viernes, 2 de abril de 2021

CRUESA DEL PARADÍS│ CRUDEZA DEL PARAÍSO

 

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CRUESA DEL PARADÍS

 

 

Algunos días, el cielo

parece estar tan cerca

que trato de sacármelo de encima

y siento cómo se endurecen

a lo lejos los cerros pelados.

Robin Myers

 

 

Després de tot, l’ala ens sembla estranya quan les dents són l’arma despullada en els ulls. Davant del batec punyent, s’endureix la respiració i el cel es torna un suplici delirant. En el veler atrapat del naufragi, la flor d’ossos continguda en un somriure. Res no és tan contundent com el drap que ens fa sanglotar com una rara avis en l’entrecella esquerpa del desvetlament. Enmig de tanta trufa, la mossegada de la tomba de l’orgasme fallat, un masclet de bocadents en el fang de la ganyota. Tanta cruesa del paradís que em sona a punyal tot l’inexplicable.

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. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

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CRUDEZA DEL PARAÍSO

 

 

Algunos días, el cielo

parece estar tan cerca

que trato de sacármelo de encima

y siento cómo se endurecen

a lo lejos los cerros pelados.

Robin Myers

 

 

Después de todo, el ala nos parece extraña cuando los dientes son el arma desvestida en los ojos. Ante el latido punzante, se endurece la respiración y el cielo se vuelve un suplicio delirante. En el velero atrapado del naufragio, la flor de huesos contenida en una sonrisa. Nada es tan contundente como el trapo que nos hace sollozar como un rara avis en el entrecejo desabrido del desvelo. En medio de tanta patraña, el mordisqueo de la tumba del orgasmo fallido, un petardo de bruces en el fango de la mueca. Tanta crudeza del paraíso que me suena a puñal todo lo inexplicable.

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Del libro: ‘Fuego de llaves invisibles’, 2021

©André Cruchaga


CADASCÚ TÉ UNA HISTÒRIA│ CADA QUIEN TIENE UNA HISTORIA

 

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CADASCÚ TÉ UNA HISTÒRIA

 

 

Sus manos están floreciendo

en los prados olvidados de mi piel

me recuerdan el rojo alfabeto

del deseo escrito en la historia de mi cuerpo

Serkan Engin

 

 

Del renou dels porus, aquesta mena de trànsit damunt dels dorments

del vol d’aquell deliri desbaratador del cerç. (Cadascú té

una història, de vegades soterrada, del cos i els ulls.)

Batega la set com un allau d’ombres, mentre creix el degoteig de l’eco.

En realitat, no hi ha data de caducitat per a la memòria, tampoc pau

en una ciutat on l’alegria és un objecte sumptuari i escàs.

Malgrat tot, és entranyable l’alfabet de l’ala, els espais somiats

enmig de la pols, els trossos de despulla amb les seues bèsties agres,

aquest orb misteri d’albada que abrace durant les setmanes.

Desperte i els ulls són ací, amb el seu ofici frenètic de deliri.

Despert i recorde totes les nits oblidades a les meues mans i pell.

Tot el cos de les paraules, la rugositat del gemec, o el tors

encara descobert de la melangia, o la fugida lleugera del sucre.

Avui passa que només recorde l’ombra vermella del teu pit inefable

i el subsòl dels carrers que s’endugué la puresa

i la humitat d’hivern i el designi de l’alè i el niu extasiat.

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. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

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CADA QUIEN TIENE UNA HISTORIA

 

 

Sus manos están floreciendo

en los prados olvidados de mi piel

me recuerdan el rojo alfabeto

del deseo escrito en la historia de mi cuerpo

Serkan Engin

 

 

Del bullicio de los poros, esta suerte de transitar sobre los durmientes

del vuelo de aquel delirio arrollador del cierzo. (Cada quien tiene

una historia, a veces sepultada, del cuerpo y los ojos.)

Late la sed como un alud de sombras, mientras crece el goteo del eco.

En realidad, no hay fecha de caducidad para la memoria, tampoco paz

en una ciudad donde la alegría es un objeto suntuario y escaso.

Pese a todo, es entrañable el alfabeto del ala, los espacios soñados

en medio del polvo, los pedazos de despojo con sus bestias agrias,

este ciego misterio de alborada que abrazo durante las semanas.

Despierto y los ojos están ahí, con su oficio frenético de delirio.

Despierto y recuerdo todas las noches olvidadas en mis manos y piel.

Todo el cuerpo de las palabras, la rugosidad del gemido, o el torso

aun descubierto de la melancolía, o la fuga ligera del azúcar.

Hoy pasa que solo recuerdo la sombra roja de tu pecho inefable

y el subsuelo de las calles que se llevó la pureza

y la humedad de invierno y el designio del aliento y el nido extasiado.

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Del libro: ‘Fuego de llaves invisibles’, 2021

©André Cruchaga