lunes, 25 de mayo de 2009

Prólogo a Destellos del tacto-Luis Gallegos Valdés

Luis Gallegos Valdés, El Salvador, visto por Bollani




Prólogo
Destellos del tacto

El poeta ha querido que sea yo su presentante en esta otra salida suya al campo siempre -atractivo pero arriesgado- de la poesía. Y he aceptado con agrado el cometido, tras aquilatar la calidad de este poemario.

Ante todo el título es un acierto, porque nos sitúa de inmediato dentro de la sensibilidad del poeta, dentro de su orbe lírico, haciéndonos descender hasta las raíces de su ser, al tiempo que prepara nuestra ascensión hacia la ramazón de su árbol vital, en el que anidan pájaros y nubes. Circulamos por su savia a través de veintidós breves poemas desde lo oscuro hasta la luminosidad del día. En cada uno de ellos hay uno o varios destellos, que son como las señales de una sensibilidad extremadamente delicada, los indicios, a veces dolorosos y otras exultantes, frente a un entorno -a una realidad- que el poeta, lejos de ignorarlos, trata de superarlos mediante una sumersión en lo más vivo e íntimo de sí mismo.

Estos destellos contribuyen a esclarecer una visión onírica, a acercarnos a recuerdos perdidos en el trasfondo de la memoria, pero que la palabra rescata para elevarlos a símbolos. " Quién no quisiera ser ahora/ memoria del sueño en lo verde, / en la edad del ala/ o del espejo?"

Es un vivir atento a los diversos momentos de la jornada, al mediodía seguro, al atardecer inquietante, a la noche que acecha la vigilia del poeta desde todos sus rincones. Este busca su identidad perdida en las sombras, en agónico trance; pero recobrada tras una lucha agobiante con esas sombras que la mano aparta para hallar un resquicio esperanzador. "He dormido en la noche, eso es todo: / pájaros y caballos me acecharon. / Desde entonces soy marino/ y ando en vigilias eternizadas"

Por galerías insospechadas los pasos adelantan, a ratos temerosos, a ratos seguros, sin titubeo. El alma se transforma en relámpago al dejar inerme al cuerpo en unas gradas, desangrándose; y penetra entonces, en círculos que multiplican el tiempo y el espacio, que hacen desarrollar una vida en un instante, "porque siendo huésped de la luz,/ transcurro en sílabas opacas...." Atenido a la palabra, que "es un imperio de gozos y agonías", el poeta cumple un ciclo vital en fuga a lomos de la imaginación, cuyas alas lo impulsan, cada vez más, en loca espiral. Su fe en el verbo lo salva de caer al pedir una linterna con filo "y las raíces de la lengua en una palabra..."

Músicas oscuras se escuchan trastornando esa palabra. El tacto "descarnado y esparcido" busca la presencia de las fuerzas más recónditas, y hay un desgarrón doloroso en la piel debido a ese forcejeo nocturno. Ala y granito chocan haciendo gemir las paredes; pero "la luz es un hilo de pájaros que capitanea/ otras presencias". El lector -en mi seguimiento- hará a su vez esta trayectoria a través del sueño en la que el poeta trata de salir a flote, asaltando "cerraduras violentas", rompiendo muros apretados, en medio de la niebla y el vacío. "Ah, los destellos del tacto, de la voluntad/ no traen viñedos..."

Extraer de ellos la luz es todo un triunfo, frente a "esta fría voluntad derramada", caída de la nocturna lámpara como aceite, inútil ya. Porque existe "la eternidad del árbol", ese árbol por cuya savia el poeta nos ha hecho circular desde el abismo a la cumbre, desde la raíz al ala, desde los socavones más profundos hasta la áurea nube. Y ello gracias a la identidad recobrada entre los vericuetos de la memoria anciana y joven, lenta o veloz para hacer que el tiempo se haga reversible. Oídos y vocablos, eficacia de lo audible sobre los cauces sordos de la angustia, sobre los pedregales infinitos, calcinados, de una tierra de nadie...

