domingo, 13 de septiembre de 2020

ULL DE CARRER │ OJO DE CALLE

©Painting by Steph Moraca






ULL DE CARRER




…por las calles huye el viento cual perro apedreado
Tristan Tzara




Del carrer que ens convoca, l’ull vast dels udols i els ecos trencats d’un galop que ens fa fugir d’aquesta ebriesa de roba bruta. No és diferent la queixa que s’embolica en la pluja, ni la mà que es perd enmig d’andròmines escampades en el tronc del pit. Ningú no ix il·lès del daltabaix de la boira, de l’engany que ens resta a la memòria.
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Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ




OJO DE CALLE




…por las calles huye el viento cual perro apedreado
Tristan Tzara




De la calle que nos convoca, el ojo vasto de los aullidos y los ecos rotos de un galope que nos hace huir de esta ebriedad de ropa sucia. No es diferente la queja que se enreda en la lluvia, ni la mano que se pierde en medio de cachivaches esparcidos en el tronco del pecho. Nadie sale ileso del descalabro de la bruma, del engaño que nos queda en la memoria.
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Del libro: “Lejanías rotas”, 2020
©André Cruchaga
©Painting by Steph Moraca

ÈTER DEL PENYA-SEGAT│ ÉTER DEL ACANTILADO

I
Imagen Yomada de la red





ÈTER DEL PENYA-SEGAT




y sentía tu alma frágil y humilde
como una lágrima vacilando en el borde de los párpados,
Tristan Tzara




Fa mal l’ebrietat de l’ànima en una gota de penombra. Una vegada i una altra el cràter dels gira-sols als meus ulls la nit irracional dels pals, mentre als rusc de batecs de la sang, t’vances amb les mans enfurismades. Només recobre la lucidesa de les palpebres quan l’èter inabastable perd la seua ebriesa de penya-segat i bengala. L’última perplexitat resta en l’ocell revestit de saliva.
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Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ
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ÉTER DEL ACANTILADO




y sentía tu alma frágil y humilde
como una lágrima vacilando en el borde de los párpados,
Tristan Tzara




Duele la ebriedad del alma en una gota de penumbra. Una y otra vez el cráter de los girasoles en mis ojos, la noche irracional de los mástiles, mientras en la colmena de pálpitos de la sangre, avanzas con tus manos enfurecidas. Solo recobro la lucidez de los párpados cuando el éter inasible pierde su ebriedad de acantilado y bengala. La perplejidad última se queda en el pájaro revestido de saliva.
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Del libro: “Lejanías rotas”, 2020
©André Cruchaga