sábado, 8 de agosto de 2009

Pa sense paraigües-poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó

Wassily Kandinsky




Pa sense paraigües
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó





Yo escribo para ulular como el lobo que bajo la nieve
Abandona el bosque
Yo escribo con mi corazón que alzo como un fanal
En este tiempo de tinieblas
ROBERTO ARMIJO




No em mires així quan busque l’alfàbega de la pluja.
Quan cec, espavente les mosques dels vasos de guacals de la intempèrie,
Quan m’escabusse en els ocells de l’alba,
O en la incertesa del brufol entre les branques dels arbres.
Míra’m esgarrifat en el tragí dels escarabats,
En la llum miserable d’aquests fanals en xàfec:
On són les sabates per a saltar la pobresa? Tu i jo
No tindrem estàtues, sinó colps i desesperació:
El mussell del temps mossega papallones; ací no hi ha fumerals
Sinó pedrissos on el fum de la llenya ennuega i fa
Llavors de sutja el teu ventre. El desdeny és com la taula sense potes.
Ací no hi ha metro, sinó carrers de termites.
Hi ha policies que trenen amb marihuana per a llevar la tristesa.
Hi ha profunditats més fosques que les butxaques buides.
Allí bulls l’aigua per a desfer el café granulat;
Ací basta el suc als tamborets i el glopet d’ecmea.
Els galls del matí els bevem a pols de gola.
La nit ens sembla una sopa macabra entre coltells.
L’ull d’all s’encimbella fins a les branques del sostre, on
Es plasma la roba dels somnis. Ací atinem als caramels
De les vagines, sense més entropessada de peüngles que les llombrius
De terra, —terra promesa dels parquímetres a l’oïda.
Aquests dos móns no els salven els paracaigudes,
Ni el safrà lleva la pruïja de les berrugues,
Ni el sèver pot guarir aquestes lesions reconegudes de l’ánima.
En la meua infantesa mirava el nen d’Atocha en espardenyes: així cresquí
Creient en la Santedat; ara em desvetlen les cames
En revistes, els dies festius en vestits de bany, la Kodak amb natges
De color i no blanc i negre, els trens de l’emoció sense portes.
La pluja sense pantalons, sense faldelles, a punt de donar el seu veredicte.
Després es comença a fer certes infusions
Per als càlculs renals, i així el xiprer i la bixa orellana compleixen
La seua comesa. El somni sempre és letal com les banyes
Dels bous; encara la innocència s’embolica als dits,
És a dir, la ingenuïtat. Ens conformem encara amb espillets,
Encara que ells ens conduisquen a malsons majors:
Tanamateix el miracle de les espigues i els fruits són una meravella
Que de cap manera no atrofien la flora intestinal del mar
Amb el seu pulmó d’esperma. Em sorprén la nit sense capell,
I l’aigua damunt del farcell nu de la teua pell: gavina en un quintar
D’emocions, herba per a la possibilitat de les meues plantofes.
Qualsevol pronòstic del bri està invalidat: ja pesa
El test de fang del calendari, els encants terrenals
Que xiuxiuegen en vòmit de tossals sense rostre. Les veus són bufes
Al cel, formes que en conjunt s’apaguen com cresols.
Prenc, doncs, allò que em correspon: l’ensopegada i aquest colp
A les nines: frontera a les meues nines sense capell,
Per on la llengua dringa als claveguerams. Sospirs,
Cucleigs al fangar com sol·lícita sobretaula…
Baratària, 08.VIII.2009





Pan sin paraguas






Yo escribo para ulular como el lobo que bajo la nieve
Abandona el bosque
Yo escribo con mi corazón que alzo como un fanal
En este tiempo de tinieblas
ROBERTO ARMIJO





