenida producción literaria, me interesa centrar mi abordaje lírico, entres de su más reciente producción, a saber: “Oscuridad sin fecha”, 2006; “Pie en tierra”, 2007 y “Viajar de la ceniza”, 2010.
Su obra poética ha sido traducida al francés por Danièlle Trottier y Valèrie St Germain; al vasco por Miren Eukene Lizeaga; al griego por Lía Karavia; al holandés por Michel Krott; al rumano por Liliana Popescu y al catalán por Pere Bessó. Fungió como jurado en la bienal literaria “José Antonio Ramos Sucre”, Venezuela, 2007. Ha obtenido diversos premios.
“Oscuridad sin fecha” contiene un orientador prólogo del escritor David escobar Galindo —a quien conoicí en Costa Rica hace muchos años—. Es una edición bilingüe español/vasco.
En la poesía de Cruchaga existe un dossier de antifaces, aunque al hablar de la vida no se debe tener miedo a los fantasmas. Sin embargo, las hormigas se mueren al ver los espejos. La vida nocturnal es un horizonte de soledad, verjas y sombras en la luna. Es decir, en el mapa lírico de Cruchaga campea una honda preocupación por la nostalgia de los espejos, lo inanimado es una respuesta donde “El silencio nos arroja rostros reales”.
El ánimo del cansancio es un desgarramiento en el espacio corporal. Mares y noches, bocanadas y desgarramientos. Sus preocupaciones estelares son el silencio que habla y ve, porque “Nos toca morir en un país de gritos”. Es el grito humano como un vector semiótico de repercusiones en el atardecer de la sonrisa, en el círculo cabalístico, o bien, en las tumbas hambrientas.
La ubicuidad es otro de los rasgos de este mapa lírico “Uno se da cuenta de que ya no se es de aquí ni de allá”. La mirada se comporta, entonces, como uno de los signos del futuro en el ayer, es decir, siempre. “Un corazón donde latía el río” es una imagen plurisignificativa de hondo arraigo expresivo, en el trópico del oleaje, en la hierbabuena del tiempo.
Existe un acendrado espíritu de búsqueda por los desaparecidos, por sus olvidos “Tan atroces como hablar con las sombras”. Dice Benedetti que “el olvido está lleno de memoria” y, en esa dimensión, el autor salvadoreño expresa “la tempestad de la ciudad y sus desaparecidos”. El tópico central de la ciudad, con todos sus contornos y expresiones desangeladas. “Este país fue hecho prohibido para el olvido”, es un verso contundente, restallante. Es una incisiva reflexión para todos.
Ironiza cuando aduce “Sé que la vida, de vez en cuando, es un manicomio”. La vida, el mundo mismo se comportan de esa manera. Los actos coyunturales son problemáticos, hoy. A veces, “La vida es un viaje a cero. En otro momento discursivo remarca “Me duele saber que la vida encarna oscuridades”, a pesar de ello, “Su sombra es mi ser. Mi compañía. El centro de mí”. Es decir, la fuerza humana es un sujeto activo en este mapa lírico. Esa condición actancial le permite decir “Un segundo en un vaso es la vida”.
“Pie en tierra” incursiona en un dualismo de entrada “Contemplar es vivir. Vivir es despertar”. Es como si el río de la irrealidades sujetaran al poeta y le indicaran otras rutas, aunque “De nada sirve abrir los ojos: todo es sombra”. Y en esa vastedad de la sombra distinta “La noche tiene un solo ojo ciego”. La ceguedad del mundo es asombrosa. Tenemos tanta capacidad para destruir, que se debe “Descubrir los pasos desgastados en los espejos”.
Los poemas de este poemario de Cruchaga son más extensos, como si quisiera expresarnos todo su dolor, su angustia existencial ante los avatares del mundo, ante los quehaceres de las fronteras, aunque “Aunque nada es posible con ellos para que no se pudran las palabras”.
El sujeto lírico aboga por los desaparecidos “Luego sobrevienen los exterminios selectivos”. Las estadísticas planetarias, en ese sentido, son apabullantes. Uno se queda incrédulo ante tanta barbarie y eso que estamos en el Siglo XXI “Sólo me queda esperar noticias/Y asumir la culpa/Y recoger el espejo de mí mismo en pedazos”. Los poetas no renunciaremos a seguir denunciando ese Apocalipsis.
“Ahora nadie ve y nadie ha visto”(…) “Comiéndose la vida”. El dolor como comida es un signo devorador “Por mucho tiempo a los vivos nos come el luto”. Sus doloridos acentos singularizan una especie de esquema recolectivo de la angustia y los traumas humanos más evidentes, porque “Vivir aquí es una aventura de la sed”.
En el universo poético de André Cruchaga “Jamás regresaremos al mismo sitio/de donde partimos”, porque “Todos no somos los mismos”. En ese encontrarse y desencontrarse que es la vida, la voz de Cruchaga es un resquicio para reflexionar sobre la condición vital “Por eso la mayor fatalidad es estar vivo, seguir vivo”. Las herencias le preocupan al poeta “Partir dejando a otros, espectros de sí mismo”.
“Viajar de la ceniza” (2010) es una hermosa edición bilingüe español-francés, con un prólogo de María Eugenia Caseiro. Deseo compartir con los lectores del periódico AEXIÓN-COSTA RICA, exquisitos versos del más reciente poemario de André Cruchaga, para ello, para ello, transcribiré una muestra selecta de su poesía, con honda calidad reflexiva, a saber:
¿Acaso el olvido borra la historia?
¿Quién nos mordió la existencia?
¿Alguien puede quitar las piedras sobre la aurora?
“Ni los verdugos socavaron el umbral de la esperanza”
“La eternidad solo es posible a través de la memoria”
“Toda la vida ha estado llena de ti”
“Un día abrazamos el cuerpo desvelado”
“Hemos aprendido a vivir en el patio de la historia”
“La vida, es decir, la huella digital de ser de mi alma”
En las lecturas de André se advierte una fortaleza que afirma su concepción cosmovisionaria. Puede observarse en ellas, epígrafes testimoniales de figuras tan relevantes como Antonio Gamoneda, Pablo Neruda, Andrés Sabella, Roque Dalton, Manuel Altolaguirre, Luis Cardoza y Aragón, Jorge Luis Borges, Gabriela Mistral, Juan Antonio Massone, César Vallejo, Bertolt Brecht o Juan Ramón Jiménez, entre otros.
Saludamos al maestro André Cruchaga y a los dilectos poetas y amigos Carmen González Huguet y Jorge Galán, porque sabemos que sus esfuerzos por mejorar el mundo son recurrentes, a pesar de todas las insanias y velocidades que nos asedian cada día de la tierra.