Podría llevar más lejos la paráfrasis, mas creo que basta para el cabal sentido de este poemario, que nos introduce en ámbitos de luz y de sombra, de angustia y de gozo, de alegría y de dolor. La aventura del poeta traspasa las horas del día con la rapidez de la emoción espoleada por la palabra, y de "el pórtico de lo virginal" hemos arribado, "en tentativa de actos y compañías", a "la flor del tiempo y las edades", en un periplo que va "más allá del vocablo que gobierna/ los movimientos y las compañías". Lo cual quiere decir que el poeta nos ha hecho partícipes, generosamente, de su aventura diurna y nocturna.

LUIS GALLEGOS VALDES
(San Salvador, octubre 27 de 1985).

martes, 12 de mayo de 2009

André Cruchaga en el panorama poético centroamericano

Miguel Fajardo Korea, Costa Rica





André Cruchaga en el panorama poético centroamericano


Por Lic. Miguel Fajardo Korea, poeta y educador
Premio Nacional de Educación de Costa Rica, 2008


(Costa Rica).-La poesía tiene una virtud: es un encuentro y un desencuentro. Las posibilidades de convergencia desde la poesía son múltiples. En este caso, Internet fue el acercamiento; los libros, su fortaleza. En una tercera fase, será conocernos personalmente, en alguno de nuestros países centroamericanos.

El trabajo de difusión cultural de André Cruchaga (1957) es excepcional. Sus páginas Web están al servicio de la extensión cultural sin distingos de nacionalidades. Se esmera, cada día por ofrecer los mejores y más exquisitos portales a la luz intensa de la poesía. Desde Costa Rica, muchísimas gracias, André Cruchaga, por ofrecernos espacios de conocimiento tan frescos y caminos humanos y literarios, tan vastos y valiosos.

El Lic. André Cruchaga es profesor de humanidades y Ciencias de la Educación. Ha sido académico en enseñanza media y universitaria. Su bibliografía es extensa, con 18 libros desde 1992, a saber: Alegoría de la palabra, Fantasía del agua, Fuego de la intimidad, Espejo de invierno, Memoria de Marylhurts, Visión de la muerte, Antigua soledad, Insomnio divagante, Viento, Césped sobre el fuego, Fugitiva luz de los espejos, Fantasía del bosque, Enigma del tiempo, Roja vigilia, Querencia del follaje, Rumor de pájaros, Oscuridad sin fecha y Pie en tierra –hasta ahora-.

De su sostenida producción literaria, me interesa centrar mi abordaje lírico, con base en dos de sus libros poéticos, a saber: “Oscuridad sin fecha”, 2006 y “Pie en tierra”, 2007.

“Oscuridad sin fecha” contiene un orientador prólogo del escritor David Escobar Galindo –a quien conocí en Costa Rica hace muchos años-. Es una edición bilingüe español/vasco. La traducción al vasco es de Miren Eukene Lizeaga.

En la poesía de Cruchaga existe un dossier de antifaces, aunque al hablar de la vida no se debe temer a los fantasmas, sin embargo, las hormigas se mueren al ver los espejos. La vida nocturnal es un horizonte de soledad, verjas y sombras en la luna. Es decir, en el mapa lírico de Cruchaga campea una honda preocupación por la nostalgia de los espejos, donde lo inanimado es una respuesta donde “El silencio nos arroja rostros reales”.

El ánimo del cansancio es un desgarramiento en el espacio corporal. Mares y noches, bocanadas y desgarramientos. Sus preocupaciones estelares son el silencio que habla y ve, porque “Nos toca morir en un país de gritos”. Es el grito humano como un vector semiótico de repercusiones en el atardecer de la sonrisa, en el círculo cabalístico, o bien, en las tumbas hambrientas.

