lunes, 9 de noviembre de 2009

Negació de l’home-poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó

A prop estiguí sempre de la nit, mendicant, ferit en voreres
I amb les ulleres del prec i amb el hui sempre de la creu.










Negació de l’home
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó








…y era inútil que buscara la compasión, la luz.
LUIS ALFREDO TORRES

El estío suena como un deshielo por los corazones
Y las alboradas tiemblan como los árboles al despertarse
EMILIO WESTPHALEN







A prop estiguí sempre de la nit, mendicant, ferit en voreres
I amb les ulleres del prec i amb el hui sempre de la creu.
Mentre uns altres menjaven, la meua llengua corbada, en descens
Cap a la fam sobre la pols i la pedra.
Ningú no obrí portes ni encengué llanternes. A la fi, les dents
Trencats de l’angoixa, el cometa de la incertesa,
El goteig de la cara refregant-se en el vent.
Entre els pobres traguí la meua boca amarga, en la boca el pa
Mossegat als contenidors, l’hivern sense taules,
I l’esparver de la boira atrapada en les meues nines.
Sempre he sigut trist com les parets a soles. Com l’escarniment
Corb dels algorismes, com les carícies que sempre arriben
A destemps, com un esmorçar sense boca en la vesprada.
Sempre he sigut una mescla d’ocells i núvols, un mort
En les cuines de la tortura, un llarg raig de por als garrotxars.
En un racó de la Pàtria, la meua collita d’insomnis,
Una bufetada de cascos, falsos rosaris en aquest pervindre de dol.
L’horitzó sense calcetins del tamany de la fondor.
Mirar, ací, escales en descens. Galtes sacsades
Per la indiferència, sordes a l’hora de menjar el forment, selectives
A l’hora d’escorxar l’anunciació de les palpebres.
El temps encegà en les plagues del meu costat.
Cavalls de vidre baixaren a la gola. Gossos mandres
Lladrugaren en la llengua. El meu regne sí és d’aquest món: indiferent,
Avorrit, consumat al meu pit.
A voltes fa por la tristesa sense campanes. Sense la meua mare,
Sense germans, sense uns altres ulls que arreceren la congoixa.
A voltes la inclemència fa delirant els perfums, imprecisos
Els passos, fosques les finestres, turbado el pit davall de de boques
Despiadades, indefens davant dels carrers tancats.
El calendari sigilós dels cementeris m’ha seguit.
Ulls sense pietat han afonat la sal en meus porus.
Mai les hores doloroses no han deixat d’envellir en mi.
Sempre fugitiu en el túnel dels embuts, sense Pere, Joan,
Lluc, Mateu. Sempre fustigat per la immundícia.
Sempre en la Pàtria del desvari, plovent a porta tancada.
Sempre els mesos asseguts sense covar-se, tocats pels fetitxes
De la nit, per dies vidus d’alé diví,
Per tants vidres de la queixa, per caragols de tortura,
Per epitafis d’insomne parrup, potser morfina per a la deshora.
Sempre isquí a tocar portes a mà alçada, però tot em fou negat
Com un rigorós cirurgià.
Tot fou afany sense dies, dolgudes paraules, confesses negacions.
Sempre isquí al carrer a buscar l’alegria, a canvi tinguí
Paraigües rígids, diagnòstics rars, grillons per al meu llit inefable.
Ara em dol fondo, sense ulls i sense rostre…
Baratària, 07.XI.2009








Negación del hombre






…y era inútil que buscara la compasión, la luz.
LUIS ALFREDO TORRES



El estío suena como un deshielo por los corazones
Y las alboradas tiemblan como los árboles al despertarse
EMILIO WESTPHALEN