El presente artículo escrito por Miguel Fajardo Korea, fue publicado en el Periódico ANEXIÓN de Costa Rica, año 18, Número 208 octubre-noviembre de 2010.

lunes, 13 de diciembre de 2010

CORC INNAVEGABLE/CARCOMA INNAVEGABLE-COMENTARIO Y TRADUCCIÓN: PERE BESSÓ

Pere Bessó, poeta y traductor español






CORC INNAVEGABLE / CARCOMA INNAVEGABLE, COMENTARIO Y TRADUCCIÓN: PERE BESSÓ


Eso es, querido André, al menos nos queda un mismo cielo –amante y amada, o el yo desdoblado- que hunde las más profundas raíces en el seno o umbral de nosotros mismos. Eso ya lo dijo de otro modo, pero por ahí andaba César Vallejo. Y tienes no poca razón: el mediocre no puede aceptar el fulgor ajeno. Demasiado a menudo el mediocre no es mediocritas aureas sino mezquino. Como el trapisonda que no llega a gozque de visita dominguera.

Me gusta tu poema a dos voces, en realidad una con desdoble aparente. Y me gusta cómo acudes a la metáfora clásica de la carcoma para describir la jauría de la noche. Como me gusta sobremanera tu particular homenaje al maestro Canales. Uno de los poetas de la Generación de Medio Siglo más interesantes de las sucesivas hornadas andaluzas. Y si el amigo Canales encontró su abadía de Port-Royal como un jansenista de la poesía, el André Cruchaga no le va a la zaga desde su particular ermita oculta que sólo resplandece en la vigilia iluminada de los grandes.
Un poeta capaz de encender su boca con la fuerza seminal de los flujos más íntimos y hospitalarios es un poeta mayor, asciende y desciende el haz y envés de la luz primera:

--Déjame cantar
Sobre la palmera del pubis y enharinar el terciopelo de la luna.


