martes, 5 de mayo de 2015

ANDRÉ CRUCHAGA, UN ESCRITOR UNIVERSAL

Cuaderno de Ceniza




ANDRÉ CRUCHAGA, UN ESCRITOR UNIVERSAL



Ricardo Llopesa




André Cruchaga es el escritor salvadoreño más universal. Nacido en 1957, en el departamento de Chalatenango, su obra ha sido traducida al francés, el griego, el holandés, el rumano, el portugués, el vasco y el catalán. La dimensión de su personalidad es similar a su obra, amplia, rica, de gran aliento y resonancia, que inició en 1992, con “Alegoría de la palabra”, hasta dos libros suyos que me han llegado recientemente, titulados “Cuaderno de Ceniza” y “Viaje póstumo”.
            La obra de Cruchaga ha despertado mi interés desde aquellos días cuando me tocó analizar “Blasfemia del subsuelo”, un libro donde el poeta persigue el poema total, ese verso que persigue alcanzar el todo, a través de la palabra y el ritmo. No es fácil. Los caminos actuales de la poesía son muchos, pero tenemos que avanzar por donde comenzaron los juglares y sumar lo que lograron las vanguardias. Aunar, en lugar de separar, para convertir el poema en lo que tiene de latino y de moderno.
            “Cuaderno de ceniza” lo integran 37 poemas que vienen traducidos al rumano por Alice Valeria Micu, Elena Liliana Popescu, Elisabeta Botaan y Andrei Langa. A este respecto no puedo opinar por desconocer el idioma, pero sí puedo decir que los traductores tuvieron que trabajar tanto como el poeta, porque se trata de versos largos, que rozan el límite de lo prosaico, donde reside precisamente el mérito de la poesía total, porque ofrece un verso nuevo en ritmo y contenido. Y, por tanto, en este punto debe diferenciarse de la prosa. La poesía latinoamericana ha sabido explorar esta frontera de la poesía desde el modernismo. Sirvan de ejemplo los primeros versos del libro, para comprender la energía vital que canta el poeta:

                        ¿Qué nos queda, pues, del techo y del día? ¾La urgida desazón
                        de la lágrima, la torpe mordida de la vehemencia, el aire viciado
                        de las manos, el camino incierto del palpito.

Buenos versos éstos, fragmentados para perseguir el ritmo y los giros que dan alegría al contenido, en beneficio del arte de elaborar la palabra. En rumano el libro se llama “Tablou de cenusâ”, un título bonito para un canto elegíaco de altura.

Viaje póstumo

            Con mejor conocimiento, puedo decir que la traducción al catalán de Pere Besó, del libro “Viaje póstumo”, no sólo me gusta, porque el catalán es una lengua elegante para el ritmo la precisión. Tiene algo mágico, a tal punto que el catalán nació con un libro de poesías y el modernismo catalán dio lo mejor de España, a pesar de Juan Ramón Jiménez, que los críticos españoles nos lo quieren vender por modernista, cuando en realidad todos sus rasgos fueron  posmodernistas.
            De nuevo Cruchaga se lanza a la aventura del verso largo, como quien tiene mucho que decir y se siente obligado a dejar atrás la técnica de la síntesis para optar por el verso intenso, denso, nuevo y distinto al verso tradicional. El léxico es rico. Esto hace que el poema se convierta en torrencial, para disfrute de los buenos lectores de poesía. El libro alcanza las doscientas páginas, el cómputo que la vieja tradición decimonónica exigía para dejar de ser folleto. Es decir, se trata de una obra perfectamente acabada en su conjunto, que viene a confirmar la autenticidad de una voz centroamericana que se proyecta como una realidad.

Ricardo Llopesa,
Miembro Correspondiente de la Academia Nicaragüense de la Lengua
Instituto de Estudios Modernistas, Valencia, España