martes, 18 de junio de 2019

GANGRENA DEL MIRATGE

Imagen FB de Pere Bessó





GANGRENA DEL MIRATGE




Hay muchas cosas que no han sido vistas
Nosotros mostramos apenas lo que reluce
Vicente Huidobro




Ens clavem damunt de l’esquelet de peix de l’absolut
i només veiem les escates de la vesprada cordant-se en allò lúgubre.
A vegades, tenim de solapa la boca dels grans afanys,
però darrere de les palpebres hi ha inconfessables diluvis,
la veu interna que calla la barbàrie.
Sorpresivament, es fan visibles els escarabats
del desig, els cossos esmorteïts, els monuments trencats,
l’amor encara que ocórrega en soledat.
La memòria ens resulta un al·licient quan s’ha aprés
a minvar la marxa (així es veu l’escalpel a la mortalla),
o a entendre l’inexorable d’alguns noms enterbolits
pel vendaval de les mentides. I el patíbul de la llengua.
Ací nosaltres enmig de tantes escenes decadents
i consignes programàtiques. Entre confuses misèries.
És estrany anar per carrers que un suposa que ja coneix,
per molt que les mateixes canvien de fesomia com els espills.
Aprenguí en la caducitat d’aquest món del desastre,
que la destrucció sempre és un espai inimaginable.
.
Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ




GANGRENA DEL ESPEJISMO




Hay muchas cosas que no han sido vistas
Nosotros mostramos apenas lo que reluce
Vicente Huidobro




Nos hincamos sobre el esqueleto de pez del absoluto
y sólo vemos las escamas de la tarde abrocharse en lo lúgubre.
A veces, tenemos de solapa la boca de los grandes desvelos,
pero detrás de los párpados, hay inconfesables diluvios,
la voz interna que calla la barbarie.
Cuando menos uno lo espera, se hacen visibles los escarabajos
del deseo, los cuerpos desvaídos, los monumentos rotos,
el amor aun cuando se suceda en soledad.
La memoria nos resulta un aliciente cuando se ha aprendido
a mermar la marcha (así se ve el escalpelo en la mortaja),
o a entender lo inexorable de algunos nombres enturbiados
por el vendaval de los embustes. Y el patíbulo de la lengua.
Aquí nosotros en medio de tantas escenas decadentes
y consignas programáticas. Entre confusas miserias.
Es extraño caminar sobre calles que uno supone ya conoce,
aunque las mismas cambien de fisonomía como los espejos.
Aprendí en la caducidad de este mundo del desastre,
que la destrucción siempre es un espacio inimaginable.
.
Del libro “Estación Huidobro”, 2019
©André Cruchaga

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