Un jilguero selenita o un cuco travieso que sabe conjugar la voz del trovador, la qasida andalusí y la virtud de las telas simbolistas en el justo centro. De ahí la raíz más enrevesada de la lírica en el amigo poeta que sabe pocear, como un buen blues, en las muddy waters de peces más sabrosos.
Lo diré una vez más: disfruto con y de tu poesía.
A veces, duende, a veces trasgo, a veces genio.
Pere Bessó



CORC INNAVEGABLE



Cuando en el río de soledad que, a veces, nos recorre,
un álveo seco, piedras
con huella de lavados imposibles,…
ALFONSO CANALES



El corc de la nit té cambres fosques. Dents hostils
Per a morir lentament en la panaderia de les paraules.
Encara no s’ha cansat l’enveja de la seua desventura: Mossega
Trens en el seu amarg aprenentatge. Passa que al treball
El nomenen sort,
I al corc pa diví. A l’oci, desventura; a les portes, falsos
Murs. Costa entendre els éssers derrotats per la mediocritat.
Viuen en el rectangle del sofriment.
Dessagnen les seues vèrtebres i les seues genives. El temps no els abasta
Per a doldre’s i culpar uns altres dels seus mals.
(Tu i jo sabem d’aquestes nits de cendra que pillardegen
Les temples damunt de la polseguera de les ones, d’un mar glacial
De sentiments recorregut per alacrans innecessaris. Sé que ens
Colpegen el somni, però en bescanvi, nosaltres sí sabem el rumb
De les nostres sabates, les escoles d’estàtues que ens envolten,
L’anilina de gos que llepa els turmells, els ulls cansats que cauen
Damunt de nosaltres sense transparència.
Sabem que cantem i volem. Sabem el lloc precís
Destinat als bornis, l’escarabat d’escuma enganyosa damunt de
La taula, la puntuació inexacta dels incestos.
Hem hagut d’aprendre a caminar amb la butxaca plena d’espines,
Nadar en la piscina de l’enveja, menjar entre l’alumini
De les boques falses, descobrir els lingots de metzina
En el calendari. Hem sigut pacients davant l’asserradura de l’odi;
Sota el fum hem sigut abatuts.
Ja volgueren tindre la felicitat nostra, tindre també el nostre odi.
Però ni això els donem. Els deixem els carrers perquè hi cremen
Com éssers somnàmbuls, les voravies, els aliments.
Tant de bo aprenguen a mastegar allò necessari. Tant de bo un dia els abaste
La felicitat. Tant de bo un dia, almenys muiren amb elegància,
I no dediquen les seues dents a la ignomínia.
Tu i jo, que ho sabem, donem-los síl•labes de sucre perquè les seues vides
Siguen menys fosques, menys virulentes, menys inexactes.
Donem-los tasses de llampecs cristal•lins, rosada amb mel
I fins i tot una porga perquè llaven els seus budells. Donem-los tancs
D’oxígen; no poden respirar a soles, necessiten de la nostra
Ombra. Els dol la nostra felicitat. Els dol la nostra fosforescència.
Deixem-los que s’escorren pertorbats pels seus somnis maniqueus.
Tal vegada un dia troben la seua mateixa felicitat i masteguen formigues
D’un altre planeta, d’uns altres matolls amb lluernes.)
Nosaltres, gaudim de l’amor que ens tenim. Gaudim-nos
Cada dia en els kilómetres de llum que tenim. Nosaltres mosseguem
La boca blava dels porus, la boca de la rosada: —Deixa’m cantar
Damunt de la palmera del pubis i enfarinar el vellut de la lluna.
Deixem que els nostres enemics cremen en el seu mateix foc; nosaltres
Al capdavall, tenim el nostre mateix cel amb arrels pregones.

