sábado, 30 de enero de 2010

TERRA UMBILICAL- poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó

Cada dia empresone la cendra de la meua Pàtria. El melic del pèndol
De la seua descaradura, l’afait de testicles fins al melic.

Autor de la fotografía: Ángel García Luque







TERRA UMBILICAL
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó






…helado como el espejo en que contemplas la huida
[de los colibríes de tu mirar
perdido en una exposición de lencería enmarcada de momias…
BENJAMÍN PÉRET

Ahora puedo ejercer en el mundo
inscribirme en él
soy una pieza más del engranaje.
CRISTINA PERI ROSSI





Cada dia empresone la cendra de la meua Pàtria. El melic del pèndol
De la seua descaradura, l’afait de testicles fins al melic.
L’ull malèvol del greix en el camí sota certes aliances
De confeti. Em fan riure les seues escates, les seues xinxes i la roba
midonada per a assistir a la primera missa i beure el beuratge diví.
Un dia seran sants tots els presidents del meu País.
Un dia seran mòmies, peces d’aquest trencadís trencaclosques.
Seran summes sacerdots de legions obscurantistes.
No els abastarà la respiració par a veure’s en espills virtuals.
En aquesta terra no em reconec: Hi ha massa peces d’escacs
Jugant a la ruleta rusa de la bona fortuna,
[Imagine que fan vots amb encens i olis davant de
L’ara major quan es persignen].

Mentre, la fam es menja la brúixola de les aigües.
Però a la palestra es revifen els anhels. El paisatge de pedra tosca
Abunda en les tarimes i en les educades i vehements crides
A la consciència nacional.
Quan no plore, ric amb les meues butxaques buides. Al cap i a la fi és millor
Que res. Riure amb un palet per a llevar les engrunes de buit
De les dents, afaitar les antípodes i untar de vaselina les falàcies.
Al capdavall vivim es un País sense rostre.
Al capdavall el territori està sotmés al xarampió.
Així un aprén les paraules furtives de les agulles de cap i els senyals
De la creu, els codis secrets de la supervivència.
Només importa el quitrà revestint les bigues de la casa, la posta
De les ràfegues, la claraboia de l’instint.
Per a no pensar en el meu País, pense en la carn dels bordells,
En la bonicura de les serpents,
En el casc urbà de les ignomínies, en la festa nacional
De la luxúria, en el bes de l’oceà als meus porus, en la màquina
Descordada de l’esperma, en el fem, —val a dir—
Integrat en les meues sabates.
Per a estimar el meu País, pense en el Fons Monetari Internacional,
En les Cases de Canvi, en les limusines i en els pasadissos
Dels anomenats secrets. Sé que es difícil, però només així puc estimar
El meu País. L’estime amb les seues aigües enterbolides. Amb la seua nuesa lluny
De tota felicitat, amb la seua histèria de fornicador, sense punts cardinals.
Per a sentir el meu País, llepe el clítoris de l’horitzó.
Només així sé que encara no ha sigut amputat de les seues parts íntimes.
Baratària, 30.I.2010





TIERRA UMBILICAL







…helado como el espejo en que contemplas la huida
[de los colibríes de tu mirar
perdido en una exposición de lencería enmarcada de momias…
BENJAMÍN PÉRET

Ahora puedo ejercer en el mundo
inscribirme en él
soy una pieza más del engranaje.
CRISTINA PERI ROSSI






Cada día aprisiono la ceniza de mi Patria. El ombligo del péndulo
De su desfachatez, el afeite de testículos hasta el ombligo.
El ojo avieso de la grasa en el camino bajo ciertas alianzas
De confeti. Me causan risa sus escamas, sus telepates y la ropa
Almidonada para asistir a la primera misa y beber el brebaje divino.
Un día serán santos todos los presidentes de mi País.
Un día serán momias, piezas de este quebradizo rompecabezas.
Serán sumos sacerdotes de legiones oscurantistas.
No les alcanzará la respiración para verse en espejos virtuales.
En esta tierra no me reconozco: Hay demasiadas piezas de ajedrez
Jugando a la ruleta rusa de la buena fortuna,
[Me imagino que hacen votos con incienso y aceites frente
Al altar mayor cuando se santiguan].
Mientras, el hambre se come la brújula de las aguas.
Pero en la palestra se avivan los anhelos. El paisaje de piedra pómez
Abunda en las tarimas y en los educados y vehementes llamados
A la conciencia nacional.
Cuando no lloro, río con mis bolsillos vacíos. Es mejor que nada
A fin de cuentas. Reír con un palillo para quitar las migajas de vacío
De los dientes, afeitar las antípodas y untar de vaselina las falacias.
Después de todo vivimos es un País sin rostro.
Después de todo el territorio está sometido al sarampión.
Así uno aprende las palabras furtivas de los alfileres y las señales
De la cruz, los códigos secretos de la supervivencia.
Sólo importa el alquitrán revistiendo las vigas de la casa, la posta
De los aleros, el tragaluz del instinto.
Para no pensar en mi País, pienso en la carne de los burdeles,
En la hermosura de las serpientes,
En el casco urbano de las ignominias, en la fiesta nacional
De la lujuria, en el beso del océano en mis poros, en la máquina
Desamarrada de la esperma, en el estiércol, —valga decir—
Integrado a mis zapatos.
Para amar a mi País, pienso en el Fondo monetario Internacional,
En las Casas de Cambio, en las limusinas y en los pasadizos
De las llamadas secretas. Sé que es difícil, pero sólo así puedo amar
A mi País. Lo amo con sus aguas turbias. Con su desnudez lejos
De toda felicidad, con su histeria de fornicador, sin puntos cardinales.
Para sentir a mi País, lamo el clítoris del horizonte.
Sólo así sé que aún no ha sido amputado de sus partes íntimas.
Barataria, 30.I.2010
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Querido André:
Como siempre, abundes en el tema que abundes, la visión personal está garantizada. En este caso concreto, el tono elegiaco con que abordas el lamento patriótico (el topos del "miré los muros de la pàtria mía" cervantino-quevedesco). Una visión que arranca des de la màtria, ya que ligas el país al cordón umbilical. Pero no sólo eso, el poema se desliza por la corrupción -la casa de putas, el burdel- y el tono elegiaco da paso a la exageración, la visión negra del sarcasmo. El final del poema no esconde la crítica de la venta del cuerpo social del país. Un país al que se le está tajando el cordón umbilical de la tierra. Y del poeta. Un país cantado bajo la metáfora, símbolo y alegoría del cuerpo femenino al que hay que sentirle el pulso vital desde lo más profundo. Del mismo modo que se siente el pálpito íntimo de la mujer gozando. Y, sí, queda una esperanza rotunda, aquella que el poeta Cruchaga otorga el la visión del cumplimiento en el horizonte del futuro que en el poema se vislumbra desde la íntima -umbilical ligazón- plenitud de la cópula amorosa:

“Para sentir a mi País, lamo el clítoris del horizonte.
Sólo así sé que aún no ha sido amputado de sus partes íntimas.”


Pere Bessó,
Valencia, España, 30.I.2010