martes, 16 de agosto de 2016

ENTROPESSADA DE L’ABANDÓ

Imagen cogida del FB de Pere Bessó





ENTROPESSADA DE L’ABANDÓ




Pertot l’ensopegada dels noms i l’empremta de les ninetes en la gespa.
Sovintegen les monedes gastades i arrancades als ulls.
Sabem de tots els filats d’aram que hem de saltar, o mossegar,
justament per tal d’abastir les llunyanies sense recanvi de sabates i pestanyes.
Sé que hi ha foscors tan profundes com una llàgrima, tan certes 
com els talons corcats pels còdols, tan durs com els barrots de la indiferència:
la fullaraca clava en els meus lòbuls els seus quartons
de defallida tristesa, fins al punt de fer metàl·lic el so i contraure’s el meu alé: 
davall dels plecs de la penombra fins aplegar al subsòl.
Baixe bracejant enmig de les agulles del capvespre.
Hi ha paraules que esperen la nit per a ser-hi, dormitoris i parpelles 
en combustió, creus, cossos, estats febrils, com l’entropessada que fa defallir fins 
a la fam i la boca i les mortalles.
Al cap i a la fi, un crit és només un crit que no mata escorpins, 
ni esborra tatuatges, ni canvia el rumb de les obscenitats i el seu olor a arrop.
Una entropessada i es despinten les bones paraules i s’estrenyen les iliades.
Pero hi ha abandons de tal magnitud que trenquen els plecs d’allò lúgubre,
i beuen tota la sal silenciosa dels tamborets i els faristols,
i tota la cendra que els ocells enfilen per les branques,
i totes les taules de les ombres i els seus cavalls enflaquits i els ulls 
de gemecs prolongats i els seus rellotges muts i els seus paraigües atapeïts
de taüts i les seues graelles de rugues prostituïdes, ennegrides en la pèrdua. 
Després amb boca propia es torna a mossegar els rètols líquids de l’aigua.

Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït al català per PERE BESSÓ





TRASPIÉS DEL ABANDONO




Por doquier el tropiezo de los nombres y la huella de las pupilas en el césped.
Abundan las monedas gastadas y arrancadas a los ojos.
Uno sabe de todas las alambradas que hay necesidad de saltar, o morder,
justo para alcanzar las lejanías sin reemplazo de zapatos y pestañas.
Sé que existen oscuridades tan profundas como una lágrima, tan ciertas 
como los calcañales carcomidos por los guijarros, tan duros como los barrotes 
de la indiferencia: la hojarasca clava en mis lóbulos sus cuartones
de desfallecida tristeza, hasta el punto de hacer metálico el sonido y acalambrar 
mi aliento: bajo los dobleces de la penumbra hasta llegar al subsuelo.
Bajo braceando en medio de las agujas del crepúsculo.
Hay palabras que esperan a la noche para existir, dormitorios y párpados 
en combustión, cruces, cuerpos, estados febriles, como el traspiés que hace desfallecer hasta el hambre y la boca y las mortajas.
Después de todo, un grito es solo un grito que no mata alacranes, 
ni borra tatuajes, ni cambia el rumbo de las obscenidades y su olor amelcochado.
Un traspié y se despeinan las buenas palabras y se aprietan los ijares.
Pero hay abandonos de tal magnitud que rompen los pliegues de lo lúgubre,
y beben toda la sal silenciosa de los taburetes y los atriles,
y toda la ceniza que los pájaros trepan a las ramas,
y todas las mesas de las sombras y sus caballos enflaquecidos y sus ojos 
de quejidos prolongados y sus mudos relojes y sus apretados paraguas 
de ataúdes y sus asadores de prostituidas arrugas, ennegrecidas en el extravío. 
Después uno vuelve con boca propia a morder los letreros líquidos del agua.
Barataria, 2016

viernes, 12 de agosto de 2016

POST SCRIPTUM

André Cruchaga




reseña


POST SCRIPTUM
André Cruchaga
Imprenta y Offset Ricaldone, El Salvador, 2014



 Por Gregorio Muelas Bermúdez



El poeta salvadoreño André Cruchaga es una de las máximas figuras de la poesía centroamericana actual, su dilatada obra avala el quehacer de un autor comprometido con los sentimientos más profundos del ser humano y su poesía se convierte en un vehemente alegato contra una realidad maniquea dominada por los intereses corporativos y el capital.