La ubicuidad es otro de los rasgos de este mapa lírico “Uno se da cuenta que ya no se es de aquí ni de allá”· La mirada se comporta, entonces, como uno de los signos del futuro en el ayer, es decir, siempre. “Un corazón donde latía el río” es una imagen plurisignificativa de hondo arraigo expresivo, en el trópico del oleaje, en la hierbabuena del tiempo.

Existe un acendrado espíritu de búsqueda por los desaparecidos, por sus olvidos “Tan atroces como hablar con las sombras”. Dice Benedetti que “el olvido tiene memoria” y, en esa dimensión, el autor salvadoreño expresa “La tempestad de la ciudad y sus desaparecidos”. El tópico central de la ciudad, con todos sus contornos y expresiones desangeladas. “Este país fue hecho prohibido para el olvido”, es un verso contundente, restallante. Es una incisiva reflexión para todos.

Ironiza cuando aduce “Sé que la vida, de vez en cuando, es un manicomio”. La vida, el mundo mismo se comportan de esa manera. Los actos coyunturales son problemáticos, hoy. A veces, “La vida es un viaje a cero”. En otro momento discursiva remarca “Me duele saber que la vida encarna oscuridades”, a pesar de ello, “Su sombra es mi ser. Mi compañía. El centro de mí”. Es decir, la fuerza humana es un sujeto activo en este mapa lírico. Esa condición actancial le permite decir “Un segundo en un vaso es la vida”.

“Pie en Tierra” incursiona en un dualismo de entrada “Contemplar es vivir. Vivir es despertar”. Es como si el río de las irrealidades sujetaran al poeta y le indicaran otras rutas, aunque “De nada sirve abrir los ojos: todo es sombra”. Y en esa vastedad de la sombra distinta “La noche tiene un solo ojo ciego”. La ceguedad del mundo es asombrosa. Tenemos tanta capacidad para destruir, que se debe “Descubrir los pasos desgastados en los espejos”.

Los poemas de este poemario de Cruchaga son más extensos, como si quisieran expresarnos todo su dolor, su angustia existencial ante los avatares del mundo, ante los quehaceres de las fronteras, aunque “Nada es posible con ellos para que no se pudran las palabras”.

El sujeto lírico aboga por los desaparecidos “Luego sobrevienen los exterminios selectivos”. Las estadísticas planetarias, en ese sentido, son apabullantes. Uno se queda incrédulo ante tanta barbarie y eso que estamos en el Siglo XXI “Sólo me queda esperar noticias / Y asumir la culpa / Y recoger el espejo de mí mismo en pedazos”. Los poetas no renunciaremos a seguir denunciando ese Apocalipsis.

“Ahora nadie ve y nadie ha visto” (…) “Comiéndose la vida”. El dolor como comida es un signo devorador “Por mucho tiempo a los vivos nos come el luto”. Sus doloridos acentos singularizan una especie de esquema recolectivo de la angustia y los traumas humanos más evidentes, porque “Vivir aquí es una aventura de la sed”.

En el universo poético de André Cruchaga “Jamás regresaremos al mismo sitio / de donde partimos”, porque “Todos no somos los mismos”. En ese encontrarse y desencontrarse que es la vida, la voz de Cruchaga es un resquicio para reflexionar sobre la condición vital “Por eso la mayor fatalidad es estar vivo, seguir vivo”. Las herencias le preocupan al poeta “Partir dejando a otros, espectros de sí mismo”.

En las lecturas de André se advierte una fortaleza que afirma su concepción cosmovisionaria. Puede observarse en ellas, epígrafes testimoniales de figuras tan relevantes como Antonio Gamoneda, Pablo Neruda, Andrés Sabella, Roque Dalton., Manuel Altolaguirre, Luis Cardoza y Aragón, Jorge Luis Borges, Gabriela Mistral, Juan Antonio Massone, entre otros.

Saludamos, entonces, al Maestro Salvadoreño, porque sabemos que sus esfuerzos recurrentes serán a favor de la cultura y la poesía, que es el alma del mundo, a pesar de todas las insanias.



