martes, 16 de noviembre de 2010

OFICI DE L’ESTRANYESA / OFICIO DE LA EXTRAÑEZA - COMENTARIO Y TRADUCCIÓN DE PERE BESSÓ

Pere Bessó, poeta y traductor





OFICI DE L’ESTRANYESA / OFICIO DE LA EXTRAÑEZA - COMENTARIO Y TRADUCCIÓN DE PERE BESSÓ


Querido Cru:

Me gusta el poema por su oficio. Un oficio de vivir, de escribir, de amar o de compartir la soledad. De cualesquiera de las maneras, a rebufo de anteriores referencias explícitas y de la propia cita en que incardinar la ironía de los cabezas cuadradas, hete acá con un poema que da el salto desde lo erótico a la actitud reflexiva que se abre en abanico, procedimiento tan frecuente en tu escritura poética.
Ya los primeros versos ubican al lector o lectora en el instante de la desnudez de los cuerpos, en la culminación del trayecto vital que es la senda de la puerta al lecho (en realidad la doble madera, como el doble espejo, o la doble agua [la recta doblez del principio de vida y muerte]), en el roce de la luz al amanecer, en la consciencia de que se es parte del fuego frente a la hoguera. El lector o lectora descubre en estos primeros versos que sólo desde el fuego de los cuerpos escrito en el libro de las sábanas (qué metáfora más deliciosa e ilustrativa la del amigo Cruchaga!) se puede reavivar la llama del recuerdo o de las memorias poco antes sólo cenizas.
La escritura del cuerpo como antesala de la muerte. No es nueva la idea, pero Cruchaga le da una nueva proyección al situarse en el ombligo exacto que señala los umbrales del cuerpo deseado entre sombras frente al horizonte de la ficción, que es escritura:

El mayor oficio de la extrañeza es escribir en tu ombligo palabras
No dichas.
Palabras, digamos, que nos advierten umbrales.

No es nuevo este decir de André Cruchaga, pero sí lo es esta suerte de dialéctica en que el par cuerpo/alma se ampara y subsume en un discurso radical la sumativo contrastiva de apariencias irreconciliables en la lectura tradicional: el más añejo idealismo de la sombra en el jardín y el más crudo realismo de la carne transpirada en cuchitril:

Dos cuerpos desnudos constituyen una sombra obstinada: sombra
De un jardín espeso de saliva, alcobas del tacto.
Escribir un poema siempre es una forma de morir: cada palabra
Nos libera de los cuchitriles y de las asas rotas de los significados.
Cuando dos almas se miran, es una sola lágrima de azúcar la que brota
De todo el firmamento de la ficción.
No hay nada más frágil que la irrealidad del arcoíris, en los ojos
De la espera, en ese otro mar que la piel transpira en sal.

Pere Bessó



OFICI DE L’ESTRANYESA



Los racionalistas, con sombreros cuadrados,
Piensan, en estancias cuadradas…
WALLACE STEVENS