En Post scriptum vuelve a incidir en los temas que le preocupan pues André tiene la asombrosa capacidad de mutar su lenguaje para concebir un amplio registro de tonos para expresar su particular universo creativo.

En el presente volumen cuenta con la inestimable colaboración de la escritora y traductora rumana Elisabeta Botan, que realiza un impecable trabajo de traducción a la lengua de Eminescu, vertiendo con fidelidad y emoción el lenguaje críptico de un poeta que sabe purgar a la palabra de la ponzoña relativista, pues André Cruchaga es un incansable buscador de verdades ocultas. Elisabeta Botan es autora además del comentario que figura en la contraportada, que nos introduce sabiamente en la naturaleza onírica y la “belleza embriagadora” de unos paisajes poblados “con imágenes fantasmagóricas, códigos y símbolos”, proporcionando al lector las claves necesarias para abordar la lectura de un poemario oscuro y denso, marca del poeta.

Constituido por noventa y ocho poemas en prosa, fechados en 2013, a modo de dietario metafísico, y desde su reducto, Barataria, André Cruchaga canta, a veces con desencanto pero con un relámpago de esperanza, a un tiempo manchado por la ceniza, repleto de espejos y espejismos que acentúan la soledad del hombre que espera en el andén a que Dios hable con él, una espera que se transforma en monólogo con “algo” que escucha, y que se transfigura en discurso metaliterario para tratar de aliviar el hastío y la ansiedad que la noche y el silencio le generan.

De expresionismo podríamos tachar el estilo del poeta salvadoreño, que a la manera de los cineastas alemanes de la época muda, puebla de aristas el decorado de sus composiciones, donde las sombras son persuasivas. Pasadizo, ataúd, crematorio, pantano, escombro, son algunos de los escenarios donde el poema se adentra con intención crítica. Pero si algo define su estilo es su enorme capacidad para acordar conceptos e ideas en un discurso atonal que deslumbra e inquieta. Así su escritura se puede desglosar en diversas esferas que se superponen e interrelacionan para dotar de sentido el juego de las palabras, que el poeta conjuga con el virtuosismo de un malabarista. Algo que también se articula de forma tipográfica, entre paréntesis y en cursiva, donde una segunda voz se expresa con voluntad aforística, veamos un magnífico ejemplo: “(No toda luz es fuego de luciérnagas por más que se le quiera conferir misterio a lo inmóvil.)

En definitiva, André Cruchaga se entrega a un admirable ejercicio de desnudez creativa al trazar paradigmas oníricos que encierran grandes metáforas sobre la incertidumbre y el derrumbe en un mundo anestesiado por el consumo y una falsa sensación de inmortalidad, consciente de que sólo en los recovecos oscuros del alma anida la verdadera esencia del ser humano. Así el poeta salvadoreño plantea un reto al lector, que debe descifrar su doble sentido a través del andamiaje de papel de unos versos ateridos por el frío de la noche sin estrellas.

España, 11 de agosto de 2016

domingo, 7 de agosto de 2016

VIAJE PÓSTUMO/ VIATGE PÒSTUM

Viaje póstumo, André Cruchaga





VIAJE PÓSTUMO/ VIATGE PÒSTUM
(RESEÑA)



José Siles González
CEU Facultad Ciencias de la Salud.
Universidad de Alicante, España