Lic. Miguel Fajardo Korea
miguelfajardokorea@hotmail.com
Premio Nacional de Educación de Costa Rica, 2008

viernes, 27 de marzo de 2009

Medianoche del mar-comentario y traducción al catalán por Pere Bessó i González

Pere Bessó i González






Medianoche del mar y el resuello de olas virgilianas



El poema que hace unos momentos me enviaste merece una lectura reposada, lenta, deleitosa, como se quería Vicente Aleixandre y rezongaba Dámaso Alonso en su poema de la llegada de la novia al alba.

Sin embargo, te adelanto que me gusta el poema de factura larga, en donde la voz adquiere vuelo y se puede jugar en él a dos caras, intensidad y extensión, claves de tu manera. Poetas hay que se entregan tanto a la depuración que luego convierten en el poema en un mero estilema, en una construcción de una sóla imagen o metáfora, y claro es que no siempre se tiene la luz suficiente para escribir el poema que le justifique a uno. Lo tuyo, en cambio, es regocijo y trabajar con la pasión que anida en las aguas mansas. Me gusta tu poesía. Quizás es que debía conocerla ahora, en el momento en que me avezo a otra dimensión poética: esta simetría inexacta de los versos paralelos que me conducen con todo desparpajo a tu lectura. Bueno, mañana al mediodía me dedicaré al clareo de tu poema y, posiblemente, así es como leo, a la traducción del texto. Te confesaré algo: la mejor lectura, la más profunda del Pere acontece con la traducción. La precisión del "concepto" (tal cual lo entendían los barrocos castellanos, el wit de los poetas cortesanos ingleses del s.XVII) es la precisión de la palabra poética. Pero, bueno, eso tú ya lo sabes en abundancia.

Por lo demás, he gozado este largo poema de versos cadenciosos y que, en ocasiones, buscaban en los recovecos el ritmo del salmo y de lo atávico, adámico o el resuello de las olas virgilianas de la alta nox en alta mar. Acá te va, amigo, resuelta en la mitjanit de la mar de mi lengua.

Pere bessó i González
Mitjanit del mar

Ací en la mitjanit del mar, tots els impossibles, tots els temps:

Déu suplicant en les ones del meu pensament, la carn

Mossegada a dentegades, l’aguait emmordassant en el somni.
El temps ens devora a cada ensopegada, madura en l’alé;
En la foscor, damunt de la sorra, la necessitat de veure les estovalles
Del dia, no el bosc d’aquest dolor mossegant els talons;

A voltes la soledat es penja dels meus peus sense sabates:

—Aqueixa soledat de l’artificial que esquinça les meues mans, el meu cos
I quant en ella el bosc de la llum, humit, juga a les cadenes.
Vindrà la llum, potser, amb la seua innocent clau? Eixiré d’aquestes

Absències rovellades després de travessar els verbs cremats:
—La carícia, l’amor, els llavis càlids de l’alegria, la respiració

De l’harmonia compartida? Ací les ales a l’aguait, el pit
Com un mar airós, l’amor indicible en l’alé…
Mentre habite aquest litoral dels meus somnis, m’he internat en la nit

Dels meus ulls, en la set del desensopiment, en l’escorça amarga de tant camí

Que en la seua saba de bresques creix, —creix com un dard en la set
De les llavors, en aquesta pregona força de la meua ferida.
Com una descàrrega de metralladores cauen les ombrel·les en la nit.

—Imatges d’irreals gesmils atabalen el meu paisatge: persianes
De fosc sabor, sinistres cavalls de nostàlgia al vent, espills

Suplicants de postals sense cap reivindicació, allà on ens han dit
Que es troba el Paradís i aquest sap a pol·lucions crepitants,

A hiverns esquinçant l’alegria dels genitals, ardent arquer
damunt de llunes horitzontals, destí de les pregàries adàmiques…
Però no, la mitjanit raja sang en les seus botes de combat.