Després de la nuesa resten les paraules i les postals.
La història que transcorre de la porta al llit, el paisatge viscut
—Reduït a la memòria, l’escala dels records.
Hi ha instants de benaventurança per a respirar la llum de trenc d’alba.
Cada dia, assetjats per la foguera, fem el foc: és dir,
Ens gaudim, bateguem i freguem les mans com un feix d’orenga.
El major ofici de l’estranyesa és escriure en el teu melic paraules
No dites. Paraules, diguem-ne, que ens adverteixen llindars.
Davant del fred, busque el llibre dels llençols.
Quan desitge escriure un poema, m’assec a mirar fixament
L’horitzó, —el principi de la idea està en la nuesa del verd.
Sovint el silenci es torna eco de cendres i, fins i tot, obert
Equilibri en la doble aigua de l’espill.
Quan hi ha boirina, el cel baixa als carrers a realitzar els seus quefers
De transeünt domèstic.
Dos cossos nus constitueixen una ombra obstinada: ombra
D’un jardí espés de saliva, alcoves del tacte.
Escriure un poema sempre és una mena de morir: cada paraula
Ens allibera dels enfonys i de les anses trencades dels significats.
Quan dues ànimes es miren, és una sola llàgrima de sucre la que brolla
De tot el firmament de la ficció.
Res no hi ha més fràgil que la irrealitat de l’arc del cel als ulls
De l’espera, en aqueix altre mar que la pell transpira en sal.
Diguem que la respiració és l’aleteig suprem de la vida.
Quan arriba el crepuscle a les meues mans, impera la tinta blanca de la llum
Amb tots els seus ocells d’amorosa tinta.
Quan les sabates es cansen de caminar, pose a descansar
Els meus calcetins: allò benigne sempre és lleu. Allò benigne és inamobible.
Per molt que l’huracà cresca en les temples, l’audàcia és un atifell
Infal•lible. No hi ha puny que enrune les paraules, ni ràbia que arrase
El bon pensar i sentir.
(Ah, però quan et pressent, m’és suficient l’olfacte; entren
Per la finestra les violes; en les ninetes, les ones de la respiració.
L’alegria de les portes acumulades, obri la fusta i comença
La força de la ràfega a pujar l’escala del bosc.
Quan estàs, estem en aqueix estranyament de la ranera: la remor
Sempre és una tasca difícil d’amagar,
Quan color i llum comencen a canviar de llenguatge.
Quan estàs, estem assaborint l’obscé laberint de la sendera.
Quan estàs, estem, visibles, irreconoscibles: és l’exercici de llibertat
Decantant, indispensable, davant de la hipocresia…)
Baratària, 15.XI.2010




OFICIO DE LA EXTRAÑEZA




Los racionalistas, con sombreros cuadrados,
Piensan, en estancias cuadradas…
WALLACE STEVENS




Después de la desnudez quedan las palabras y las postales.
La historia que transcurre de la puerta a la cama, el paisaje vivido
—Reducido a la memoria, la escalera de los recuerdos.
Hay instantes de bienaventuranza para respirar la luz del amanecer.
Cada día, sitiados por la hoguera, hacemos el fuego: es decir,
Nos gozamos palpitamos y frotando las manos como un haz de orégano.
El mayor oficio de la extrañeza es escribir en tu ombligo palabras
No dichas. Palabras, digamos, que nos advierten umbrales.
Ante el frío, busco el libro de las sábanas.
Cuando deseo escribir un poema, me siento a mirar fijamente
El horizonte, —el principio de la idea está en la desnudez del verde.
A menudo el silencio se vuelve eco de cenizas e incluso, abierto
Equilibrio en la doble agua del espejo.
Cuando hay neblina, el cielo baja a las calles a realizar sus quehaceres
De transeúnte doméstico.
Dos cuerpos desnudos constituyen una sombra obstinada: sombra
De un jardín espeso de saliva, alcobas del tacto.
Escribir un poema siempre es una forma de morir: cada palabra
Nos libera de los cuchitriles y de las asas rotas de los significados.
Cuando dos almas se miran, es una sola lágrima de azúcar la que brota
De todo el firmamento de la ficción.
No hay nada más frágil que la irrealidad del arcoíris, en los ojos
De la espera, en ese otro mar que la piel transpira en sal.
Digamos que la respiración es el aleteo supremo de la vida.
Cuando llega el crepúsculo a mis manos, impera la tinta blanca de la luz
Con todos sus pájaros de amorosa tinta.
Cuando los zapatos se cansan de caminar, pongo a descansar
Mis calcetines: lo benigno siempre es leve. Lo benigno es inamovible.
Por más que el huracán arrecie en las sienes, la audacia es un apero
Infalible. No hay puño que derribe las palabras, ni saña que arrase
El buen pensar y sentir.
(Ah, pero cuando te presiento, me es suficiente el olfato; entran
Por la ventana los alelíes; en las pupilas, las olas de la respiración.
La alegría de las puertas acumuladas, abre la madera y empieza
La fuerza de la ráfaga a subir la escalera del bosque.
Cuando estás, estamos, en ese extrañamiento del estertor: el murmullo
Siempre es una tarea difícil de ocultar,
Cuando color y luz empiezan a cambiar de lenguaje.
Cuando estás, estamos, paladeando el obsceno laberinto del sendero.
Cuando estás, estamos, visibles, irreconocibles: es el ejercicio de libertad
Decantando, indispensable frente a la hipocresía…)

Barataria, 15.XI.2010