Se nos presenta la edición en castellano y valenciano de una obra del poeta salvadoreño André Cruchaga cuya traducción ha estado a cargo de Pere Bessó filólogo y catedrático de lengua y literatura española. André Cruchaga es profesor de humanidades y como núcleo enriquecedor de su actividad docente, ha desarrollado una importante y extensa obra poética que ha sido galardonada con diferentes premios literarios y ha traducida a diferentes idiomas: francés, rumano, holandés, vasco, valenciano, etc. Entre sus obras destacan: Alegoría de la palabra (1992), Visión de la muerte (1994), Enigma del tiempo (1996), Roja Vigilia (1997), Rumor de pájaros (2002), Pie en tierra (2007), Caminos Cerrados (2009), Viajar de la ceniza (2010), Cuaderno de ceniza (2013), Balcón del vértigo (2014), Post scriptum (2014), etc. Además ha publicado sus poemas en las revistar literarias más prestigiosas de España y América Latina.
André Cruchaga es un poeta de gran altura que puede provocar cierta hipoxia y desvanecimiento en los lectores desprevenidos que no están acostumbrados a caminar por senderos contiguos a los grandes desfiladeros donde habita, en la profundidad abisal, la palabra con mayúsculas. La palabra como sentimiento que es imagen y que se funde con aromas telúricos de tiempos imperecederos: la metáfora al servicio de una creatividad combativa sostenedora de esa clase de dignidad se sustenta en la observación de la realidad; un entorno envolvente cuyo caos es tan subterráneo y trascendente que se intangibiliza en la superficie insustancial y rutinaria de una vida cotidiana fabricada para convertirnos en inconscientes. Sí, el poeta salvadoreño, con su verso inflamado que todo lo ilumina, nos despierta y avisa del creciente auge del pensamiento automático que acaba transformando nuestra existencia en un devenir superfluo entre horarios lineales de comidas, cenas, idas y venidas al trabajo y largas sentadas frente al sedante televisor.
El poeta Cruchaga emplea herramientas como el simbolismo y la metáfora para rescatar trozos de conciencia faenando poéticamente en los caladeros de un ultra-realismo cargado de dolor e incertidumbre: paso incontrolable del tiempo, envejecimiento, muerte, despropósitos del ser humano que acaba transformando lo más hermoso en pura miseria…, inexistencia; pero mediante su poesía profundiza en los temas centrales de la vida como la misma muerte (asalariada por la vida para sus propios fines…, especialmente el postrero y definitivo):.Así en “Muerte” nos avisa de que es la medida de todas las cosas: “Muero cada día cuando resbalo  en la cuerda floja del tiempo, este aliento carece ya de sombreros cae la respiración hasta los tobillos, ¿qué me queda después de lamer los excrementos? (Morir antes que mueran las palabras es la mejor solución). Morir como se embriaga el tejado… “ (Cruchaga, 2014: 192)
Cruchaga es un poeta que no hace concesiones a la galería y reinterpreta la realidad desnuda del discurrir de la vida como metáfora de navegación existencial donde todo está en conexión:

Navegación
“A través del barro, las manos tallan las distancias:
esos pasos lentos del desvelo,
las sombras diurnas del relámpago, la piedra de la fatiga
donde deslumbran tantas instantáneas (…)”
(Cruchaga, 2014: 164).

También se detiene el poeta en las secuelas del paso del tiempo y la manifestación de un inevitable arte, El olvido:

“Sueño ya el olvido y las extrañezas en vísperas de relojes caducos.
El horizonte es irreparable en las postrimerías de la edad
(también los mostradores huesudos de las talabarterías,
los disfraces cumplidos
de los funerales sobre el mundo infinito del desquicio)(…)”

Es Cruchaga un poeta atento a los sentimientos que le provocan sus capacidades perceptivas y lo refleja magistralmente en “Olfato”:

“Cuando el árbol de repente abre sus dominios,
el olfato implora al pájaro etéreo del cierzo,
-volveré a trepar al vendaval de la noche,
a su dosis de trementina,
a su embriaguez de escritura muerta”

En el poema que da título al poemario “Viaje póstumo”, el poeta se sitúa en una posición álgida de anticipada nostalgia para despedirse sin desistir de estar y dejando constancia de lo que pensará y hablará cuando ya no pueda pensar ni hablar:

“Que la luz hunda su imagen en mi lápida.
Animada y visible al mismo tiempo.
Más allá de lo anónimo y el olvido, soy ciudadano de este país.
Pon una rosa sin aldabas sobre mi cruz,
un pétalo tan solo hacia el horizonte
como vos una calle que desafíe al tiempo (…)”

Por todo esto y mucho más presente en su dilatada obra, André Cruchaga es un poeta de gran altura que puede llegar a provocar cierto vértigo en los lectores desprevenidos que tal vez estén más acostumbrados a la poesía de salón donde emerge de forma rebuscada y artificiosa lo amable, feliz y bienaventurado que es ese bicho bipedestador que es el hombre. No, no están acostumbrados a caminar por senderos contiguos a los grandes desfiladeros donde habita, en la profundidad abisal, la palabra con mayúsculas…, la única capaz de aprehender y transmitir cuestiones tan esenciales como la auténtica y contradictoria realidad del ser humano.