—en ella fins els cabells clars s’ofeguen en el seu esfèric horitzó;
Insomne és el darrer vent que mormola en les paraules, fosca

La llengua on hi hagué alé; lent, aquest cel de l’agonia…
Quan la humitat de les formigues se n’allunya, quan no dolen les tempes,

La història es refà als molls de les nines; llampega
La memòria, la gebrada dicta el seu estricte escot de transeünt.

Nit i dia i ombres combaten en el cedre de la meua sang.

—Nits,
Dia i ombres ragen en l’alambí del seu mateix crit

Com un mar prement les palpebres, com una cambra on
El sutge ha begut la transparència del zodíac…
Mitjanit del mar en les aigües. Mitjanit la flama adusta de l’assetjament

Darrere d’un fons de cortines,

al fons buit dels rostres, al fons
on l’ànima es dissol cega de tant pelegrinar allà als llenços
Del seu mateix bategar, nit pregona en la cara i la pell, potser

Un altre planeta on la incertesa s’ha tornat un genet d’espills,
I l’arcà una silueta de l’alba…
Ací la mtjanit del mar i tots els seus impossibles, només ací amb la despulla

Al bell mig de les nines…
Traducción Pere Bessó y gonzález

Medianoche del mar

Ahí en la medianoche del mar, todos los imposibles, todos los tiempos:

Dios suplicante en las olas de mi pensamiento, la carne

Mordida a dentelladas, el acecho amordazando en el sueño.
El tiempo nos devora a cada tropiezo, madura en el aliento;
En lo oscuro, sobre la arena, la necesidad de ver los manteles

Del día, no el bosque de este dolor mordiendo los talones;

A veces la soledad se cuelga de mis pies sin zapatos:

—Esa soledad de lo artificial que rasga mis manos, mi cuerpo
Y cuanto en ella el bosque de la luz, húmedo, juega a las cadenas.
¿Vendrá la luz, acaso, con su inocente llave? ¿Saldré de estas

Ausencias con herrumbre después de atravesar los verbos quemados:
—La caricia, el amor, los labios cálidos de la alegría, la respiración

De la armonía compartida? Ahí las alas a la espera, el pecho
Como un mar airoso, el amor indecible en el aliento…
Mientras habito este litoral de mis sueños, me he internado en la noche

De mis ojos, en la sed del desvelo, en la corteza amarga de tanto camino

Que en su savia de panales crece, —crece como un dardo en la sed
De las semillas, en esta profunda fuerza de mi herida.
Como una descarga de ametralladoras caen las sombrillas en la noche.

—Imágenes de irreales jazmines aturden mi paisaje: persianas
De oscuro sabor, siniestros caballos de nostalgia en el viento, espejos

Suplicantes de postales sin reivindicación alguna, allí donde nos han dicho
Que se encuentra el Paraíso y éste sabe a poluciones crepitantes,

A inviernos rasgando la alegría de los genitales, ardiente arquero
Sobre lunas horizontales, sino de los rezos adánicos…
Pero no, la medianoche chorrea sangre en sus botas de combate.

—en ella hasta los cabellos claros se ahogan en su esférico horizonte;
Insomne es el último viento que murmura en las palabras, oscura

La lengua donde hubo aliento; lento, este cielo de la agonía…
Cuando la humedad de las hormigas se aleja, cuando no duelen las sienes,

La historia se rehace en los muelles de las pupilas; relampaguea
La memoria, la escarcha dicta su estricto escote de transeúnte.

