viernes, 17 de julio de 2009

palabras para muro con fondo ensimismado

Pere Bessó, poeta y traductor valenciano




Mur amb fons abstret
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó




Davall de les meues temples aletegen els grisos. Aletegen peixos sords.
La respiració de la llum al corc dels ocells.
El trenc d’alba juga amb les aigües dels meus ulls, amb la teua imatge
De setena setmana, amb el pols que s’obri com els amants.
Dic el vol damunt del sostre i sense baldes, les illes quotidianes
Que sentim en cada ombra dels llavis.
El riure és el fruit dels mesos que transcorren. —El foc
Begut per naus sense itinerari, els dies per a tornar
A l’aire des de les catacumbes on roman la nit
Amb badalls de rovell. L’espera és un bosc roig.
Les escates del somni lluiten en la penombra, les meues mans
Volen penetrar la cistella de les teues sines, llepar el bosc
Desdoblat de l’aquari, regirar les palpebres amb la fúria oberta
De les meues mans, abastar-te amb el verd de les lluernes.
La nit ens conté i uneix els cossos separats pel dia.
Ningú no dorm amb aquest secret d’amarant al melic:
Els caps de setmana pul·lulen com les fulles del dia,
Els ocells umbilicals de l’aurora picotegen el raig de l’espavent.
Sobre tants ulls es perden les ciutats, els noms i la vida.
En la nit de les teues paraules, la memòria es torna pedra:
Adusta forma de respondre al vent com ho fa el soroll
A les oïdes. Damunt del calor o el fred, les distàncies dels braços,
Els camins i les parets que es queden en fantasmes.
Fins a tard els segles del minut, la cerimònia de les pedres,
I els cementeris i tot trepitjant-nos els talons.
Les paraules tenen un buit de carrers, una cintura de jardins,
I tambè un espai per a escriure vaixells, molls i aeroports.
A les fotges de l’univers els vidres titubegen de fred.
Els insectes fan més proeses que els nostres sentits.
De sobte les ombres respiren als nostres cossos:
Els dits dels rius naveguen als ulls, la llum al claustre
De les nines, el paviment inaugural dels nostres passos.
Si l’alba acolora l’arc de l’aperduament, per què la deriva
Del descoratjament o el lent xiuxueig davall del sostre del tràngol?
Entre ungüents i llençols, la nit broda d’insomnis
Cada porus a la vorera de l’insomni. —ací els cercles despullen
El disturbi, les campanes sense cantons,
L’equilibri de la fam i la fusta. La pulsació oberta
De la memòria feta de crits i proeses.
Els porus transcorren al moviment dels rius. Són ulls
Que tu i jo enfilem en el fortificat aliment de l’Esperança.
Presa de les teues sines verticals, el cos travessat
Per l’abundància, el vent tocat per formigues,
La llengua estesa en la mel del desig,
L’olor de l’origen enfonsat a les meues temples, la boca
Als bassals del temps…
Baratària, 17.VII.2009





Muro con fondo ensimismado



Debajo de mis sienes aletean los grises. Aletean peces sordos.
La respiración de la luz en la carcoma de los pájaros.
El amanecer juega con las aguas de mis ojos, con tu imagen
De séptima semana, con el pulso que se abre como los amantes.
Digo el vuelo sobre el techo y sin aldabas, las islas cotidianas
Que sentimos en cada sombra de los labios.
La risa es el fruto de los meses que transcurren. —El fuego
Bebido por embarcaciones sin itinerario, los días para volver
Al aire desde las catacumbas donde permanece la noche
Con bostezos de herrumbre. La espera es un bosque rojo.
Las escamas del sueño luchan en la penumbra, mis manos
Quieren penetrar al canasto de tus senos, lamer el bosque
Desdoblado del acuario, revolver los párpados con la furia abierta
De mis manos, alcanzarte con el verde de las luciérnagas.
La noche nos contiene y une los cuerpos separados por el día.
Nadie duerme con este sigilo de amaranto en el ombligo:
Los fines de semana pululan como las hojas del día,
Los pájaros umbilicales de la aurora picotean el rayo del asombro.
Sobre tantos ojos se pierden las ciudades, los nombre y la vida.
En la noche de tus palabras, la memoria se torna piedra:
Adusta forma de responder al viento como lo hace el ruido
En los oídos. Encima del calor o el frío, las distancias de los brazos,
Los caminos y las paredes que se quedan en fantasmas.
Hasta tarde los siglos del minuto, la ceremonia de las piedras,
Y hasta los cementerios pisando los talones.
Las palabras tienen un vacío de calles, una cintura de jardines,
Y hasta un espacio para escribir barcos, muelles y aeropuertos.
En las fojas del universo los vidrios titubean de frío.
Los insectos hacen más proezas que nuestros sentidos.
De repente las sombras respiran en nuestros cuerpos:
Los dedos de los ríos navegan en los ojos, la luz en el claustro
De las pupilas, el pavimento inaugural de nuestros pasos.
Si el alba colorea el arco del quebranto, ¿por qué la deriva
Del desaliento o el lento susurro bajo el techo del trance?
Entre ungüentos y sábanas, la noche borda desasiegos
Cada poro al borde del desvelo. —ahí los círculos desnudan
El disturbio, las campanas sin esquinas,
El equilibrio del hambre y la madera. La pulsación abierta
De la memoria hecha de gritos y proezas.
Los poros transcurren al movimiento de los ríos. Son ojos
Que tú y yo enhebramos en el fortificado alimento de la Esperanza.
Asida de tus senos verticales, el cuerpo atravesado
Por la abundancia, el viento tocado por hormigas,
Un día es apenas una línea del combate. —un día debe ser
Inmune a todas las escaleras del descenso.
En cada ventana las cortinas rojas de los barcos, el mismo cuerpo,
La lengua extendida en la miel del deseo,
El olor del origen ahondado en mis sienes, la boca
En los charcos del tiempo…
Barataria, 17.VII.2009
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Si existe una lógica en la escritura de metáforas irracionales o transracionales, acaso mejor, es su manera de encadenarlas. He acá un ejemplo digno de estudio. En lo concerniente al aparato retóricoformal ya es un logro estos dos versos que entresaco que se 'explican' (en el sentido más etimológico: se 'despliegan', 'abren sus pliegues hacia afuera') por los dos siguientes:

