miércoles, 12 de mayo de 2021

TORBACIÓ INTERNA│ TURBACIÓN INTERNA

 

Imagen FB de Pere Bessó



TORBACIÓ INTERNA

 

 

Igual a este paisaje exterior que me circunda: devastado.

Y más, que me circuncida. A saber: río tan bello rojo, sin peces;

montaña del oro, sin hojas; áreas amarillas, calcinadas.

Juan Cobos Wilkins

 

 

Todo estava previst com un temple de xiprers freds en l’alè.

La distància cada vegada ens anava arraconant amb el seu tall d’indiferència.

En nosaltres la pèrdua sempre fou circular com una moneda cega

en què no se sap el rumb, ni el so en tocar la pedra o el cel.

I, tot i que el foc sempre fou ací, la seua verdor tenia abismes.

Ho sé, si de cas, com un ocell a la deriva de l’erm;

respire sense saber què hi ha a l’altra banda del riu: si és només fullaraca

el pressentiment, les larves que mosseguen i devasten la meua ferida,

o és aquesta veu remota que a posta es desplaça com un animal domèstic

en els meus pensaments i em venten al barranc de la nit.

Sovint és dur el peix vacil•lant dels grisos, l’hivern sense ella

i la finestra desterrada que assumeix la ficció com un guió de pel•lícula.

El record encara revela la casa i la pell lluminosa de la tempesta

Com aquesta remor del mar que s’escolta de lluny.

El cert és que trenque l’alba en un estat de levitació i desballestament.

.

. Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ

.

 

TURBACIÓN INTERNA

 

 

Igual a este paisaje exterior que me circunda: devastado.

Y más, que me circuncida. A saber: río tan bello rojo, sin peces;

montaña del oro, sin hojas; áreas amarillas, calcinadas.

Juan Cobos Wilkins

 

 

Todo estaba previsto como un templo de cipreses fríos en el aliento.

La distancia cada vez nos iba arrinconando con su filo de indiferencia.

En nosotros el extravío fue siempre circular como una moneda ciega

en el que no se sabe el rumbo, ni el sonido al tocar la piedra o el cielo.

Y, aunque el fuego siempre estuvo ahí, su verdor tenía abismos.

Lo sé, acaso, como un pájaro a la deriva del páramo;

respiro sin saber qué hay al otro lado del río: si es solo hojarasca

el presentimiento, las larvas que muerden y devastan mi herida,

o es esa voz remota que adrede se desplaza como animal doméstico

en mis pensamientos y me avientan al barranco de la noche.

Con frecuencia es duro el pez titubeante de los grises, el invierno sin ella

y la ventana desterrada que asume la ficción como un guión de película.

El recuerdo todavía revela la casa y la piel luminosa de la tempestad

como ese murmullo del mar que se escucha desde lejos.

Lo cierto es que amanezco en un estado de levitación y desquicio.

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Del libro: ‘Fuego de llaves invisibles’, 2021

©André Cruchaga