jueves, 26 de enero de 2012

TEMPS D’AFONIES/ TIEMPO DE AFONÍAS-TRADUCCIÓN Y COMENTARIO DE PERE BESSÓ.


Mai la democràcia no tingué un preu tan alt: paguem els centímetres
de llibertat que tenim, amb aqueix abandó quotidià del soterrani
ombrívol i l’embut de la nit en els ecos;
en cada penúria, l’ombra del fàstic, el pati romput dels sentits,...
Imagen tomada de Miswallpapers.net




TEMPS D’AFONIES/ TIEMPO DE AFONÍAS-TRADUCCIÓN Y COMENTARIO DE PERE BESSÓ.



Mi querido André:


En tu imaginario hay lugar para un poema de fiero quebranto, que dijera el maestro Garcilaso. Un poema en el que la tensión amorosa se cubre de acento y denuncia cívica. Ya hacía tiempo que no te leía un poema como éste. Quiero decir, un texto en donde las convenciones del amor/desamor se dan de bruces –o se integran- en esa noche de encrucijada y torturas no sólo desde el topicismo, sino desde una violencia que se incardina en una ciudad con muertos o esqueletos soterrados o a la intemperie. En esta ciudad desolada del poeta –fantasmagórica y, a la vez, real- podemos encontrar el trance expresionista y de humor negro a la manera del amigo Cruchaga. Si la amada le llega al poeta en marejadas, el latido y aliento multiplicado de éste es azotado por el delirio de la ciencia del orgasmo. Ahí es nada. De nuevo he de insistir en el ovillado de la personalísima sintaxis capaz de sumar extrañamente los elementos más aparentemente dispares, desparejos, cuando no contrarios: ¿Delirio de la ciencia? Aceptemos y asintamos que el pozo del saber a través la experiencia y de la razón tiene su método, pero también su pasión. En el sentido, por ejemplo, que los místicos sabían trascender la razón, ultrapasarla. Ciencia sentida. Y una vez que el maestro Cruchaga nos mete en harina ya no hay marcha atrás: ¿Ciencia del orgasmo? Cómo se avienen ambos términos? Ese contenido sensualista de la ‘ciencia’ no es mecanicista en absoluto. No en balde Cruchaga se eleva y vuela tan alto, tan alto, toda sciençia trascendiendo… Orgasmo, pero no sólo en su acepción física, fisiológica, conmesurable, sino en el de energía, arrebato y alcance. Tal energeion conlleva justamente, además del ansia de cumplimiento, un quiebro de identidad sociabilizadora. Uno no es sin el otro, hasta tal punto que si es necesario se desdobla sea en el pathos, sea en la escritura. Pero, como escribió Benedetti, en la calle de esta ciudad somos más que dos. Recuerdo el impacto que me produjo de jovencito la película checoeslovaca del director Jiri Menzel “Trenes rigurosamente vigilados”(1966) y cómo enlacé con la lectura de textos comentados del comunista heteredoxo Wilheim Reich (“La función del orgasmo”, “Orgasmo y Revolución”…).
No quiero hacer deudor al poeta de mis propias diletancias más o menos difusas en el maestro del psicoanálisis freudomarxista, pero he de señalar en mi descargo que André Cruchaga tiene esa virtud: sus poemas me incitan a redactar estas notas a vuelapluma.
Así pues, ante la (e)videncia de hallarnos en un tiempo en que hemos perdido la voz, es forzoso agradecerle la virtud excelsa de saber dar el quiebro conveniente y de manera convincente en el tratamiento del clímax:

Jamás la democracia tuvo un precio tan alto: pagamos los centímetros
de libertad que tenemos, con ese abandono cotidiano del sótano
sombrío y el embudo de la noche en los ecos;
en cada penuria, la sombra del hastío, el patio roto de los sentidos,
el sueño a punto de parir nuevos objetos, nuevos exteriores
para este abismo, donde es costumbre purificar los esqueletos
o convertirlos en simples estadísticas para los anuarios…

Valencia, España, 26.I.2012




TEMPS D’AFONIES





És temps de navegar per zones en declivi, i no, justament,
en la lona horitzontal de la planície, impregnada de respiracions
condensades. Veiem l’acompliment de l’aire, detés
en la transpiració de borinots, astors a l’aguait
del següent dia per a embriagar-se de cendra.
A això sumem la lava diària dels cadàvers, soterrats
o en la intempèrie, alienats per tanta mà de fullaraca.
El fullatge és sinistre a la llum de cada vianant: la intuició
s’ha fet necessària per a transpirar aquesta capella ardent
en què l’alé s’ofega davant d’un llostreig de boira,
sense més lucidesa que el vell discurs del sutze.

