lunes, 23 de marzo de 2009

Medianoche del mar-André Cruchaga

Ana María Veas González, Chile




______Medianoche del mar______



Ahí en la medianoche del mar, todos los imposibles,
todos los tiempos:/ Dios suplicante en las olas
de mi pensamiento, la carne/ Mordida a dentelladas,
el acecho amordazando en el sueño./El tiempo
nos devora a cada tropiezo, madura en el aliento;/
En lo oscuro, sobre la arena, la necesidad de ver
los manteles/ Del día, no el bosque de este dolor
mordiendo los talones;/ A veces la soledad
se cuelga de mis pies sin zapatos:/ —Esa soledad
de lo artificial que rasga mis manos, mi cuerpo/
Y cuanto en ella el bosque de la luz, húmedo,
juega a las cadenas.¿Vendrá la luz, acaso,
con su inocente llave?
¿Saldré de estas/ Ausencias con herrumbre
después de atravesar los verbos quemados:/
—La caricia, el amor, los labios cálidos de la alegría,
la respiración/ De la armonía compartida?
Ahí las alas a la espera, el pecho/Como un mar
airoso, el amor indecible en el aliento…/
Mientras habito este litoral de mis sueños,
me he internado en la noche/ De mis ojos,
en la sed del desvelo, en la corteza amarga
de tanto camino/ Que en su savia de panales crece,
—crece como un dardo en la sed/De las semillas,
en esta profunda fuerza de mi herida.
Como una descarga de ametralladoras caen
las sombrillas en la noche./ —Imágenes de irreales
jazmines aturden mi paisaje: persianas/
De oscuro sabor, siniestros caballos de nostalgia
en el viento, espejos/ Suplicantes de postales
sin reivindicación alguna, allí donde nos han dicho/
Que se encuentra el Paraíso y éste sabe a poluciones
crepitantes,/ A inviernos rasgando la alegría
de los genitales, ardiente arquero/Sobre lunas
horizontales, sino de los rezos adánicos…
Pero no, la medianoche chorrea sangre
en sus botas de combate./ —en ella hasta
los cabellos claros se ahogan en su esférico
horizonte;/Insomne es el último viento que murmura
en las palabras, oscura/ La lengua donde hubo
aliento; lento, este cielo de la agonía…/Cuando
la humedad de las hormigas se aleja,
cuando no duelen las sienes,/ La historia
se rehace en los muelles de las pupilas;
relampaguea/La memoria, la escarcha dicta su estricto
escote de transeúnte./ Noche y día y sombras
combaten en el cedro de mi sangre. —Noches,/
Día y sombras chorrean en el alambique
de su propio grito/ Como un mar estrujando
los párpados, como una habitación donde/
El hollín ha bebido la transparencia del zodíaco…
Medianoche del mar en las aguas. Media noche
la llama adusta del asedio/ Tras un fondo
de cortinas, al fondo vacío de los rostros,
al fondo/Donde el alma se disuelve ciega de tanto
peregrinar allí en los lienzos/De su propia
palpitación, honda noche en la cara
y la piel, acaso/ Otro planeta donde
la incertidumbre se ha vuelto un jinete
de espejos,/Y el arcano una silueta del alba…
Ahí la medianoche del mar y todos sus imposibles,
solo ahí con el despojo/ En medio de las pupilas…
Barataria, 28.VIII.2008






COMENTARIO:

Es un abismo de poesía y basta un verso para un largo comentario. Pero poniéndonos un poco superficiales para lograr un comentario donde deben ir miles diremos que es un poema existencial. Simbólico. Trata del asumirse vivo, en esa hora que se presta a todos los vértigos: La medianoche. Y el poeta se desnuda. Se ve. Se autoanaliza. Se sufre. En el dolor y la gloria de existir. Y está la soledad humana, la siempre presente y la que mueve la pluma.

“El tiempo nos devora a cada tropiezo, madura en el aliento”“…la necesidad de ver los manteles del Día, no el bosque de este dolor mordiendo los talones”

La noche casi siempre debe ser exorcizada. Es un trance para valientes. Porque a esa hora no valen los subterfugios que usamos en el día, para embotarnos. A medianoche estamos de almas desnudo, y, si no estamos familiarizados y pegados al pezón de Dios, tenemos que decir con el poeta que está “Dios suplicante en las olas de mi pensamiento”. Porque es la hora del pensar profundo. Y del sentirse lacerado por la vida. Porque eso hace la vida, dulcemente.

El poeta hace su recuento y se dice que lo artificial lo hiere.”Es la soledad de lo artificial que rasga mis manos, mi cuerpo”. De este verso devienen los misticismos, para romper este bosque hiriente como un cuchillo. Y, repito, lograr pegarse a los pezones ubérrimos y lechosos de Dios, para pasar la noche que es siempre cósmica, inmensa, aterrante, es el camino y la fórmula. Y este es el oficio de la Fe.Viene la Esperaza en la esperanza del Hombre. Tenía que venir aunque fuera en una pregunta. “¿Vendrá la luz, acaso, con su inocente llave?

“¿Saldré de estas ausencias…?” Y agrega un motivo nuevo, existencial, la vida humana, en resumen “¿…después de atravesar los verbos quemados: La caricia, el amor, los labios cálidos de la alegría, la respiración de la armonía compartida…? Luego el poeta se hunde, en su desvelo, en las añoranzas milenarias del hombre puestas “en la profunda fuerza de mi herida”.

En esta estrofa que sigue nos llueven en torrente todo el existir pleno del hombre, añorado hasta los bordes de la desesperación. Toda poesía que se rebalsa. Enumeración magistral y de nuevo poética, ebria de poesía, recalcando el poder del sexo y sus paraísos como centro de él, según lo dicho y enseñado. Y bien dicho. Pero el poeta se topa con su propia puerta cerrada que sería su noción de trascendencia…Por esto lo vuelve a devorar la medianoche, su enemiga, porque su alma está a la intemperie. Sin el escudo cósmico, contra vida humana, de la Fe, la verdadera, no la superstición que besa pies de yesos o se arranca las rodillas ante un dios sádico y neurótico. Sino la fe sola que crece porque crece en el centro del alma y es como el sicómoro de Jonás, que le quitaba la mordida rabiosa de un sol letal. Y hace posible un tú a tú con el responsable de todo.”…,la medianoche chorrea sangre en sus botas de combate” y le sume en todos los dolores posibles e imposibles que se expresan en visiones apocalípticas, no del mundo, sino del alma sola expuesta a sí misma en la feroz medianoche por donde cruza un hombre que se enfrenta a sí mismo.
Y el poeta, extenuado, hace un lento resumen, una salmodia críptica, de su trance…para concluir el poema testamentario de lo que tiene, de lo que ha logrado en su existir, o vivir…sin salidas “Ahí la medianoche del mar y todos sus imposibles, sólo ahí con el despojo en medio de las pupilas…” No hay conciencia de trascendencia gloriosa, ergo, se sufre y después se sufre, como otro poeta afirmaba de la vida. La noche como otro planeta de absurdos. No hay conciencia de la armonía cósmica y de un hacedor ebrio de amor, acoto, irrumpiendo indecentemente… pero con afán de ayudar…ante lo magistral de esta poesía que, en su Gethsemaní, suda lágrimas de sangre…
Chile, Quilpué, 28 de Agosto del 2008