Noche y día y sombras combaten en el cedro de mi sangre. —Noches,
Día y sombras chorrean en el alambique de su propio grito

Como un mar estrujando los párpados, como una habitación donde
El hollín ha bebido la transparencia del zodíaco…
Medianoche del mar en las aguas. Media noche la llama adusta del asedio
Tras un fondo de cortinas,
al fondo vacío de los rostros, al fondo
Donde el alma se disuelve ciega de tanto peregrinar allí en los lienzos
De su propia palpitación, honda noche en la cara y la piel, acaso

Otro planeta donde la incertidumbre se ha vuelto un jinete de espejos,
Y el arcano una silueta del alba…
Ahí la medianoche del mar y todos sus imposibles, solo ahí con el despojo
En medio de las pupilas…



lunes, 23 de marzo de 2009

Medianoche del mar-André Cruchaga

Ana María Veas González, Chile




______Medianoche del mar______



Ahí en la medianoche del mar, todos los imposibles,
todos los tiempos:/ Dios suplicante en las olas
de mi pensamiento, la carne/ Mordida a dentelladas,
el acecho amordazando en el sueño./El tiempo
nos devora a cada tropiezo, madura en el aliento;/
En lo oscuro, sobre la arena, la necesidad de ver
los manteles/ Del día, no el bosque de este dolor
mordiendo los talones;/ A veces la soledad
se cuelga de mis pies sin zapatos:/ —Esa soledad
de lo artificial que rasga mis manos, mi cuerpo/
Y cuanto en ella el bosque de la luz, húmedo,
juega a las cadenas.¿Vendrá la luz, acaso,
con su inocente llave?
¿Saldré de estas/ Ausencias con herrumbre
después de atravesar los verbos quemados:/
—La caricia, el amor, los labios cálidos de la alegría,
la respiración/ De la armonía compartida?
Ahí las alas a la espera, el pecho/Como un mar
airoso, el amor indecible en el aliento…/
Mientras habito este litoral de mis sueños,
me he internado en la noche/ De mis ojos,
en la sed del desvelo, en la corteza amarga
de tanto camino/ Que en su savia de panales crece,
—crece como un dardo en la sed/De las semillas,
en esta profunda fuerza de mi herida.
Como una descarga de ametralladoras caen
las sombrillas en la noche./ —Imágenes de irreales
jazmines aturden mi paisaje: persianas/
De oscuro sabor, siniestros caballos de nostalgia
en el viento, espejos/ Suplicantes de postales
sin reivindicación alguna, allí donde nos han dicho/
Que se encuentra el Paraíso y éste sabe a poluciones
crepitantes,/ A inviernos rasgando la alegría
de los genitales, ardiente arquero/Sobre lunas
horizontales, sino de los rezos adánicos…
Pero no, la medianoche chorrea sangre
en sus botas de combate./ —en ella hasta
los cabellos claros se ahogan en su esférico
horizonte;/Insomne es el último viento que murmura
en las palabras, oscura/ La lengua donde hubo
aliento; lento, este cielo de la agonía…/Cuando
la humedad de las hormigas se aleja,
cuando no duelen las sienes,/ La historia
se rehace en los muelles de las pupilas;
relampaguea/La memoria, la escarcha dicta su estricto
escote de transeúnte./ Noche y día y sombras
combaten en el cedro de mi sangre. —Noches,/
Día y sombras chorrean en el alambique
de su propio grito/ Como un mar estrujando
los párpados, como una habitación donde/
El hollín ha bebido la transparencia del zodíaco…
Medianoche del mar en las aguas. Media noche
la llama adusta del asedio/ Tras un fondo
de cortinas, al fondo vacío de los rostros,
al fondo/Donde el alma se disuelve ciega de tanto
peregrinar allí en los lienzos/De su propia
palpitación, honda noche en la cara
y la piel, acaso/ Otro planeta donde
la incertidumbre se ha vuelto un jinete
de espejos,/Y el arcano una silueta del alba…
Ahí la medianoche del mar y todos sus imposibles,
solo ahí con el despojo/ En medio de las pupilas…
Barataria, 28.VIII.2008






COMENTARIO:

Es un abismo de poesía y basta un verso para un largo comentario. Pero poniéndonos un poco superficiales para lograr un comentario donde deben ir miles diremos que es un poema existencial. Simbólico. Trata del asumirse vivo, en esa hora que se presta a todos los vértigos: La medianoche. Y el poeta se desnuda. Se ve. Se autoanaliza. Se sufre. En el dolor y la gloria de existir. Y está la soledad humana, la siempre presente y la que mueve la pluma.