(Malgrat tot aquest contuberni, conspiracions i transaccions,
no podem, l’un a l’altre, trobar la nostra mateixa cambra:
no només és l’arna que fa permeable l’ala, és que la tortura
ens ve de totes bandes, arrasa amb l’ànima,
penetra irremeiablement en el cos,
té plenes facultats per a sucumbir al nostre territori;
i així, amb sobresalts, dec pensar en la mansió del teu pubis;
somriure altrament al paisatge desbocat, llançar-me,
precipitar-me en el desvaríament de l’esperma.)

No hi ha ciutat que escape a aquest flagell. —Lliurem l’ombra
del paviment i la cruïlla, mor l’oïda i l’olfacte.
El devenir ens assetja amb fam obstinada, espectres
que mosseguen esperit i raó, —la paraula té rostre de llana,
incerteses semblants a l’infinit de la nit,
a l’angúnia del desamor que habita el món. Aquesta afonia,
és part dels penya-segats que ens aventa la nit
amb els seus perfils de follia.

(Un dia potser ja no caldrà un incensari darrere de la porta,
ni haurem d’invocar ànimes pures; la set suposa sons nous
que giren en l’imaginari de la gola,
en aqueixa tendresa desconeguda del teu melic, el meu taló d’Aquil•les
al tacte, vidència d’una altra finestra en la bifurcació del camí.
L’alé és estrany quan me vens en onejades,
Quan som assotats, ja no per la violència ecumènica,
sinó pel deliri de la ciència de l’orgasme.)

Mai la democràcia no tingué un preu tan alt: paguem els centímetres
de llibertat que tenim, amb aqueix abandó quotidià del soterrani
ombrívol i l’embut de la nit en els ecos;
en cada penúria, l’ombra del fàstic, el pati romput dels sentits,
el somni a punt d’infantar nous objectes, nous exteriors
per a aquest abisme, on és costum purificar els esquelets
o convertir-los en simples estadístiques per als anuaris…

Baratària, 11.I.2012




TIEMPO DE AFONÍAS





Es tiempo de navegar por zonas en declive, y no, precisamente,
en la lona horizontal de la planicie, impregnada de respiraciones
condensadas. Vemos el acontecer del aire, detenido
en la transpiración de moscardones, azores a la espera
del siguiente día para embriagarse de ceniza.
A ello sumamos la lava diaria de los cadáveres, soterrados
o en la intemperie, enajenados por tanta mano de hojarasca.
El follaje es siniestro a la luz de cada transeúnte: la intuición
se ha hecho necesaria para transpirar esta capilla ardiente
en que el aliento se ahoga ante un amanecer de niebla,
sin más lucidez que el viejo discurso del hollín.

(Con todo este contubernio, conspiraciones y transacciones,
no podemos, el uno al otro, encontrar nuestra propia habitación:
no sólo es la polilla que permea el ala, es que la tortura
nos viene de todas direcciones, arrasa con el alma,
penetra irremediablemente en el cuerpo,
tiene plenas facultades para sucumbir en nuestro territorio;
y así, con sobresaltos, debo pensar en la mansión de tu pubis;
sonreírle por otro lado al paisaje desbocado, lanzarme,
precipitarme en el desvarío de la esperma.)

No hay ciudad que escape a este flagelo. —Libramos la sombra
del pavimento y la encrucijada, muere el oído y el olfato.
El devenir nos asedia con hambre obstinada, espectros
que muerden espíritu y razón, —la palabra tiene rostro de lana,
incertidumbres parecidas al infinito de la noche,
a la angustia del desamor que habita al mundo. Esta afonía,
es parte de los acantilados que nos avienta la noche
con sus perfiles de locura.

(Un día quizá ya no sea necesario un incensario detrás de la puerta,
ni haya que invocar almas puras; la sed supone sonidos nuevos
que giren en el imaginario de la garganta,
en esa ternura desconocida de tu ombligo, mi talón de Aquiles
al tacto, videncia de otra ventana en la bifurcación del camino.
El aliento es extraño cuando te me vienes en marejadas,
Cuando somos azotados, ya no por la violencia ecuménica,
sino por el delirio de la ciencia del orgasmo.)

Jamás la democracia tuvo un precio tan alto: pagamos los centímetros
de libertad que tenemos, con ese abandono cotidiano del sótano
sombrío y el embudo de la noche en los ecos;
en cada penuria, la sombra del hastío, el patio roto de los sentidos,
el sueño a punto de parir nuevos objetos, nuevos exteriores
para este abismo, donde es costumbre purificar los esqueletos
o convertirlos en simples estadísticas para los anuarios…

Barataria, 11.I.2012