Juan Antonio Rosado, escritor y ensayista mexicano
CAMINOS CERRADOS
Por Juan Antonio Rosado
Reseña
¿Qué ha sido de este país? Museo de huesos,
vianda de moscas salpicadas por espigas
de lágrimas.
André Cruchaga
Entre los actuales poetas salvadoreños, André Cruchaga (1957) merece el lugar de quienes han conquistado su voz, una voz que, como pocas, expresa con intensidad nuestra época; una voz que, por lo mismo, se aleja de la función meramente esteticista o "artepurista", que García Lorca, por ejemplo, consideraba como "una cosa que sería cruel si no fuera afortunadamente cursi". Pero el poeta no ha renunciado ni a lo estético ni a las imágenes por instantes crípticas, aunque llenas de plasticidad en su hermetismo.
Ceñido al signo de nuestro tiempo —uno de los más crueles y deshumanizados—, Cruchaga ha encontrado en la poesía el vehículo para expresarlo. En su último poemario, Caminos cerrados (2009), impera la noche, el "aire de ceniza", la catástrofe, "el cascabel del pánico", lo infernal y la indiferencia de Dios (si lo hay), así como escalofrío, desasosiego y, en general, signo negativo: "alfabeto del extravío", camino cerrado:
Mientras los países mueren desangrando
su agonía,
no sé en qué piso de la ONU los embajadores
cabildean para convertir las falacias en verdades,
el azúcar en gastada diabetes
y en insomnio histórico la hojarasca.
El libro resulta una descripción apocalíptica del espíritu en su lamentable estado de degradación. Tras la guerra fría, cuando "el único imperio se tornó Dios", hemos heredado un mundo sin paz: "tapiz de balas por aire y tierra", donde "el hongo del ruido ha sido un vasto ornamento" y donde "Envejecemos junto a la noche,/ la pólvora y la tortura". El espíritu de hoy es el de "las teorías antropófagas de los políticos" y el "aliento de alacranes"; el "tiempo de bestias" en una "tierra de miedo" en que la armonía es negada y el caos tiene su vestíbulo. Por ello, el tema recurrente del volumen es la guerra, inherente a muchas naciones latinoamericanas. El Salvador no es, por supuesto, la excepción, y México hoy se halla enfrascado en una guerra inútil, sin rumbo, porque es ése el medio que ha elegido el Estado para provocar temor en la población: más de once mil vidas apagadas a causa de tratarnos como menores de edad y prohibir sustancias que “no debemos” introducir en nuestros cuerpos “porque es malo”. ¿En qué conciencia cabrá ese daño, esas vidas (inocentes o culpables), si es que hay conciencia en el aparato represor del Estado? Cruchaga, más allá de su tiempo y su lugar, ha sabido captar una esencia humana: el estado de conflicto independiente de sus causas. Lo importante es que ha sentido, sufrido, expresado sus consecuencias. Y sin embargo, "Bajo el caos, la palabra", como reza uno de los títulos del poemario. Renunciar al verbo poético implicaría caer en el amarillismo de muchos medios de comunicación; al fin y al cabo, vulgarizadores de la violencia. Tras los estados de conflicto que estamos viviendo, nada puede volver a ser igual:
Aquí era la ciudad antes de la guerra.
Era el mercado, la escuela, el día;
ahora es el escombro y el aliento seco.
El poemario posee una fuerza, una intensidad emotiva que destila indignación, impotencia, grito, a pesar de su clamor por la paz. Es difícil concluir el volumen sin dolor por el estado actual en que viven (sufren) países como el nuestro. He ahí la unidad del libro, que oscila entre el pesimismo y una tímida, penosa de abrir los ojos, esperanza de paz. Este conjunto de poemas no dejará indiferente a ningún lector sensible, que vive y padece nuestra época y el destino del otro y del yo en un mundo —como diría el poeta hondureño Roberto Sosa— "para todos dividido".
CAMINOS CERRADOS
Por Juan Antonio Rosado
Reseña
¿Qué ha sido de este país? Museo de huesos,
vianda de moscas salpicadas por espigas
de lágrimas.
André Cruchaga
Entre los actuales poetas salvadoreños, André Cruchaga (1957) merece el lugar de quienes han conquistado su voz, una voz que, como pocas, expresa con intensidad nuestra época; una voz que, por lo mismo, se aleja de la función meramente esteticista o "artepurista", que García Lorca, por ejemplo, consideraba como "una cosa que sería cruel si no fuera afortunadamente cursi". Pero el poeta no ha renunciado ni a lo estético ni a las imágenes por instantes crípticas, aunque llenas de plasticidad en su hermetismo.
Ceñido al signo de nuestro tiempo —uno de los más crueles y deshumanizados—, Cruchaga ha encontrado en la poesía el vehículo para expresarlo. En su último poemario, Caminos cerrados (2009), impera la noche, el "aire de ceniza", la catástrofe, "el cascabel del pánico", lo infernal y la indiferencia de Dios (si lo hay), así como escalofrío, desasosiego y, en general, signo negativo: "alfabeto del extravío", camino cerrado:
Mientras los países mueren desangrando
su agonía,
no sé en qué piso de la ONU los embajadores
cabildean para convertir las falacias en verdades,
el azúcar en gastada diabetes
y en insomnio histórico la hojarasca.