Cerca estuve siempre de la noche, mendigo, herido en aceras
Y con las ojeras del ruego y con el hoy siempre de la cruz.
Mientras otros comían, mi lengua curvada, en descenso
Hacia el hambre sobre el polvo y la piedra.
Nadie abrió puertas ni encendió linternas. Al final, los dientes
Rotos de la angustia, el cometa de la incertidumbre,
El goteo de la cara restregándose en el viento.
Entre los pobres saqué mi boca amarga, en la boca el pan
Mordido en los contenedores, el invierno sin mesas,
Y la atarraya de la niebla atrapada en mis pupilas.
Siempre he sido triste como las paredes solas. Como el remedo
Curvo de los algoritmos, como las caricias que siempre llegan
A destiempo, como un almuerzo sin boca en la tarde.
Siempre he sido una mezcla de pájaros y nubes, un muerto
En las cocinas de la tortura, un largo chorro de miedo en los breñales.
En un rincón de la Patria, mi cosecha de insomnios,
Una bofetada de cascos, falsos rosarios en este porvenir de luto.
El horizonte sin calcetines del tamaño de la hondura.
Mirar, ahí, escaleras en descenso. Mejillas sacudidas
Por la indiferencia, sordas a la hora de comer el trigo, selectivas
A la hora de descorchar la anunciación de los párpados.
El tiempo se hizo ciego en las llagas de mi costado.
Caballos de vidrio bajaron a la garganta. Perros zánganos
Ladraron en la lengua. Mi reino si es de este mundo: indiferente,
Aborrecido, consumado en mi pecho.
A veces dá miedo la tristeza sin campanas. Sin mi madre,
Sin hermanos, sin otros ojos que cobijen la congoja.
A veces la inclemencia vuelve delirante los perfumes, imprecisos
Los pasos, oscuras las ventanas, turbado el pecho debajo de bocas
Despiadadas, indefenso ante las calles cerradas.
El calendario sigiloso de los cementerios me ha seguido.
Ojos sin piedad han hundido la sal en mis poros.
Nunca las horas dolorosas han dejado de envejecer en mí.
Siempre fugitivo en el túnel de los embudos, sin Pedro, Juan,
Lucas, Mateo. Siempre hostigado por la inmundicia.
Siempre en la Patria del desvarío, lloviendo a puerta cerrada.
Siempre los meses sentados sin empollarse, tocados por los fetiches
De la noche, por días viudos de soplo divino,
Por tantos vidrios de la queja, por caracoles de tortura,
Por epitafios de insomne arrullo, acaso morfina para la deshora.
Siempre salí a tocar puertas a mano alzada, pero todo me fue negado
Como un riguroso cirujano.
Todo fue afán sin días, dolidas palabras, confesas negaciones.
Siempre salí a la calle a buscar la alegría, a cambio tuve
Paraguas rígidos, diagnósticos raros, grilletes para mi lecho inefable.
Ahora me duelo hondo, sin ojos y sin rostro…
Barataria, 07.XI.2009
_____________________
Querido Cru:
Éste es uno de los poemas dignos de la antología personal más exigente. Tu afirmación de soledad desde el inicio es creíble. Y eso no resulta nada fácil, avanzar sobre el topos. Es una soledad sensitiva y que, a la vez, se razona desde el primer verso. Un verso que va desplegando las maneras de sentir esa soledad que es la negación del hombre pleno, total, de la humanidad inconmensurable. Una soledad, la del mendigo que lleva a la lectura bíblica del rico Epulón, pero acá desde la metáfora del alimento espiritual, una soledad, la tuya, absolutamente expresiva, desalmada hasta la búsqueda de las migajas de luz entre la basura de los contenedores; una soledad de alas y pájaros sin vuelo en tus ojos; soledad a destiempo, como la hora del almuerzo al atardecer, tan a deshoras como la substancia del desamor; una soledad triste, ausentes las campanas para testimoniar la albricia o el duelo, la soledad sin la madre, los hermanos, el unte balsámico de los evangelios en la piel del creyente; una soledad frente al grillete, capaz de buscarse por los entresijos la propia palabra, el propio rostro. Una soledad, pues, comparable a la del cirujano solo que la desmenuzara; una soledad, al cabo, doliente, sangrante como la herida de zoopatía para la voz del poema. Destaco estas terribles y magníficas metáforas que arrancarían el rayo de tormenta de Dylan Thomas o del propio Morrison:

Caballos de vidrio bajaron a la garganta. Perros zánganos
Ladraron en la lengua.