La noche nos contiene y une los cuerpos separados por el día.
Nadie duerme con este sigilo de amaranto en el ombligo:

Los fines de semana pululan como las hojas del día,
Los pájaros umbilicales de la aurora picotean el rayo del asombro.


La separación de dos y dos la hago yo para evidenciar cómo construye el poeta esa lógica conceptual basada en la más aparente sencillez: las asociaciones giran y construyen un universo conceptual a través de la oposición originaria dia-noche, que en André Cruchaga tiene un carácter más intensivo que extensivo o totalizador. Así ha de ir el lector fijando los núcleos de oposición secundarios pero enriquecedores y adscribiéndolos a casa campo asociativo y/o semántico. Por ejemplo, frente a la separación de los cuerpos por el día; la contención -fusión- de los cuerpos por la noche. Una noche -todo sea dicho de paso- que es merecedora del mayor detenimiento, pues que la propiedad de la noche, su noche es la vigilia, una vigilia, si se quiere, que me recuerda al mejor Lorca de Poeta en Nueva York [también Lorca afirmaba que nadie duerme en esa ciudad a la espera de la llegada de las animalias por el puente de Brooklyn]. Si en el primer par de versos, la imaginería conlleva el "sigilo de amaranto en el ombligo". Una vigilia de metáfora hermosísima, A de B, sigilo de amaranto. He acá que el poeta no duerme, nadie duerme porque está la sorpresa, el secreto, el sigilo, el sello del amaranto, aquella flor carmesí que ya los griegos identificaban como el perfume de la inmortalidad y por ello ritualizaban en el momento -y memento-de difuntos.

[Y ello, además, me lleva a una disgresión que conocí sigilosamente en el pueblo de mi abuela Concha: una superstición? Mejor una práctica cuya memoria se pierde en el paso de los siglos y milenios: el cordón umbilical del recién nacido lo envolvía la partera y se lo daba a la abuela o la mujer de más edad de la familia, ésta era la encargada de envolverlo en un paño albo para la ocasión y de esconderlo en el lugar más oculto y menos accesible de la casa. Sólo así el bebé quedaba a salvo de sortilegio o mal de ojo, de ahí que haya tantas leyendas e interpretaciones acerca de los males de ombligos que supuran o no se cierran, ombligos que llagan y que antaño se decía podían llevar a la muerte. De alguna manera el cordón umbilical 'sgnifica' lo que 'significa' en el uso diario -y literario- de la lengua, aunque hayamos perdido la percepción de la ligazón -ahora sí- con lo simbólico.]

Y el tratamiento de esa oposición intensiva de 'día/noche' alcanza su plenitud en los dos segundos versos en los que ambos términos se ligan mediante un cordón umbilical claramente simbólico: la aurora. Y acá el paeoxismo del poeta. Y vuelta a empezar con las referencias de la poesía devenida en mito y viceversa. Eos o Ios, la diosa de la Aurora, mito bello donde los haya y que todo poeta clásico que se preciara laboró y reescribió y, entre ellos, Góngora, el Maestro, el Divino, pero también Lope de Vega que no le iba a la zaga, o Ronsard o Skahespeare...

Una aurora, pues, animada, una aurora que se torna ave umbilical, pájaro del ombligo, y por tanto habremos de focalizar el vuelo, tal cual el alma o el ka egipcio -si se quiere. por ir más allá de lo cristiano- es en sí misma el centro, el élan vital, el soplo o hálito primero. Una aurora que es ombligo y pájaro que -de nuevo el mito que André entrecruza con el rayo caído del cielo, el castigo de dioses, la fulminación- nos picotea el costado, un picoteo y una herida del rayo que impiden su sueño, al cabo. Los comunes mortales duermen, Cruchaga, pero a ti, poeta no se te está permitido. Tuya es la vela. La vigilia, El sigilo. Y el espanto. El asombro. Tú eres cordón umbilical encubierto.
Mislata, Valencia, 17.VII.2009