sábado, 14 de enero de 2012

SUBLIMACIÓN DE LA NOCHE DE ANDRÉ CRUCHAGA


Miguel Ángel Sandoval, narrador salvadoreño





SUBLIMACIÓN DE LA NOCHE DE ANDRÉ CRUCHAGA



Por Miguel Ángel Sandoval




Gracias señor por darles tanto talento a hombres y mujeres que desde su campiña han hecho resplandecer la naturaleza, la vida del hombre y de la mujer.

Es una maravilla leer la poseía de André Cruchaga, como se mete dentro del cuerpo humano y flota después en el horizonte de las cosas que nos rodean a los humanos. Escribir como él es de grandes. Llama las cosas como son y nos empuja a la imaginación para saborear cada frase de su inspiración. No había podido escribir mi comentario a este libro por razones ajenas a mi voluntad.

Este condensado es una obra literaria que a cualquier ser pensante lo deja lleno de emociones inquietas.

Por ejemplo en: “DUDAS DEL ALIENTO”

“Son los viejos fuegos del desvarío los que atan las alas.
El número de los silencios acumulados en los aleros.
El hambre de la curiosidad desvela espejos —afuera
los cuerpos interpretan el tiempo,
la sed en el agua de los pensamientos,
la luz en trance de los murciélagos, los grises sobre el asfalto como una plegaria.
Con sus noches los párpados guardan su trama.
Afuera de los días quedan reproducidos los destellos del trajín”.

En el poema “HACIA LA NOCHE”

“Hacia la noche esta ebriedad de sombras.
Estas plumas de calles flageladas en las manos.
Esta orfandad inmóvil de la sed.
Estos puntos suspensivos de los álbumes.
Este parpadeo sin respirar en las pupilas.
Estos guantes caóticos de las sombras.
Esta ciudad yerta con verdugos”.

Lo dicho en este condensado es que el ser humano vive en una trama de sorpresas: el rocío, la lluvia y la tormenta, estos son los reflejos poéticos de la naturaleza que inspira al poeta André Cruchaga. Es acariciar la vida que nos da el viento, el oxígeno, el sol y la noche.

En la “HISTORIA DEL ASEDIO”

“Hay jardines que mis ojos no ven. Ningún pie cabe en el lugar
donde guardo las colillas de las manos tiran a cucharadas.
ningún día me habla con sombreros impermeables,
con tazas de café con el corazón abierto de los niños.

En la pizarra del grito hay furias, —y hasta rostros de infatigable ceniza
los días son como los recuerdos dormidos en el talpetate:
una costurera se rompe el corazón con las agujas, los carretes
giran como una rueda marchita. Con un rastrillo recojo la hojarasca de los muertos,
— de mis muertos los que amaba en el silencio de la pena.
Claro que están aquí sin olvidarme:
siento su lengua recorrer el tórax de las hormigas,
las canciones demasiado atroces para el celofán de mi sonrisa”.

Esperamos que la poesía de André Cruchaga viva para siempre para que las nuevas generaciones puedan disfrutar de este poeta salvadoreño. Sólo quiero agregar que me he sentido satisfecho al terminar la lectura de este libro que es realmente un trabajo que vale la pena leer siempre. Felicitaciones para André Cruchaga.

Enero de 2012.