FA MAL UN PORT SENSE GAVINES
Empuña el sol tocando y desparramando su cuerno de fuego,
y en los surcos maduros el pan estalla entre gaviotas y vasijas...
Pablo de Rokha
Ens fa mal el solc del peix que es cola estrany per les finestres.
Ens fan mal tots els estris que
arrosseguen llàgrimes i canelobres.
Ens fa mal la realitat sense ales en
un port sense gavines, cisellada
a pur colp de dents amb el seu dens
túnel de tempesta encriptada:
A cada estona empunyem trens per a
dir adéus ofegats en cendra;
Algunes vegades, per a escampar el
foc que encara resta
en les velles consignes de la passió,
en l’amor deseixit d’una querella,
en un penyal de palpitacions
inenarrables en l’esfera de l’ocàs.
A les boques separades del país, la
roba de nostàlgia desfeta
per la pluja, per tots aquests poders
decapitats del menjar del tall,
en atuells o lavatoris de desigs, en
resines d’idolatries cegues.
De temps en temps empunyem esperances
coagulades en pupil•les
de sorra, potser en forma de ferida,
remor de forats que mai no
s’emplenen en el paradís perdut del
bé.
Aquests dies pul•lulen més, els
esclats del mal, els murs entestats
de la nit i la mendicitat
arremolinada dels desigs.
.
. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en
català per PERE BESSÓ
.
DUELE UN PUERTO SIN GAVIOTAS
Empuña el sol tocando y desparramando su cuerno de fuego,
y en los surcos maduros el pan estalla entre gaviotas y vasijas...
Pablo de Rokha
Nos duele el surco del pescado que se
cuela extraño en las ventanas.
Nos duelen todos los utensilios que
arrastran lágrimas y candelabros.
Nos duele la realidad sin alas en un
puerto sin gaviotas, cincelada
a puro golpe de dientes con su denso
túnel de tormenta encriptada:
A cada rato empuñamos trenes para
decir adioses ahogados en ceniza;
algunas veces, para desparramar el
fuego que aún queda
en la viejas consignas de la pasión,
en el amor desasido de una querella,
en un peñasco de palpitaciones
inenarrables en la esfera del ocaso.
En las bocas separadas del país, la
ropa de nostalgia deshecha
por la lluvia, por todos esos poderes
decapitados de la comida del filo,
en vasijas o lavatorios de deseos, en
resinas de idolatrías ciegas.
De vez en cuanto empuñamos esperanzas
coaguladas en pupilas
de arena, quizás en forma de herida,
rumor de agujeros que nunca
se llenan en el paraíso perdido del
bien.
En estos días pululan más, los
destellos del mal, los muros empecinados
de la noche y la mendicidad
arremolinada de los deseos.
.
Del libro: Fuego de llaves
invisibles, 2021
©André Cruchaga
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