“El tiempo nos devora a cada tropiezo, madura en el aliento”“…la necesidad de ver los manteles del Día, no el bosque de este dolor mordiendo los talones”

La noche casi siempre debe ser exorcizada. Es un trance para valientes. Porque a esa hora no valen los subterfugios que usamos en el día, para embotarnos. A medianoche estamos de almas desnudo, y, si no estamos familiarizados y pegados al pezón de Dios, tenemos que decir con el poeta que está “Dios suplicante en las olas de mi pensamiento”. Porque es la hora del pensar profundo. Y del sentirse lacerado por la vida. Porque eso hace la vida, dulcemente.

El poeta hace su recuento y se dice que lo artificial lo hiere.”Es la soledad de lo artificial que rasga mis manos, mi cuerpo”. De este verso devienen los misticismos, para romper este bosque hiriente como un cuchillo. Y, repito, lograr pegarse a los pezones ubérrimos y lechosos de Dios, para pasar la noche que es siempre cósmica, inmensa, aterrante, es el camino y la fórmula. Y este es el oficio de la Fe.Viene la Esperaza en la esperanza del Hombre. Tenía que venir aunque fuera en una pregunta. “¿Vendrá la luz, acaso, con su inocente llave?

“¿Saldré de estas ausencias…?” Y agrega un motivo nuevo, existencial, la vida humana, en resumen “¿…después de atravesar los verbos quemados: La caricia, el amor, los labios cálidos de la alegría, la respiración de la armonía compartida…? Luego el poeta se hunde, en su desvelo, en las añoranzas milenarias del hombre puestas “en la profunda fuerza de mi herida”.

En esta estrofa que sigue nos llueven en torrente todo el existir pleno del hombre, añorado hasta los bordes de la desesperación. Toda poesía que se rebalsa. Enumeración magistral y de nuevo poética, ebria de poesía, recalcando el poder del sexo y sus paraísos como centro de él, según lo dicho y enseñado. Y bien dicho. Pero el poeta se topa con su propia puerta cerrada que sería su noción de trascendencia…Por esto lo vuelve a devorar la medianoche, su enemiga, porque su alma está a la intemperie. Sin el escudo cósmico, contra vida humana, de la Fe, la verdadera, no la superstición que besa pies de yesos o se arranca las rodillas ante un dios sádico y neurótico. Sino la fe sola que crece porque crece en el centro del alma y es como el sicómoro de Jonás, que le quitaba la mordida rabiosa de un sol letal. Y hace posible un tú a tú con el responsable de todo.”…,la medianoche chorrea sangre en sus botas de combate” y le sume en todos los dolores posibles e imposibles que se expresan en visiones apocalípticas, no del mundo, sino del alma sola expuesta a sí misma en la feroz medianoche por donde cruza un hombre que se enfrenta a sí mismo.
Y el poeta, extenuado, hace un lento resumen, una salmodia críptica, de su trance…para concluir el poema testamentario de lo que tiene, de lo que ha logrado en su existir, o vivir…sin salidas “Ahí la medianoche del mar y todos sus imposibles, sólo ahí con el despojo en medio de las pupilas…” No hay conciencia de trascendencia gloriosa, ergo, se sufre y después se sufre, como otro poeta afirmaba de la vida. La noche como otro planeta de absurdos. No hay conciencia de la armonía cósmica y de un hacedor ebrio de amor, acoto, irrumpiendo indecentemente… pero con afán de ayudar…ante lo magistral de esta poesía que, en su Gethsemaní, suda lágrimas de sangre…
Chile, Quilpué, 28 de Agosto del 2008