domingo, 21 de marzo de 2021

FA MAL UN PORT SENSE GAVINES│ DUELE UN PUERTO SIN GAVIOTAS

 

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FA MAL UN PORT SENSE GAVINES

  

 

Empuña el sol tocando y desparramando su cuerno de fuego,

y en los surcos maduros el pan estalla entre gaviotas y vasijas...

Pablo de Rokha

 

 

 Ens fa mal el solc del peix que es cola estrany per les finestres.

Ens fan mal tots els estris que arrosseguen llàgrimes i canelobres.

Ens fa mal la realitat sense ales en un port sense gavines, cisellada

a pur colp de dents amb el seu dens túnel de tempesta encriptada:

A cada estona empunyem trens per a dir adéus ofegats en cendra;

Algunes vegades, per a escampar el foc que encara resta

en les velles consignes de la passió, en l’amor deseixit d’una querella,

en un penyal de palpitacions inenarrables en l’esfera de l’ocàs.

A les boques separades del país, la roba de nostàlgia desfeta

per la pluja, per tots aquests poders decapitats del menjar del tall,

en atuells o lavatoris de desigs, en resines d’idolatries cegues.

De temps en temps empunyem esperances coagulades en pupil•les

de sorra, potser en forma de ferida, remor de forats que mai no

s’emplenen en el paradís perdut del bé.

Aquests dies pul•lulen més, els esclats del mal, els murs entestats

de la nit i la mendicitat arremolinada dels desigs.

.

. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

.

 

 

DUELE UN PUERTO SIN GAVIOTAS

 

  

Empuña el sol tocando y desparramando su cuerno de fuego,

y en los surcos maduros el pan estalla entre gaviotas y vasijas...

Pablo de Rokha

 

  

Nos duele el surco del pescado que se cuela extraño en las ventanas.

Nos duelen todos los utensilios que arrastran lágrimas y candelabros.

Nos duele la realidad sin alas en un puerto sin gaviotas, cincelada

a puro golpe de dientes con su denso túnel de tormenta encriptada:

A cada rato empuñamos trenes para decir adioses ahogados en ceniza;

algunas veces, para desparramar el fuego que aún queda

en la viejas consignas de la pasión, en el amor desasido de una querella,

en un peñasco de palpitaciones inenarrables en la esfera del ocaso.

En las bocas separadas del país, la ropa de nostalgia deshecha

por la lluvia, por todos esos poderes decapitados de la comida del filo,

en vasijas o lavatorios de deseos, en resinas de idolatrías ciegas.

De vez en cuanto empuñamos esperanzas coaguladas en pupilas

de arena, quizás en forma de herida, rumor de agujeros que nunca

se llenan en el paraíso perdido del bien.

En estos días pululan más, los destellos del mal, los muros empecinados

de la noche y la mendicidad arremolinada de los deseos.

.

Del libro: Fuego de llaves invisibles, 2021

©André Cruchaga


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