Baratària, 23.XI.2010



CARCOMA INNAVEGABLE




Cuando en el río de soledad que, a veces, nos recorre,
un álveo seco, piedras
con huella de lavados imposibles,…
ALFONSO CANALES




La carcoma de la noche tiene cuartos oscuros. Dientes hostiles
Para morir lentamente en la panadería de las palabras.
Todavía no se ha cansado la envidia de su desventura: Muerde
Trenes en su amargo aprendizaje. Resulta que al trabajo
Se le llama suerte,
Y a la carcoma pan divino. Al ocio, desventura; a las puertas, falsos
Muros. Cuesta entender a los seres derrotados por la mediocridad.
Viven en el rectángulo del sufrimiento.
Desangran sus vértebras y sus encías. El tiempo no les alcanza
Para dolerse y culpar a otros de sus males.
(Vos y yo sabemos de estas noches de ceniza que merodean
Las sienes sobre la polvareda de las olas, de un mar glacial
De sentimientos recorrido por escorpiones innecesarios. Sé que nos
Golpean el sueño, pero a cambio, nosotros sí sabemos el rumbo
De nuestros zapatos, las escuelas de estatuas que nos rodean,
La anilina de perro que lame los tobillos, los fatigados ojos que caen
Sobre nosotros sin transparencia.
Sabemos que cantamos y volamos. Sabemos el lugar preciso
Destinado a los tuertos, el escarabajo de espuma engañosa sobre
La mesa, la puntuación inexacta de los incestos.
Hemos tenido que aprender a caminar con el bolsillo lleno de espinas,
Nadar en la piscina de la envidia, comer entre el aluminio
De las bocas falsas, descubrir los lingotes de ponzoña
En el calendario. Hemos sido pacientes ante el aserrín del odio;
Bajo el humo hemos sido abatidos.
Ya quisieran tener la felicidad nuestra, tener también nuestro odio.
Pero ni eso les damos. Les dejamos las calles para que ardan en ellas
Como seres sonámbulos, las aceras, los alimentos.
Ojalá aprendan a masticar lo necesario. Ojalá un día los alcance
La felicidad. Ojalá un día, al menos mueran con elegancia,
Y no dediquen sus dientes a la ignominia.
Vos y yo, que lo sabemos, démosles sílabas de azúcar para que sus vidas
Sean menos hoscas, menos virulentas, menos inexactas.
Démosles tazas de relámpagos cristalinos, rocío con miel
Y hasta una purga para que laven sus intestinos. Démosles tanques
De oxígeno; no pueden respirar por sí solos, necesitan de nuestra
Sombra. Les duele nuestra felicidad. Les duele nuestra fosforescencia.
Dejémoslos que fluyan perturbados por sus sueños maniqueos.
Tal vez un día encuentren su propia felicidad y mastiquen hormigas
De otro planeta, de otros matorrales con luciérnagas.)

Nosotros, gocémonos con el amor que nos tenemos. Gocémonos
Cada día en los kilómetros de luz que tenemos. Nosotros mordamos
La boca azul de los poros, la boca del rocío: —Déjame cantar
Sobre la palmera del pubis y enharinar el terciopelo de la luna.
Dejemos que nuestros enemigos ardan en su propio fuego; nosotros
Al fin y al cabo, tenemos nuestro propio cielo con raíces profundas.

Barataria, 23.XI.2010

martes, 16 de noviembre de 2010

OFICI DE L’ESTRANYESA / OFICIO DE LA EXTRAÑEZA - COMENTARIO Y TRADUCCIÓN DE PERE BESSÓ

Pere Bessó, poeta y traductor





OFICI DE L’ESTRANYESA / OFICIO DE LA EXTRAÑEZA - COMENTARIO Y TRADUCCIÓN DE PERE BESSÓ


Querido Cru:

Me gusta el poema por su oficio. Un oficio de vivir, de escribir, de amar o de compartir la soledad. De cualesquiera de las maneras, a rebufo de anteriores referencias explícitas y de la propia cita en que incardinar la ironía de los cabezas cuadradas, hete acá con un poema que da el salto desde lo erótico a la actitud reflexiva que se abre en abanico, procedimiento tan frecuente en tu escritura poética.
Ya los primeros versos ubican al lector o lectora en el instante de la desnudez de los cuerpos, en la culminación del trayecto vital que es la senda de la puerta al lecho (en realidad la doble madera, como el doble espejo, o la doble agua [la recta doblez del principio de vida y muerte]), en el roce de la luz al amanecer, en la consciencia de que se es parte del fuego frente a la hoguera. El lector o lectora descubre en estos primeros versos que sólo desde el fuego de los cuerpos escrito en el libro de las sábanas (qué metáfora más deliciosa e ilustrativa la del amigo Cruchaga!) se puede reavivar la llama del recuerdo o de las memorias poco antes sólo cenizas.
La escritura del cuerpo como antesala de la muerte. No es nueva la idea, pero Cruchaga le da una nueva proyección al situarse en el ombligo exacto que señala los umbrales del cuerpo deseado entre sombras frente al horizonte de la ficción, que es escritura:

El mayor oficio de la extrañeza es escribir en tu ombligo palabras
No dichas.
Palabras, digamos, que nos advierten umbrales.