No me mires así cuando busco la albahaca de la lluvia.
Cuando ciego, espanto las moscas de los guacales de la intemperie,
Cuando me zambullo en los pájaros del alba,
O en la incertidumbre del búho entre las ramas de los árboles.
Mírame desgarrado en el trajín de los escarabajos,
En la luz miserable de estos faroles en aguacero:
¿Dónde están los zapatos para saltar la pobreza? Tú y yo
No tendremos estatuas, sino golpes y desesperación:
El hocico del tiempo muerde mariposas; aquí no hay chimeneas
Sino poyetones donde el humo de la leña atraganta y hace
Pepitas de hollín tu vientre. El desdén es como la mesa sin patas.
Aquí no hay metro, sino calles de comejenes.
Hay policías que tranzan con marihuana para quitar la tristeza.
Hay profundidades más oscuras que los bolsillos vacíos.
Allá hierves el agua para deshacer el café granulado;
Aquí basta el zumo en los taburetes y el atol de piñuela.
Los gallos de la mañana los bebemos a pulso de garganta.
La noche nos parece una sopa macabra entre cuchillos.
El ojo de ajo se encumbra hasta las ramas del techo, donde
Se plasma la ropa de los sueños. Aquí acertamos a los caramelos
De las vaginas, sin más tropiezo de pezuñas que las lombrices
De tierra, —tierra prometida de los parquímetros al oído.
Estos dos mundos no los salvan los paracaídas,
Ni el azafrán quita el prurito de las verrugas,
Ni la sábila puede curar estas lesiones consabidas del alma.
En mi infancia miraba el niño de Atocha en caites: así crecí
Creyendo en la Santidad; ahora me desvelan las piernas
En revistas, los días festivos en trajes de baño, la Kodak con nalgas
De color y no blanco y negro, los trenes de la emoción sin puertas.
La lluvia sin pantalones, sin faldas, a punto de dar su veredicto.
Después uno empieza a hacer ciertas infusiones
Para los cálculos renales, y así el ciprés y el achiote cumplen
Su cometido. El sueño siempre es letal como los cuernos
De los bueyes; todavía la inocencia se enreda en los dedos,
Es decir, la ingenuidad. Uno se conforma todavía con espejitos,
Aunque ellos nos conduzcan a pesadillas mayores:
Sin embargo el milagro de las espigas y los frutos es una maravilla
Que para nada atrofian la flora intestinal del mar
Con su pulmón de esperma. Me asombra la noche sin sombrero,
Y el agua sobre el petate desnudo de tu piel: gaviota en un quintal
De emociones, hierba para la posibilidad de mis pantuflas.
Cualquier pronóstico de la brizna está invalidado: ya pesa
El tiesto de barro del calendario, los encantos terrenales
Que susurran en vómito de lomas sin rostro. Las ves son vejigas
En el cielo, formas que en conjunto se apagan como candiles.
Tomo pues, lo que me corresponde: el tropezón y este golpe
En las pupilas: frontera a mis pupilas sin sombrero,
Por donde la lengua tintinea en las alcantarillas. Suspiros,
Graznidos en el lodazal como solícita sobremesa…
Barataraia, 08.VIII.2009



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Querido Cru:

Ya sabes que tus poermas despiertan en cada momento lo que otros han señalado en los largos poemas de Milton, salvas sean las sopesadas que acá nada pretenden dimensiones tan distintas. Según se abría el largo poema del Lost Paradise, se reparaba en un verso que ayer habíamos pasado de largo desapercibidos. Y yo, como quiera que me conozco la mecánica y voy conociéndote, leo el poema varias veces y sin preocuparme de tus trabas, ligazones en el andamiaje. Esto es, el atol de pinyuela lo que un sorbete o trago aguado de ese licor de ua planta que acá no tenemos, sino como una variante ornamerntal. Esto es, más allá de la curiosidad de vuestra sábila o nuestro sèver. Farmacopeas a parte. Una vez que voy saboreando a versos, pues que al aroma ya llega de sí, y desde el primer verso -la mirada, (hay topos tan clásico como en el madrigal I de Gutierre de Cetina) que sorprendentemente recibe la agitación sensorial del perfume de la albahaca -uf, esta planta casi sagrada para nosotros los mediterráneos, y no sólo culinariamente- tras la lluvia, una vez que voy saboreando los versos, insisto, encuentro ése individualizado que hoy me lleva a la pura gozada de la disgresión o el gusto de escribir desde mí. Así, ahora:

Els galls del matí els bevem a pols de gola.

que me renueva la tradición medieval del alba, auba o albada.


Ya cantan los gallos,
amor mío, y vete:
cata que amanece.


Pero en ti, amigo, el plany, queja o lamento se pluraliza en el afán de socializar el dolor por la ausencia de la amada. Aquí no hay encuentro que acaba necesariamente con los primeros rayos de luz, no. Acá hay la presencia visionaria o fantasmagorial cultivada por la actividad febril del pensamiento fiel -insistente hasta la obsesión- del poeta como único goce de la noche.

No es anecdótico que André Cruchaga traiga el canto del gallo cuya mal que buena aceptación no la remedia ni siquiera los tragos a pulso de garganta. Y habré de volver a esa querencia clásica de los (l)icores y aguardientes reales o poetizados de la noche. Novalis, su ponche; los simbolistas, su absenta; Cruchaga, el sansalvadoreño, sus alotes de peñuela. Por ejemplo.
Al menos para superar el rubicón de esta noche y alcanzar su poema.
Pere Bessó