El libro resulta una descripción apocalíptica del espíritu en su lamentable estado de degradación. Tras la guerra fría, cuando "el único imperio se tornó Dios", hemos heredado un mundo sin paz: "tapiz de balas por aire y tierra", donde "el hongo del ruido ha sido un vasto ornamento" y donde "Envejecemos junto a la noche,/ la pólvora y la tortura". El espíritu de hoy es el de "las teorías antropófagas de los políticos" y el "aliento de alacranes"; el "tiempo de bestias" en una "tierra de miedo" en que la armonía es negada y el caos tiene su vestíbulo. Por ello, el tema recurrente del volumen es la guerra, inherente a muchas naciones latinoamericanas. El Salvador no es, por supuesto, la excepción, y México hoy se halla enfrascado en una guerra inútil, sin rumbo, porque es ése el medio que ha elegido el Estado para provocar temor en la población: más de once mil vidas apagadas a causa de tratarnos como menores de edad y prohibir sustancias que “no debemos” introducir en nuestros cuerpos “porque es malo”. ¿En qué conciencia cabrá ese daño, esas vidas (inocentes o culpables), si es que hay conciencia en el aparato represor del Estado? Cruchaga, más allá de su tiempo y su lugar, ha sabido captar una esencia humana: el estado de conflicto independiente de sus causas. Lo importante es que ha sentido, sufrido, expresado sus consecuencias. Y sin embargo, "Bajo el caos, la palabra", como reza uno de los títulos del poemario. Renunciar al verbo poético implicaría caer en el amarillismo de muchos medios de comunicación; al fin y al cabo, vulgarizadores de la violencia. Tras los estados de conflicto que estamos viviendo, nada puede volver a ser igual:
Aquí era la ciudad antes de la guerra.
Era el mercado, la escuela, el día;
ahora es el escombro y el aliento seco.
El poemario posee una fuerza, una intensidad emotiva que destila indignación, impotencia, grito, a pesar de su clamor por la paz. Es difícil concluir el volumen sin dolor por el estado actual en que viven (sufren) países como el nuestro. He ahí la unidad del libro, que oscila entre el pesimismo y una tímida, penosa de abrir los ojos, esperanza de paz. Este conjunto de poemas no dejará indiferente a ningún lector sensible, que vive y padece nuestra época y el destino del otro y del yo en un mundo —como diría el poeta hondureño Roberto Sosa— "para todos dividido".
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André Cruchaga. Caminos cerrados. México: Editorial Praxis, 2009, 100 pp.
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Publicado en La Cultura en México, de la revista Siempre!, año LVI, núm 2943 México, 8 de noviembre de 2009, p. 84
André Cruchaga. Caminos cerrados. México: Editorial Praxis, 2009, 100 pp.
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Publicado en La Cultura en México, de la revista Siempre!, año LVI, núm 2943 México, 8 de noviembre de 2009, p. 84
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Juan Antonio Rosado (México, 1964). Narrador, ensayista y crítico literario. Es autor de la novela El cerco (Ed. Jus, 2008), del libro de poemas y aforismos Entre ruinas, poenumbras (Ed. Praxis, 2008) y del libro de cuentos Las dulzuras del Limbo (Ed. Praxis, 2003), así como de los volúmenes de ensayos: Palabra y Poder (Conaculta. Sello Bermejo, 2006); Juego y Revolución: la literatura mexicana de los años sesenta (EDAMEX, 2005); Erotismo y misticismo (Universidad de la Ciudad de México / Ed. Praxis, 2005); El engaño colorido (Universidad de la Ciudad de México, 2003); Bandidos, héroes y corruptos o nunca es bueno robar una miseria (Ed. Coyoacán, 2001); El presidente y el caudillo (Ed. Coyoacán, 2001) y En busca de lo absoluto (UNAM, 2000), y del manual Cómo argumentar. Antología y práctica (Ed. Praxis, 2004). Colaboró en la realización del Diccionario de literatura mexicana. Siglo XX (dos ediciones: UNAM, 2000 y Ed. Coyoacán / UNAM, 2004). También participó en la edición anotada de Alfonso Reyes: Visión de México (aún inédita). Ha publicado cuento, ensayo, poesía y crítica literaria en más de seis libros colectivos o antologías, entre las que cabe mencionar Los mejores cuentos mexicanos. Edición 2001 (Ed. Joaquín Mortiz, 2001), La escritura cómplice. Juan García Ponce ante la crítica (Ed. Era, 1997), Memorial de dos ciudades (Ed. Vigía, La Habana, 1995), Rayo de Esperanza (Centro Poético, Madrid, 2004), Letras latinoamericanas. Cinco premios Nobel y cuatro que no lo fueron (Compañía Editorial Impresora y Distribuidora, 2006) y Animales distintos (Ed. Arlequín/FONCA/CNCA, 2008). Ha sido colaborador en más de diez revistas literarias y en diversos suplementos culturales. Es miembro del Consejo Editorial de la revista Blanco Móvil. Como docente, ha sido profesor de literatura en más de diez instituciones del país. En 2003, la Universidad Iberoamericana lo premió con una Medalla por su desempeño en los Diplomados en Arte Contemporáneo, y en 2004, el Centro de Cultura Casa Lamm, con un Diploma por su labor académica. Fue también merecedor de la Medalla “Alfonso Caso”, que le otorgó la UNAM en 1998. En dos ocasiones, recibió la beca “Jóvenes creadores” del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA): durante los periodos 1997-1998 (en ensayo) y 1999-2000 (en cuento). En septiembre de 2000 ganó el Premio de Ensayo “Juan García Ponce”, otorgado por el Instituto de Cultura de la ciudad de México. En 2002 obtuvo el grado de Doctor en Letras por la UNAM. Ha colaborado como investigador en elInstituto de Investigaciones Filológicas (UNAM) y en la Fundación Pro Academia Mexicana de la Lengua. También se ha desempeñado como dictaminador, editor y corrección de estilo para diversas instituciones.
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