No es nuevo este decir de André Cruchaga, pero sí lo es esta suerte de dialéctica en que el par cuerpo/alma se ampara y subsume en un discurso radical la sumativo contrastiva de apariencias irreconciliables en la lectura tradicional: el más añejo idealismo de la sombra en el jardín y el más crudo realismo de la carne transpirada en cuchitril:

Dos cuerpos desnudos constituyen una sombra obstinada: sombra
De un jardín espeso de saliva, alcobas del tacto.
Escribir un poema siempre es una forma de morir: cada palabra
Nos libera de los cuchitriles y de las asas rotas de los significados.
Cuando dos almas se miran, es una sola lágrima de azúcar la que brota
De todo el firmamento de la ficción.
No hay nada más frágil que la irrealidad del arcoíris, en los ojos
De la espera, en ese otro mar que la piel transpira en sal.

Pere Bessó



OFICI DE L’ESTRANYESA



Los racionalistas, con sombreros cuadrados,
Piensan, en estancias cuadradas…
WALLACE STEVENS



Després de la nuesa resten les paraules i les postals.
La història que transcorre de la porta al llit, el paisatge viscut
—Reduït a la memòria, l’escala dels records.
Hi ha instants de benaventurança per a respirar la llum de trenc d’alba.
Cada dia, assetjats per la foguera, fem el foc: és dir,
Ens gaudim, bateguem i freguem les mans com un feix d’orenga.
El major ofici de l’estranyesa és escriure en el teu melic paraules
No dites. Paraules, diguem-ne, que ens adverteixen llindars.
Davant del fred, busque el llibre dels llençols.
Quan desitge escriure un poema, m’assec a mirar fixament
L’horitzó, —el principi de la idea està en la nuesa del verd.
Sovint el silenci es torna eco de cendres i, fins i tot, obert
Equilibri en la doble aigua de l’espill.
Quan hi ha boirina, el cel baixa als carrers a realitzar els seus quefers
De transeünt domèstic.
Dos cossos nus constitueixen una ombra obstinada: ombra
D’un jardí espés de saliva, alcoves del tacte.
Escriure un poema sempre és una mena de morir: cada paraula
Ens allibera dels enfonys i de les anses trencades dels significats.
Quan dues ànimes es miren, és una sola llàgrima de sucre la que brolla
De tot el firmament de la ficció.
Res no hi ha més fràgil que la irrealitat de l’arc del cel als ulls
De l’espera, en aqueix altre mar que la pell transpira en sal.
Diguem que la respiració és l’aleteig suprem de la vida.
Quan arriba el crepuscle a les meues mans, impera la tinta blanca de la llum
Amb tots els seus ocells d’amorosa tinta.
Quan les sabates es cansen de caminar, pose a descansar
Els meus calcetins: allò benigne sempre és lleu. Allò benigne és inamobible.
Per molt que l’huracà cresca en les temples, l’audàcia és un atifell
Infal•lible. No hi ha puny que enrune les paraules, ni ràbia que arrase
El bon pensar i sentir.
(Ah, però quan et pressent, m’és suficient l’olfacte; entren
Per la finestra les violes; en les ninetes, les ones de la respiració.
L’alegria de les portes acumulades, obri la fusta i comença
La força de la ràfega a pujar l’escala del bosc.
Quan estàs, estem en aqueix estranyament de la ranera: la remor
Sempre és una tasca difícil d’amagar,
Quan color i llum comencen a canviar de llenguatge.
Quan estàs, estem assaborint l’obscé laberint de la sendera.
Quan estàs, estem, visibles, irreconoscibles: és l’exercici de llibertat
Decantant, indispensable, davant de la hipocresia…)
Baratària, 15.XI.2010