Alicante, 10/01/2014
España

sábado, 6 de agosto de 2016

RESPIRACIÓ INEXACTA

Imagen cogida del FB de Pere Bessó





RESPIRACIÓ INEXACTA 




Només hi ha els meus ulls al mig del fum de les portes. L’esmolat tren
dels galls fa tremolar els records. Venen a la meua ment les baules
de saliva caient damunt de segles de negres voravies, davall dels cascos
irredimibles de l’ocàs, el trepant dels buits que va deixant el rellotge.
Hi ha alguna cosa inassequible, després de tot, en la respiració inacabada del pol·len,
o en l’amagatall que s’ha fabricat en la fusta,
o en el fragment de paisatge que guarden les fotografies,
o en la pedra de silenci d’algun túnel
o en el vinagre que fa de sarcòfag per a les illades.
Tot és inexacte, fins i tot en els taüts. Però què hi fa al capdavall.
Callem davant de la claror hospitalària de cada dia sense cap disfressa.
Callem quan s’amunteguen davant de nosaltres els cementiris i les sabates ofegades 
dels cecs, i l’alé marcit de la pluja.
Mentre caminem ens guaiten els sorolls i l’espeternec dels voltors negres.
A ver dir, i en certs llocs, ens tornem titillers o salivalls.
De la rialla de certs ninots es percep palanganes replenes de purgants.
Potser no hi haurà sorpresa més gran en el degoteig descolorit de la respiració:
Se sap que certa il·logicitat, té sentit. L’il·lògic no és cap acudit.
Els que conspiren ho fan contra tota lògica i contra tota raó.
En la respiració intensa, hi ha un moment sense dents: un crit intens
com la meitat de l’univers sostingut a la boca. Com Déu en l’estómac.
Com el gos, sense dubte, llepant l’altra banda de l’espill.

Poema d’ANDRÉ CRUCHAGA traduït en català per PERE BESSÓ






INEXACTA RESPIRACIÓN




Sólo existen mis ojos en medio del humo de las puertas. El afilado tren
de los gallos, hace temblar los recuerdos. Vienen a mi mente los eslabones
de saliva cayendo sobre siglos de negras aceras, debajo de los cascos
irredimibles del ocaso, el taladro de los huecos que va dejando el reloj.
Hay algo inasible, después de todo, en la respiración inacaba del polen,
o en el escondrijo que uno ha fabricado en la madera,
o en el fragmento de paisaje que guardan las fotografías,
o en la piedra de silencio de algún túnel
o en el vinagre que sirve de sarcófago para los ijares.
Todo es inexacto, hasta en los ataúdes. Pero qué importa a fin de cuentas.
Callamos frente a la claridad hospitalaria de cada día sin disimulos.
Callamos cuando se agolpan frente a nosotros los cementerios y los zapatos ahogados 
de los ciegos, y el aliento ajado de la lluvia.
Mientras caminamos nos acechan los ruidos y el pataleo de los zopilotes.
A decir verdad, y en ciertos lugares, uno se torna titiritero, o escupitajo.
De la risa de ciertos muñecos uno percibe palanganas repletas de purgantes.
Quizá no haya mayor sorpresa en el goteo descolorido de la respiración:
Uno sabe que cierta ilogicidad, tiene sentido. Lo ilógico no es un chiste.
Quienes conspiran lo hacen contra toda lógica y contra toda razón.
En la respiración intensa, hay un momento sin dientes: un grito intenso
como la mitad del universo sostenido en la boca. Como Dios en el estómago.
Como el perro, sin duda, lamiendo el otro lado del espejo…
Barataria, 2016