OFICIO DE LA EXTRAÑEZA




Los racionalistas, con sombreros cuadrados,
Piensan, en estancias cuadradas…
WALLACE STEVENS




Después de la desnudez quedan las palabras y las postales.
La historia que transcurre de la puerta a la cama, el paisaje vivido
—Reducido a la memoria, la escalera de los recuerdos.
Hay instantes de bienaventuranza para respirar la luz del amanecer.
Cada día, sitiados por la hoguera, hacemos el fuego: es decir,
Nos gozamos palpitamos y frotando las manos como un haz de orégano.
El mayor oficio de la extrañeza es escribir en tu ombligo palabras
No dichas. Palabras, digamos, que nos advierten umbrales.
Ante el frío, busco el libro de las sábanas.
Cuando deseo escribir un poema, me siento a mirar fijamente
El horizonte, —el principio de la idea está en la desnudez del verde.
A menudo el silencio se vuelve eco de cenizas e incluso, abierto
Equilibrio en la doble agua del espejo.
Cuando hay neblina, el cielo baja a las calles a realizar sus quehaceres
De transeúnte doméstico.
Dos cuerpos desnudos constituyen una sombra obstinada: sombra
De un jardín espeso de saliva, alcobas del tacto.
Escribir un poema siempre es una forma de morir: cada palabra
Nos libera de los cuchitriles y de las asas rotas de los significados.
Cuando dos almas se miran, es una sola lágrima de azúcar la que brota
De todo el firmamento de la ficción.
No hay nada más frágil que la irrealidad del arcoíris, en los ojos
De la espera, en ese otro mar que la piel transpira en sal.
Digamos que la respiración es el aleteo supremo de la vida.
Cuando llega el crepúsculo a mis manos, impera la tinta blanca de la luz
Con todos sus pájaros de amorosa tinta.
Cuando los zapatos se cansan de caminar, pongo a descansar
Mis calcetines: lo benigno siempre es leve. Lo benigno es inamovible.
Por más que el huracán arrecie en las sienes, la audacia es un apero
Infalible. No hay puño que derribe las palabras, ni saña que arrase
El buen pensar y sentir.
(Ah, pero cuando te presiento, me es suficiente el olfato; entran
Por la ventana los alelíes; en las pupilas, las olas de la respiración.
La alegría de las puertas acumuladas, abre la madera y empieza
La fuerza de la ráfaga a subir la escalera del bosque.
Cuando estás, estamos, en ese extrañamiento del estertor: el murmullo
Siempre es una tarea difícil de ocultar,
Cuando color y luz empiezan a cambiar de lenguaje.
Cuando estás, estamos, paladeando el obsceno laberinto del sendero.
Cuando estás, estamos, visibles, irreconocibles: es el ejercicio de libertad
Decantando, indispensable frente a la hipocresía…)

Barataria, 15.XI.2010

sábado, 13 de noviembre de 2010

SAL ANUNCIADA DEL VERTIGEN EN LA BOIRA / SAL ANUNCIADA DEL VÉRTIGO EN LA NIEBLA - COMENTARIO Y TRADUCCIÓN: PERE BESSÓ

Pere Bessó, poeta y traductor





SAL ANUNCIADA DEL VERTIGEN EN LA BOIRA / SAL ANUNCIADA DEL VÉRTIGO EN LA NIEBLA - COMENTARIO Y TRADUCCIÓN: PERE BESSÓ

Querido André:


Otro de los poemas que hay que señalar como muestra de tu buen saber hacer. Pocos autores he leído que hayan poetizado el rompimiento del alba y la llegada de las primeras luces del día como tú. Y, antes de seguir, he de afirmarte sin rubor alguno que el tema de la albada es uno de los informantes de mi escritura. Efectivamente, el amanecer –o la amanecida, sea el matiz- es recurrente en la buena poesía de todos los tiempos, y lugares. E innúmeros poetas se han dejado llevar –seducir- por la impronta de la lírica paisajística o la amorosa. Otros han preferido el brote expresionista o incluso metafísico. Y los ha habido, en fin, que se reclamaron del pesimismo existencial: cualquier noche pasada fue mejor. Y así, alba tras alba, a lo largo de la Tradición. Sin embargo, con tu poema me acerco al Alba feminizada que desde el bosque toma el lindero hacia las primeras casas de la villa, en donde humea el claror en los pucheros de las buenas humildes gentes. Sí, hablo de Rimbaud, pero también de Francis Jammes y, a mucho estirar, de Paul Claudel, quien pese a su cristianismo narcotizante nunca dejó de lado el albatros baudelaireano …
Y, aunque es cierto que todos los poetas que he citado son de expresión francesa (aube, aube!), tiene su razón: la cultura anglosajona, desde mis lecturas, se entrega más al juego de entreluces, atardecer o anochecer. El twilight. Son los franceses –también los catalanes o los poetas arabigoandalusíes- quienes entretejen versos que clarean. E iluminan. Ésa es la palabra justa para el péndulo de la poesía que también hoy encuentro a la manera de la huella necesaria [Y habrás de perdonarme mi eurocentrismo en esta nota a picado de dedos entumecidos]. No luz de vaivén. Trasluz. Luz en la trastienda del ser que contempla el orbe desde esa persiana y ventana de pájaros delgados –ocells prims, amigo, fíjate qué belleza sonora, pero también cuánta luz en su fonética lírica- No es ocioso ni incidental que des el salto apropiado, ordenado hacia la luz maestra. Y que sea Guillén, el beato Guillén quien te alumbre en la unidad del ser frente al mundo. El desasosiego del cuerpo y la mente ensoñados, adormilados, cabeceantes frente al universo camino del esplendor. Tu poema en búsqueda de la armonía…
Aun sabiendo, justamente por eso, que la tierra de la piel está quemada por la sal, una alta sal que anuncia el vértigo de la bruma. El vértigo de las apariencias que se bate en las barricadas alzadas a la luz de los ojos insomnes. Dicho a tu manera, Cru, del desasosiego de la noche, la ruptura y la fiebre, a la unidad del cuerpo y la mente. Si no gozo de amanecida, quede al menos la aceptación del propio vivir y la carne –los huesos- de su memoria desperezada:

Amanece en mis bolsillos la ventana de la niebla. Crece la garganta
Entre el filo de las persianas, pájaros delgados en la sonrisa de las manos.
Dobla el campanario en la taberna del alma. Voces pululantes
En el vértigo sobre la nube oscura del pájaro. Pasa el afiche del viento
En medio de las pupilas como una barricada de esquinas grises.
La sal se eterniza en los hombros; la flor del beso en los poros
Camina descalza hasta convertirse en césped.
—Cada mañana trae mojados alelíes. Mapas pintados de confecciones
Absurdas, y péndulos sin desplazamiento de hipotenusas.
Ya no hay apariencias, sino el reposo de la materia, los pies sobre
La tierra, el rumbo entero de lo que fueron los desasosiegos.
Ahora es una sola unidad el cuerpo y la mente.

Pere Bessó, Valencia, 13 Noviembre 2010.



SAL ANUNCIADA DEL VERTIGEN EN LA BOIRA




Mi memoria ya es carne, ya un placer
-soñado- resucita,
ya la verdad de mi vivir da cita.
¿Alma, cuerpo? Mi ser.
JORGE GUILLÉN




Trenca l’alba en les meues butxaques la finestra de la boira. Creix la gola
Entre el fil de les persianes, ocells prims en el somriure de les mans.
Dobla el campanari en la taverna de l’ànima. Veus pul•lulants
En el vertigen damunt del núvol fosc de l’ocell. Passa l’afixat del vent
Enmig de les ninetes com una barricada de cantons grisos.
La sal s’eternitza en els muscles; la flor del bes en els porus
Camina descalça fins a tornar-se gespa.
—Cada matí porta violes mullades. Mapes pintats de confeccions
Absurdes, i pèndols sense desplaçament d’hipotenuses.
Ja no hi ha aparences, sinó el repòs de la matèria, els peus damunt
De la terra, el rumb sencer d’allò que foren els desassosecs.
Ara és una sola unitat el cos i la ment.
En quins carrers tristos té lluïssor la boca, el cos esquinçat, nu
Dels dies nascuts al buit dels ulls?
—La sal és un confús martiri de llençols: ens corca i preserva;
Ens buida el cossí dels ulls,
Es farta en la cara com un sol blanc, com premut paraigües.
D’ençà aquesta perennor pressentida: ací es nodreixen les branques de la vida,
El sentit de la vida, el litoral del destí amb les seues ungles.
És un morir diari aquesta acumulació d’equipatges;
Ens desvivim cada volta que els minuts, redons, giren sense encert
Damunt l’ossada del deliri.
La sal anunciada, pressentida, ens aventa cap al crit on s’alça
El cos i entra de seguida a la boca amarga de la boira.
De sobte es perd la certesa de la transparència, el món objectiu
De les sabates, el tràfic mut de les voravies.
Mai no ha sigut fàcil entendre les aigües inefables que corren sort
Estranya en els braços grocs de la fullaraca. Sempre és així per a pujar
Les escales de la molsa, el pis de sorra dels litorals
Un día o un altre, el capell fosc del vertigen: l’argent viu de la sal
En vaixells estranys, l’ofeg mastegat com residu d’esquerdes,
—demència repetida en l’ombra del reble.
Al capdavall, la sal ens mossega les dents i trenca el fil de les ungles;
I fumeja en la seua dissonància de badall,
I crema en la inclemència la seua mateixa paradoxa: el rictus d’anunciar
La gota de sang que flueix del no-res a la boira.
Un dia tindré només memòria: ací els escaldums en el paladar,
Batalla guanyada pel silenci, per l’ala cremada de la pira…

Baratària, 11.XI.2010

SAL ANUNCIADA DEL VÉRTIGO EN LA NIEBLA




Mi memoria ya es carne, ya un placer
-soñado- resucita,
ya la verdad de mi vivir da cita.
¿Alma, cuerpo ? Mi ser.
JORGE GUILLÉN




Amanece en mis bolsillos la ventana de la niebla. Crece la garganta
Entre el filo de las persianas, pájaros delgados en la sonrisa de las manos.
Dobla el campanario en la taberna del alma. Voces pululantes
En el vértigo sobre la nube oscura del pájaro. Pasa el afiche del viento
En medio de las pupilas como una barricada de esquinas grises.
La sal se eterniza en los hombros; la flor del beso en los poros
Camina descalza hasta convertirse en césped.
—Cada mañana trae mojados alelíes. Mapas pintados de confecciones
Absurdas, y péndulos sin desplazamiento de hipotenusas.
Ya no hay apariencias, sino el reposo de la materia, los pies sobre
La tierra, el rumbo entero de lo que fueron los desasosiegos.
Ahora es una sola unidad el cuerpo y la mente.
¿En qué calles tristes tiene brillo la boca, el cuerpo rasgado, desnudo
De los días nacidos en la oquedad de los ojos?
—La sal es un confuso martirio de sábanas: nos corroe y preserva;
Nos vacía el cuenco de los ojos,
Se harta en la cara como un sol blanco, como apretado paraguas.
De ahí esta perennidad presentida: aquí se nutren las ramas de la vida,
El sentido de la vida, el litoral del destino con sus uñas.
Es un morir diario esta acumulación de equipajes;
Nos desvivimos cada vez que los minutos, redondos, giran sin atino
Sobre la cárcava del delirio.
La sal anunciada, presentida, nos avienta hacia el grito donde se alza
El cuerpo y entra en seguida, a la boca amarga de la niebla.
De pronto se pierde la certeza de la transparencia, el mundo objetivo
De los zapatos, el tráfico mudo de las aceras.
Nunca ha sido fácil entender las aguas inefables que corren suerte
Extraña en los brazos amarillos de la hojarasca. Siempre es así para subir
Las escaleras del musgo, el piso de arena de los litorales.
Un día u otro, el sombrero oscuro del vértigo: el azogue de la sal
En vasijas extrañas, el ahogo masticado como residuo de grietas,
—demencia repetida en la sombra del cascajo.
Después de todo, la sal nos muerde los dientes y rompe el filo de las uñas;
Y humea en su disonancia de badajo,
Y quema en la inclemencia su propia paradoja: el rictus de anunciar
La gota de sangre que fluye de la nada a la niebla.
Un día tendré sólo memoria: ahí la pepitoria en el paladar,
Batalla ganada por el silencio, por el ala ardida de la pira…

Barataria, 11.XI.2010